Fidel Nadal visitó un centro de comunión para los dos millones de descendientes de africanos en el país. La militancia de su padre por Mandela. Y la historia que no nos contaron.
Por Tomás Eliaschev
En los actos escolares, donde se escenifican las grandes gestas patrióticas, varios niños y niñas suelen oscurecerse el rostro con corcho quemado. Sin embargo, a lo largo de todos los años de educación, pocos estudiantes tienen la oportunidad de conocer sobre el pasado y el presente de la comunidad afroargentina. Y no faltan aquellos que piensan que en nuestro país no hay negros, a pesar de que se calcula que hay por lo menos dos millones de afrodescendientes en la Argentina. A dos cuadras de la laguna de Chascomús, en la provincia de Buenos Aires, hay un lugar que por sí solo da testimonio de la presencia negra. Se trata de la Capilla de los Negros, creada en 1862, un espacio donde desde hace un siglo y medio se juntan quienes fueron traídos como esclavos desde África y sus descendientes, además de todo aquel que tenga ganas de conocer este sitio histórico, abierto generosamente a cualquier expresión de espiritualidad. Para festejar 150 años de historia, la comunidad afrochascomusense –junto a la organización Diáspora Africana en la Argentina (Diafar)– convocó a un festival donde el número central era Fidel Nadal. Aunque la lluvia hizo que el concierto se suspendiera, el músico quiso conocer la capilla y a quienes la cuidan.Veintitrés fue el único medio nacional en la recorrida que hizo el cantante de reggae por el lugar, donde conviven imágenes religiosas, retratos de santos negros y de Ceferino Namuncurá con el Gauchito Gil y San Martín. La iluminación en base a velas resaltó el misticismo del lugar.–¿Conocías la capilla?–Es la primera vez que vengo. Este es un lugar que muestra la historia negra en la Argentina. En los actos escolares está la mazamorrera, el de las velas, el de las empanadas, el que canta la hora. Cuando crecés, no te queda en la cabeza que había negros en la Argentina, parece que todo era sólo una obra de teatro. Conocer la capilla es muy interesante. Para todo el mundo, no sólo para los afrodescendientes.–¿Cómo te involucraste con las reivindicaciones de la comunidad negra?–Mi papá era negro, fue un gran activista. Desde chico tuve oportunidad de conocer acerca de grandes líderes como Patricio Lumumba, Malcolm X y Marcus Garvey. Conocí toda esa historia que por ahí otros chicos no conocían. Y la empecé a difundir. Soy afroargentino, soy parte de esta comunidad. Es natural mi aporte a la Diafar y Federico Pita, el presidente, es mi primo. Me gusta ayudar y participar. Esto nos lleva a otro nivel: lo cultural se complementa con lo musical.–¿La música te ayudó a conectar más con esta historia?–Cuando escuché reggae, traduje las letras y quise buscar el significado. Siempre me interesé en leer e informarme. No sólo de la música, sino de lo cultural y filosófico. Toda la crianza que tuve de mis padres me sirvió a la hora de escribir mis letras.–Contanos sobre tu padre, Enrique Nadal.–Él hizo muchas cosas. En la dictadura tuvo que exiliarse en Suecia. Cuando volvió, creó el Comité Argentino contra el Apartheid, cuando Nelson Mandela estaba preso, en 1985, y nadie conocía de eso acá. Se paraba en el centro con la foto de Mandela y juntaba firmas. Siempre estuvo muy activo.Ese activismo de Nadal padre es el que tomaron como ejemplo las jóvenes generaciones de militantes afrodescendientes. Acompañando a Fidel en la recorrida, estuvo una de las líderes de la Diafar, la licenciada en turismo María Soledad Luis, nieta de Eloísa González Soler, a su vez nieta del primer cuidador de la capilla. Luis explicó a los músicos presentes la historia del sitio. “Este lugar nació en 1862, cuando la comunidad negra que trabajaba de sirviente en la casa de los hacendados de Chascomús pidió al juez de paz, que era la autoridad máxima en ese momento, un terreno para levantar un lugar para ellos. Los domingos se reunían para bailar, fumar su tabaco en hoja. Y para festejar sus santos y su religiosidad. Les donaron este terreno, que no era cualquier terreno. Antiguamente, en ese lugar estaba el cementerio de la ciudad. Y al barrio lo conocían como el barrio del tambor. Los negros festejaban los carnavales, bailaban candombe, se reunían como hacemos nosotros ahora”, relató Luis, quien detalló los cambios que se fueron produciendo luego de los destrozos producidos por un huracán en 1950: entre ellos, la colocación de una cruz cristiana. “Igualmente, nunca fue reconocido por la Curia. La única vez que se hizo una misa acá fue cuando mi abuela falleció a los 98 años, luego de cuidar la capilla durante 70 años”, aclaró, ante la mirada atenta de Nadal y sus músicos. Sumándose a las palabras de Luis, Federico Pita apuntó que “la Capilla de los Negros es un símbolo de orgullo de la comunidad negra de la Argentina. Este lugar, del que estamos festejando sus 150 años, es donde afrodescendientes como nosotros se empezaron a juntar, a decir acá estamos, como hacemos nosotros ahora”. Ante la desazón que generó el temporal que impidió la realización del festival, el dirigente apuntó que “la comunidad negra sabe tener paciencia, sabemos que arrancamos de atrás, unos corren con zapatillas nuevas y nosotros con la marca de los grilletes, pero sabemos que vamos llegar a la meta. Por eso estamos acá, celebrando nuestra afroargentinidad al palo”.
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