lunes, 12 de marzo de 2012

PREOCUPA LA CRECIENTE PRESENCIA DE AGENTES DE EEUU EN MEXICO


Por Augusto Assía
Intervienen en la lucha contra los narcos. Entrenan policías e interrogan.
La última vez que un uniformado estadounidense puso un pie en México fue en 1916 durante la conocida como “Expedición punitiva”. Fueron 10.000 soldados a las órdenes del general Jack Pershing que se patearon durante un año todos los desiertos del norte de México persiguiendo a Pancho Villa. Cinco días antes, éste había cruzado la frontera y había arrasado con el pueblo de Columbus –en el Estado de Nuevo México– en venganza por el apoyo ofrecido por EE.UU. al presidente mexicano Venustiano Carranza en la guerra que ambos mantenían. Once meses después miles de soldados estadounidenses –y varios aviones y los primeros tanques de la historia– terminaron saliendo de México con las manos vacías. Desde entonces no ha variado la relación de amor y odio entre el país azteca y su vecino del norte. Aunque la inteligencia estadounidense está detrás de algunos de los últimos éxitos en la lucha contra el ‘narco’ su presencia levanta ampollas. Así que cuando en 2008 Felipe Calderón firmó con EE.UU. el “Plan Mérida”, por el que Washington le daba a su vecino 1.600 millones de dólares, varios helicópteros y tecnología de punta en satélites y comunicación, muchos lo calificaron como un “Plan Colombia” ( Ver recuadro ) encubierto y un intento más de EE.UU. por influir en los asuntos internos de México, al estilo del pacto sellado con Bogotá, donde tiene siete bases para luchar contra las FARC. Pero 10.000 muertos anuales llamando a la puerta, habían encendido todas las alarmas de los gobernadores sureños. La izquierda mexicana aceptó a regañadientes que la colaboración fuera exclusivamente de dinero, aviones y tecnología, lo que le ahorraba al gobierno pasar por el Congreso, pero ni hablar de soldados ni policías en la tierra de Villa. Pero aunque el gobierno de Barack Obama anunció la semana pasada que, a partir de enero, comenzará a reducir el número de soldados que mantiene en la frontera con México (unos 1.200), el problema comenzó cuando descubrió el cada vez más activo papel que están jugando los servicios secretos estadounidenses en su acoso a una nueva presa: el narco.A finales de agosto, The New York Times confirmó que Washington tiene agentes secretos en suelo mexicano. El diario añadía que EE.UU., además, opera un centro de inteligencia dentro de una base militar en Monterrey, capital financiera del país y uno de los focos más violentos de la guerra entre cárteles. Además de tener informantes en México, la CIA y la Agencia Antidrogas (DEA) entrenan soldados y policías, interrogan a sospechosos y graban conversaciones . A ello se suman las oficinas que EE.UU. tiene el corazón de Ciudad de México, donde los agentes estadounidenses discuten la estrategia de combate al narcotráfico. “Un piso completo, donde hay equipos informáticos, vigilancia telefónica, y donde se controla toda la información sensible de las operaciones en territorio mexicano,” reveló el periódico mexicano La Jornada . Eso es lo que no se ve porque lo que se ve son los seis aviones no tripulados que EE.UU. desplazó a la frontera y que controla desde Texas y Arizona. En noviembre, The New York Times publicó también que agentes antidrogas encubiertos lavaron durante años millones de dólares en ganancias del narcotráfico. Según este diario estadounidense, agentes de la DEA manejaron cargamentos de cientos de miles de dólares a través de las fronteras para conocer la forma en que mueven la droga, dónde guardan sus activos y, lo más importante, quiénes son su líderes. En un encuentro reciente de Patricia Espinosa con algunos corresponsales, la ministra de Relaciones Exteriores de México admitió que la presencia de miembros de la DEA viene de hace muchos años, pero que desconocían el lavado de dinero y la participación de esta agencia estadounidense en actividades delictivas. La gota que colmó el vaso llegó la semana pasada cuando la prensa reveló que la DEA reclutó desde altos ex funcionarios a policías de a pie para las distintas tareas. Según La Jornada al menos 80 ex servidores públicos trabajan para las agencias estadounidenses, espiando, recopilando información y dando seguimiento a varios casos, lo que ha provocado las protestas de la oposición.

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