lunes, 12 de marzo de 2012

"PERDONAR ES LO MAS DIFICIL"


Sin cassette, mano a mano con La Mala Rodriguez, la rapera española que habla de política, adelanta proyectos y opina sobre la violencia de género.
Por Pablo Raimond.
Tienes tres bichos en tu camiseta, uno, dos y tres”. Y el descuido generado por María Rodríguez Garrido al señalarte los insectos, descoloca. ¡Zas!, tiempo suficiente para que mute en La Mala, te mire fijo a los ojos y embruje por 22 minutos, lo que duró esta entrevista íntima en el backstage, luego de su show del domingo pasado en Corrientes. En los comienzos, cuenta la historia, ella tenía una voz suave y pausada. Y por 1997, en Sevilla, un compañero de cole (líder de una banda de death metal), la deslumbró. “Tenía una voz inaudible en las clases y cuando me llevaba a los ensayos ¡sacaba un demonio de adentro! Siempre me sedujo esa dualidad, lo dulce y la onda ¡¡¡grrrrrrrrrrr!!! (hace una voz gutural chistosísima). Y hoy la gente me dice: ´tú has cambiado´ y les respondo que no, siempre tuve muy mala ostia y, ojo, que lo saco cuando quiero, aunque también soy muy delicada”, amenaza.Inquieta, esta artista de 33 años recién cumplidos, también es madre de dos varoncitos y se considera rapera, poeta, cantante y titiritera. Y como actriz, confiesa que le gusta interpretar el rol de payasa, de clown, sin dramatizar.–¿Recordás tu mayor maldad?–Sí, encerré a unas primas en un armario por mucho tiempo (no quiere decir cuánto), las muy cabronas siempre me lo recuerdan. Soy y seré una freakie, una rara. Nunca tuve muchas amigas ni fui popular. Me gusta mucho la soledad, encerrarme a leer libros. Mi potencia artística emana de un trabajo interior, de amarme.–¿Sentís que maduraste?–Sí, y encontré en el formato de trío eléctrico un equilibrio entre lo electrónico y lo orgánico. Lo mío no es algo frío, inerte, donde suelto una base y hago playback arriba, no, yo incluyo pedaleras para el bajo, hay un piano y así formo una dimensión mucho más cruda. Necesito instrumentos para crear algo vivo en el show y así poder crecer, jugar y no ser una simple esclava del metrónomo. María hoy se presenta por cuarta vez en el país, esta ocasión en La Trastienda, y el domingo último fue soporte de Calle 13 en la Fiesta de la P en Corrientes.–¿Qué opinás de ellos?–Crecieron mucho profesionalmente, tienen una propuesta musical muy atractiva. Están llevando ritmos populares a un nuevo momento en nuestra sociedad. Unen a los jóvenes con la cultura y no le dan la espalda a sus raíces.–En “Dirty Bailarina” te mostrás con una estética retro, alejada de otros discos, ¿por qué?–(Interrumpe) Porque no soy tradicional, ni en mi música ni en nada. Lo que soñé para este disco es la figura de una heroína que me rescata de mis problemas. Es un mundo retrofuturista, entre lo terrorífico y lo fantástico, como el de la peli Blade Runner donde se avecina una catástrofe. Después de una gran bomba, ¿qué hay? Ahí aparece ella, con una ropa hecha con los restos de telas de esa gran explosión. Es un brote de hierba que nace entre las ruinas.–¿Ya tenés nuevo material?–Sí, en breve voy a entregar un adelanto a la discográfica, lo quiero llamar El tren de la bruja. Allí hablaré de la mujer con la que me siento más afín en mis letras: la inteligente, la que conoce la naturaleza y atiende los ciclos de la luna. Pero se encuentra en un mundo que se encarga de demonizarla a ella y a sus símbolos.-En “Nanai” hablás de la mujer y la violencia doméstica, ¿qué les dirías a los que la sufren?–Quiero que las niñas se rebelen y no se conformen. Nada de ser un florero y decir sí a todo. Lo que ocurre en mi vida es porque yo permito que me pase. A la que le dicen: “ay pobrecita”, ¡No! (se pone seria y te señala tocándote): tú eliges y vas allá. Nada de quejarse, tenés lo que buscás. Podemos volar a la par con nuestras parejas, no somos medias naranjas de nadie porque somos completas.

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