Además de ser una fabrica recuperada, en el predio de Querandíes y Pringles funcionan un Centro Cultural, un Bachillerato Popular de Jóvenes y adultos, un canal de televisión comunitaria, la radio de los trabajadores del subte y la Universidad de los Trabajadores.
Por: Julián Bokser
Investigador del área de artes escénicas del Centro Cultural de la Cooperación.
En una situación que se repite año tras año, la amenaza de un desalojo acecha nuevamente a IMPA. Esta fábrica de aluminio, situada en el corazón de Almagro, fue recuperada por sus trabajadores hace más de 12 años. IMPA es un proyecto vivo y con características distintivas: además de lo estrictamente fabril y productivo, en el predio de Querandíes y Pringles funcionan un centro cultural, un Bachillerato Popular de Jóvenes y Adultos, gratuito y con título oficial, un canal de televisión comunitaria , la radio de los trabajadores del subte y la Universidad de los Trabajadores. Todas estas experiencias se inscriben dentro de micropolíticas que circulan por los bordes, lejos de la industria cultural del capitalismo, controlada y gestionada por poderosos grupos monopólicos que se ocupan de desarmar y combatir cualquier idea o proyecto que incluya la construcción de un mundo distinto y más justo, en un momento en el que las políticas de gobierno de la Ciudad apuntan a desarticular esta clase de experiencias. Días pasados el tribunal de la Cámara Comercial Sala A ratificó el fallo del juez Hugo Vitale, quien declaró la inconstitucionalidad de la Ley 2969/08 que otorgaba la expropiación transitoria a los trabajadores, votada por la Legislatura porteña en enero de 2009. Este fallo abre la posibilidad de un desalojo violento que significaría el fin de todas las actividades que se desarrollan en IMPA. Antes de que saliera el dictamen, en una situación insólita, un secretario del juzgado visitó la fábrica, haciéndose pasar por un vecino que buscaba información sobre el bachillerato. Bajó de un taxi que lo esperaba en la puerta y realizó algunas preguntas. La artimaña fue descubierta gracias a la solidaridad del taxista que lo transportaba que escuchó la conversación que este sostenía con quienes lo acompañaban y regresó a la fábrica para alertar sobre esta situación. La jueza Isabel Míguez admitió lo sucedido en una entrevista realizada por un diario judicial, amparando su accionar en la "curiosidad". Los representantes del poder jurídico, en su último dictamen en contra de la fábrica, argumentaron que la misma carece de "utilidad social", en contra incluso de la presentación de la fiscalía, en la cual aparecían mencionadas, entre otras cosas, el bachillerato, los talleres culturales y los torneos de ajedrez. El creciente movimiento cultural y educativo da sobradas muestras de que el argumento esgrimido por los jueces es totalmente falso: tomar partes de la fábrica y resignificarlas como espacios dedicados a la cultura y la educación da cuenta de la capacidad y la potencia de estos colectivos para inventar nuevas formas de relación social y nuevas prácticas.Ante esta situación, los trabajadores decidieron nuevamente defender la fábrica y las fuentes de trabajo, mediante la estrategia de ocupar y resistir, manteniendo la fábrica en producción y continuando con las actividades educativas y culturales que se desarrollan en el establecimiento. Acostumbrados a los constantes ataques del poder político y judicial, nunca pierden el espíritu solidario y combativo. En una masiva asamblea realizada en el teatro Nora Cortiñas (nombre elegido por los trabajadores para homenajear a uno de los iconos de la lucha por los derechos humanos), más de 150 representantes de distintas organizaciones que cubren un amplio espectro del arco político comprometieron su apoyo a la resistencia que lleva adelante el colectivo IMPA, conformado por los trabajadores de la cooperativa, de la educación y de la cultura. Como respuesta a la amenaza del desalojo, desde hace dos semanas la fábrica se encuentra en estado de ocupación permanente, con guardias nocturnas y actividades que garantizan la presencia de artistas, vecinos y organizaciones sociales. La articulación con la comunidad y con sectores ligados a la cultura y la educación forma parte de una alianza que les permite a los trabajadores sostener y difundir la defensa de la fábrica y que produce una singular confluencia que se da entre una experiencia de autogestión del trabajo metalúrgico y la labor cultural y educativa. Rápidos de reflejos, armaron equipos de trabajo para garantizar el armado y la difusión de guardias y vigilias culturales. Así fue que durante las noches de la semana pasada, hubo (por momentos en forma simultánea) un elenco teatral ensayando en el tercer piso, un grupo brasileño de samba en el patio, el taller de candombe en el segundo piso, un colectivo de artistas plásticos pintando el frente de la fábrica, el Frente de Artistas del Borda presentando su última obra en la planta baja, el colectivo de la Sala Alberdi haciendo su varieté, la carpa de la Juventud de IMPA recibiendo adhesiones y en el comedor se desarrolló (en el insólito horario de las tres de la mañana) un torneo de fútbol/tenis, en el que trabajadores, artistas, educadores y estudiantes disputaron el honor de la Copa IMPA. A las actividades culturales se sumaron las clases públicas del Bachillerato Popular y el lanzamiento del seminario sobre Historia del Movimiento Obrero de la Universidad de los Trabajadores. Docentes, estudiantes, público y artistas transitan todas las noches por espacios que durante el día son utilizados para la producción fabril, generando una particular atmósfera de la cual es imposible sustraerse. El colectivo IMPA mostró una asombrosa rapidez para la organización y difusión de estas actividades. Algunos de sus integrantes se conocen hace poco tiempo, y a fuerza de compartir noches de reuniones, actividades, trabajo y discusiones, han conformado, en el fragor del hacer, un colectivo capaz de luchar codo a codo con los trabajadores en la defensa de la fábrica que ya sienten como propia. Estas experiencias forman parte de estrategias que intentan quebrar las lógicas biopolíticas de producción de aislamiento del capitalismo. Situaciones como la de IMPA posibilitan volver a pensar en la radicalidad política a la que habilitan algunas prácticas culturales y educativas, al configurar modos de encuentro con otras y otros no mediados por relaciones mercantiles.El filósofo italiano Antonio Gramsci escribió en los años treinta que en la apuesta por producir nuevos modos culturales hay también un intento por construir nuevas formas de sentir y de ver la realidad. IMPA parece actualizar con sus acciones estos sentidos críticos, éticos y políticos de la cultura y la educación, abriendo sus puertas para conformar un espacio que permita impulsar y servir de enlace entre la creación cultural, la educación, el trabajo y la resistencia. <
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