lunes, 26 de marzo de 2012

"LA POESIA TRASCIENDE LO IDEOLOGICO"


Tom Lupo, con disco recitado. Acaba de editar un CD homenaje a Oliverio Girondo. Analiza la poesía argentina y quiere que su próximo trabajo sea de Borges.
Por Bruno Lazzaro
El encuentro es en un bar. En una de esas mesas donde los poetas suelen cerrar los ojos para ver desde cualquier recoveco que obligue una perspectiva general. Con la vidriera como una gran pecera que permita dibujar con palabras lo que sucede entre su despertar interno y el reloj en movimiento. Porque en esa pausa los poetas se encienden. Para reflejarse.A Tom Lupo le gusta la magia que envuelve a los bares. El trajín anónimo. Y mejor si es de esquina, porque el devenir exhibe lo anárquico del presente. Ese espacio que funciona, a veces, como límite temporal para el poeta. Pero ese no es el caso de Oliverio Girondo. Un escritor argentino que en la década del veinte supo crear –sin las amarras del tiempo– frases como “Es tan real el paisaje que parece fingido”. “Octavio Paz dijo una vez que Girondo es uno de los padres del surrealismo en Latinoamérica. Creo que también lo es a nivel mundial”, sentencia desde la comodidad de su silla Lupo, quien recientemente editó Giro Hondo –Acqua Records–.En el disco, el hombre de radio y televisión –quien actualmente conduce En mi propia lengua, domingos de 16 a 18, por Radio Nacional, y es panelista de Bendita por Canal 9– le ofrece su voz, tan profunda como sentida, a dieciséis poemas de Girondo. “Lo que uno hace con los poetas muertos es ponerles el cuerpo para que ellos vuelvan a vivir. Es una forma de actualizarlos”, asegura el locutor, quien en los ochenta fue uno de los mayores difusores de bandas emergentes como Sumo, Soda Stereo, Los Redonditos de Ricota y Los Fabulosos Cadillacs. El trabajo cuenta además con el aporte musical de León Gieco y Luis Gurevich, a quienes el recitador agradece por su generoso aporte. –¿Cómo nace la idea de rendir este homenaje a Girondo?–Creo que, como en tantas otras cosas, funciona el azar y el accidente. Porque en el podio de mi corazón podría haber hecho un disco de Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal o Alejandra Pizarnik. Pero hubo dos factores elementales que hicieron que esto exista: que la sobrina nieta de Girondo, Susana Lange, me haya cedido los derechos para hacerlo y que León se muestre tan predispuesto. Gracias a ellos se cumplió mi deseo. Tengo ganas de hacer un disco como este de otros poetas.–Un disco de poesía parece anacrónico. ¿Qué diferencias nota entre la poesía oral y la escrita?–La poesía oral pega mucho más que la poesía leída. Hay gente que decía que no leía y que después de escuchar se puso a leer o a escribir. En la radio, en vez de mensajes me mandan poemas ajenos o propios. Me parece que de esa manera emociona más.–¿Por qué Girondo?–Girondo no tiene la prensa de Borges. Hice muchos recitales por el país y los jóvenes siempre me preguntaban por él. –¿Recuerda cómo se conectó por primera vez con Girondo?–Hace veinte años. Me llevé sus libros para unas vacaciones. Y no lo pude largar. Estaba el Girondo que jugaba con las palabras, el que hacía una descripción social, el que jugueteaba con el sexo y el que estaba profundamente atravesado por la angustia de la muerte. Había muchos Girondo en Girondo. Era muy original. Metía la psicología y la sociología en todo momento. Era un filósofo amable. En el poema “Gratitud” dice: “Gracias aroma sol”. No hay ningún otro género que te permita eso. Eso es la poesía, un juego de palabras.–¿Qué opina de la poesía más comprometida?–Me parece importantísimo que esté el deseo de la transformación social. Pero también hay una poesía que está comprometida con la palabra. El poeta de la palabra quizá no cambia el mundo, pero transforma a la persona. Cuando se combinan ambas es muy interesante. Neruda, antes de militar en el PC, escribió: “Vuelvo a mi casa cansado de ver como el mundo no cambia”.–A la hora de recitarlos, ¿existen diferencias entre Borges y Girondo?–No es lo mismo. Cuando recito a Borges me impresiona la matemática, la exactitud de sus versos. A Borges trato de aprendérmelo de memoria porque no se puede cambiar una palabra. Pizarnik, por ejemplo, conlleva un desgarro y a Fernando Pessoa hay que leerlo con voz fuerte. Estudio cada poeta y trato de meterme en su carne. Hay poetas comprometidos, como Juan Gelman, que tienen poemas en los que juegan con la palabra. En “Gotan” dice: “Esa mujer se parecía a la palabra nunca”. Hermoso.–¿Y cómo se recita a los poetas militantes como Paco Urondo?–Y… cada palabra tiene el desgarro del sueño y de lo que no pudo ser. Hay que militar en su poesía. Uno se puede equivocar, pero el arte también es un equívoco.–¿Cómo analiza su función de recitador?–Lo hago bien porque me rompo el alma. Hacerlo bien es un acto en el que se deja de lado el narcisismo para hacer quedar bien al poeta. Creo que alguna vez va a ser reconocido como un arte. Me gustaría que me reconozcan como recitador de poesía. Con el orgullo de hacer algo “nacional”, con el perdón de la palabra. Porque tengo cierto fanatismo legítimo por nuestra cultura, que estuvo tapada mucho tiempo por una mirada hacia Europa. Como que lo mejor estaba allá.–¿Cómo evalúa la poesía argentina?–Sigue habiendo una gran producción. Hay una producción que no tiene nada que envidiarle a la poesía inglesa o francesa. Sigo pensando que todavía estamos un poco colonizados y que hay que seguir luchando para meternos en la cultura. Me parece que todavía no es apreciada como debería. Los países del primer mundo podrán ganarnos con la tecnología pero no con la poesía.–¿Qué le provoca hacer un disco de estas características?–Uno hace de correo. Si motivo a tres jóvenes a leer a Girondo me doy por hecho. Es una lástima que no se difunda tanta poesía.–¿Y eso por qué pasa?–Porque se piensa que la cultura es aburrida. Y no es así. Sólo que no sabe venderse. Si la cultura tuviera la oportunidad de pelear cuerpo a cuerpo con otras formas de expresión tendría su lugar. A la gente habría que prepararla más. Lennon dijo: “Dale una chance a la paz”. Yo digo: “Dale una chance a la poesía”. –¿De quién será el próximo trabajo?–Me gustaría que sea Marechal, Borges o Pizarnik. Borges merece que se lo escuche en el mundo, pero si me ayudan a convencer a María Kodama. Lo pido públicamente. El tema es que, aunque la poesía trascienda lo ideológico, si se entera que soy peronista se va poner algo difícil.

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