Niñez en la ciudad. Soledad Acuña, funcionaria del ministerio de Educación, les sacó las viandas a cien chicos que intentan salir de la calle argumentando que comen en paradores o en sus casas.
Por Soledad Lofredo
La semana pasada, 11 chicos fueron internados. Estaban tirados en la puerta del shopping Alto Palermo, intoxicados con pegamentos que habían inhalado. El jueves, el Ministerio de Educación porteño anunció a los docentes del programa Puentes Escolares –destinado a pibes en situación de calle que quieren volver a la escuela– que a fines de marzo cerrarán dos sedes en las que funciona. Desde el miércoles, las viandas no les llegan a los más de 100 chicos que asisten. ¿Dónde está la planificación del Gobierno de la Ciudad para contener a los pibes?“Está todo puesto en la emergencia y en lo que se ve. Ves camionetas del Equipo Móvil en la calle acercándose a los chicos, preguntándoles cosas, pero los operadores no hacen ni el seguimiento ni el acompañamiento que necesitan para salir”, cuenta Clarisa Gambera, responsable del espacio de niñez de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) Capital, quienes están monitoreando los programas que atienden a niños y niñas en la Ciudad. “Los chicos también se quedan solos al momento en que quieren iniciar un tratamiento, porque si van a una comunidad terapéutica de puertas abiertas, y el chico decide irse se va, tiene que haber equipos de calle que sepan realizar un acompañamiento, que sepan que vuelve a la calle y que estén con él. Pero lo único que están logrando es que queden a la deriva.”Según el gobierno porteño, el programa Equipo Móvil atiende situaciones de emergencia y alta vulnerabilidad social de niñas, niños y adolescentes en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires. Y fue creado para “construir lazos de confianza” con el niño, generar cambios en la situación, y la posibilidad de incluirlo en alguno de los programas “que atienden a esta población”.Gambera afirma que esto no es así. “Estas políticas se fueron desmantelando. Sabemos que en este tema todo es a largo plazo, porque requiere de equipos especializados y preparados. Lo que hoy hay en el Equipo móvil es personal mayormente nuevo, casi toda la gente renunció por las condiciones de trabajo precarias, pero sobre todo porque no está bien organizada la tarea. Los chicos que están en las calles y que pueden tener confianza después de un tiempo con un operador, son los que los vuelven a llamar para que regresen, y lo que se construye ahí es lo que permite avanzar hacia otra cosa, a una comunidad terapéutica, al hogar, a la escuela –es el caso de Puentes Escolares–, pero si no hay nada, ninguna referencia, todo es descartable, termina siendo un combo que solamente limpia la calle, y demuestran que lo importante para ellos es que a los chicos no los vea nadie.”Puentes Escolares es un programa de la Dirección de Inclusión Escolar del Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad, creado en el año 2001. La idea era integrar a los chicos en situación de calle a espacios educativos mediante dos “líneas de acción”: la revinculación educativa (talleres) y la reinserción escolar, tanto en centros de día como en diversas instituciones sociales. Todo esto funcionando gracias a un equipo interdisciplinario de profesionales: coordinadores, pedagogos, docentes, trabajadores sociales y psicólogos.María Inés –quien pidió reserva de su identidad– es la responsable del Centro de apoyo posprimario de Montserrat. A los 100 chicos que asisten les sacaron la vianda, que para ellos significaba una comida caliente al día. “El Gobierno no entiende que la comida sea una herramienta pedagógica: los chicos comen todos juntos, y a partir de ahí podemos hablar, armamos las actividades, y luego cada uno se va a hacer talleres de arte, apoyo escolar, acompañamientos, porque nuestro trabajo es integral, surge como un apoyo hacia la escuela”. Sumado a que es posprimario, entonces muchos van a los centros de atención profesional porque tienen que salir a trabajar.La mayoría de los centros reciben una merienda (un sándwich, una bebida y una barrita de cereal), cuyo costo es de 7,80 pesos por unidad, lo que hace un total de 2.340 pesos diarios. La justificación desde la Subsecretaría de Inclusión Educativa, a cargo de Soledad Acuña, es que “los chicos ya comen en los paradores o en sus casas”.A María Inés la llamó el encargado del concesionario que le acercaba la comida todos los días. Le avisó que les habían retirado la vianda. Días atrás, le habían comunicado desde el Gobierno de la Ciudad que algo de esto podría pasar, pero todo quedó en la informalidad, como la llamada del viernes para contarle que iban a restituirles la comida. “Hoy por hoy, nosotros somos un equipo reducido, pero tenemos el trabajo muy bien pensado. Además, se suma que quieren sacar dos centros para ponerlos en otro lado, porque a ellos el mapeo les da de otra manera. Nosotros pensamos mucho el armado de cada centro, los proyectos de cada pibe, las redes que hacemos; y la verdad es que nos parece increible que ellos crean que se puede sacar un espacio de un lugar para ponerlo en otro sin pensar en los pibes que se quedan en el camino.” Sin hogar. “Hace más de diez años que están los pibes en la calle, y algunos deben ser hijos de los pibes que atendimos hace diez años”, cuenta Clarisa Gambera. Pero, ¿qué hace el Equipo Móvil? Contactan a chicos que están en la calle, se les acercan, preguntan nombre y algo que genere un gancho de referencia; pero no deben generar una compulsión de subir a la camioneta, sino ir ganando confianza, y ofrecerles posibilidades. “Si vos ves que el pibe está atentando contra su vida, hay que hacer una medida para que te permitan actuar sobre el chico más allá de su voluntad. Lo que sí hay que garantizar es que el operador sea alguien permanente. Pero por como están planteando el programa hoy, generás un chico que no tenga ningun interés, ninguna actitud vinculante, que vuelve a la calle, al consumo, y esa es la evidencia de que no se hizo nada. Si se pone plata sólo para atender lo que se ve no queda nada.”Pero, para el Gcba, el tema de los chicos siempre estuvo en rojo sin preocuparse por resolver esta situación. “Ellos se sientan a pensar pero todo fragmentado. Nosotros hablamos con la gente que trata adicciones, entonces tenés todo por sectores: las casas que reciben chicos para hacer tratamientos no están articuladas con los operadores que están en los barrios, que se supone que tienen que estar sensibilizándose en el tema; tampoco están articulando con Equipo Móvil, que son los que contactan con los pibes. Cada uno hace su parte, pero fragmentado.” El trabajo es arduo, pero no imposible. Aunque, claramente, lo que están haciendo desde Ciudad no tiene nada que ver con una solución. “Se abren un montón de ‘kioscos’, un montón de lugares visibles, pero una verdadera política para cuidar a la infancia requiere que articulemos a todas las personas que los estamos atendiendo”.
La semana pasada, 11 chicos fueron internados. Estaban tirados en la puerta del shopping Alto Palermo, intoxicados con pegamentos que habían inhalado. El jueves, el Ministerio de Educación porteño anunció a los docentes del programa Puentes Escolares –destinado a pibes en situación de calle que quieren volver a la escuela– que a fines de marzo cerrarán dos sedes en las que funciona. Desde el miércoles, las viandas no les llegan a los más de 100 chicos que asisten. ¿Dónde está la planificación del Gobierno de la Ciudad para contener a los pibes?“Está todo puesto en la emergencia y en lo que se ve. Ves camionetas del Equipo Móvil en la calle acercándose a los chicos, preguntándoles cosas, pero los operadores no hacen ni el seguimiento ni el acompañamiento que necesitan para salir”, cuenta Clarisa Gambera, responsable del espacio de niñez de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) Capital, quienes están monitoreando los programas que atienden a niños y niñas en la Ciudad. “Los chicos también se quedan solos al momento en que quieren iniciar un tratamiento, porque si van a una comunidad terapéutica de puertas abiertas, y el chico decide irse se va, tiene que haber equipos de calle que sepan realizar un acompañamiento, que sepan que vuelve a la calle y que estén con él. Pero lo único que están logrando es que queden a la deriva.”Según el gobierno porteño, el programa Equipo Móvil atiende situaciones de emergencia y alta vulnerabilidad social de niñas, niños y adolescentes en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires. Y fue creado para “construir lazos de confianza” con el niño, generar cambios en la situación, y la posibilidad de incluirlo en alguno de los programas “que atienden a esta población”.Gambera afirma que esto no es así. “Estas políticas se fueron desmantelando. Sabemos que en este tema todo es a largo plazo, porque requiere de equipos especializados y preparados. Lo que hoy hay en el Equipo móvil es personal mayormente nuevo, casi toda la gente renunció por las condiciones de trabajo precarias, pero sobre todo porque no está bien organizada la tarea. Los chicos que están en las calles y que pueden tener confianza después de un tiempo con un operador, son los que los vuelven a llamar para que regresen, y lo que se construye ahí es lo que permite avanzar hacia otra cosa, a una comunidad terapéutica, al hogar, a la escuela –es el caso de Puentes Escolares–, pero si no hay nada, ninguna referencia, todo es descartable, termina siendo un combo que solamente limpia la calle, y demuestran que lo importante para ellos es que a los chicos no los vea nadie.”Puentes Escolares es un programa de la Dirección de Inclusión Escolar del Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad, creado en el año 2001. La idea era integrar a los chicos en situación de calle a espacios educativos mediante dos “líneas de acción”: la revinculación educativa (talleres) y la reinserción escolar, tanto en centros de día como en diversas instituciones sociales. Todo esto funcionando gracias a un equipo interdisciplinario de profesionales: coordinadores, pedagogos, docentes, trabajadores sociales y psicólogos.María Inés –quien pidió reserva de su identidad– es la responsable del Centro de apoyo posprimario de Montserrat. A los 100 chicos que asisten les sacaron la vianda, que para ellos significaba una comida caliente al día. “El Gobierno no entiende que la comida sea una herramienta pedagógica: los chicos comen todos juntos, y a partir de ahí podemos hablar, armamos las actividades, y luego cada uno se va a hacer talleres de arte, apoyo escolar, acompañamientos, porque nuestro trabajo es integral, surge como un apoyo hacia la escuela”. Sumado a que es posprimario, entonces muchos van a los centros de atención profesional porque tienen que salir a trabajar.La mayoría de los centros reciben una merienda (un sándwich, una bebida y una barrita de cereal), cuyo costo es de 7,80 pesos por unidad, lo que hace un total de 2.340 pesos diarios. La justificación desde la Subsecretaría de Inclusión Educativa, a cargo de Soledad Acuña, es que “los chicos ya comen en los paradores o en sus casas”.A María Inés la llamó el encargado del concesionario que le acercaba la comida todos los días. Le avisó que les habían retirado la vianda. Días atrás, le habían comunicado desde el Gobierno de la Ciudad que algo de esto podría pasar, pero todo quedó en la informalidad, como la llamada del viernes para contarle que iban a restituirles la comida. “Hoy por hoy, nosotros somos un equipo reducido, pero tenemos el trabajo muy bien pensado. Además, se suma que quieren sacar dos centros para ponerlos en otro lado, porque a ellos el mapeo les da de otra manera. Nosotros pensamos mucho el armado de cada centro, los proyectos de cada pibe, las redes que hacemos; y la verdad es que nos parece increible que ellos crean que se puede sacar un espacio de un lugar para ponerlo en otro sin pensar en los pibes que se quedan en el camino.”
Sin hogar.
“Hace más de diez años que están los pibes en la calle, y algunos deben ser hijos de los pibes que atendimos hace diez años”, cuenta Clarisa Gambera. Pero, ¿qué hace el Equipo Móvil? Contactan a chicos que están en la calle, se les acercan, preguntan nombre y algo que genere un gancho de referencia; pero no deben generar una compulsión de subir a la camioneta, sino ir ganando confianza, y ofrecerles posibilidades. “Si vos ves que el pibe está atentando contra su vida, hay que hacer una medida para que te permitan actuar sobre el chico más allá de su voluntad. Lo que sí hay que garantizar es que el operador sea alguien permanente. Pero por como están planteando el programa hoy, generás un chico que no tenga ningun interés, ninguna actitud vinculante, que vuelve a la calle, al consumo, y esa es la evidencia de que no se hizo nada. Si se pone plata sólo para atender lo que se ve no queda nada.”Pero, para el Gcba, el tema de los chicos siempre estuvo en rojo sin preocuparse por resolver esta situación. “Ellos se sientan a pensar pero todo fragmentado. Nosotros hablamos con la gente que trata adicciones, entonces tenés todo por sectores: las casas que reciben chicos para hacer tratamientos no están articuladas con los operadores que están en los barrios, que se supone que tienen que estar sensibilizándose en el tema; tampoco están articulando con Equipo Móvil, que son los que contactan con los pibes. Cada uno hace su parte, pero fragmentado.” El trabajo es arduo, pero no imposible. Aunque, claramente, lo que están haciendo desde Ciudad no tiene nada que ver con una solución. “Se abren un montón de ‘kioscos’, un montón de lugares visibles, pero una verdadera política para cuidar a la infancia requiere que articulemos a todas las personas que los estamos atendiendo”.
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