jueves, 29 de marzo de 2012

ENTREVISTA A ARCADI OLIVERES.LIDER DE LOS INDIGNADOS.


Sus primeros pasos en política no fueron nada fáciles. En 1968, durante el franquismo, fue procesado por el Tribunal de Orden Público y juzgado por reunión clandestina. Desde entonces, su lucha no ha cesado. El desarme militar, la globalización y el cambio climático han sido los temas de sus libros y conferencias. Hace once años es Presidente de Justicia y Paz, una de las principales organizaciones de derechos humanos de España. La conexión entre cristianismo y compromiso social lo acercaron en varias ocasiones al Nobel argentino, Adolfo Perez Esquivel.
Por Gogo Sarasqueta.
“Es una insignia de la lucha pacífica y constante por una sociedad más justa”.Su experiencia y coherencia lo han llevado a ser uno de los privilegiados que pueden ingresar a las acampadas del grito indignado y ser escuchado. Aún así, niega todo tipo de jerarquía dentro del incipiente movimiento. “Sólo mediante la humildad y la igualdad se podrá construir un futuro superador.” Pide paciencia. El 15-M necesita tiempo. Y descarta viejas fórmulas para nuevos problemas: “Por descontado, la alternativa no es el socialismo real ni la sociedad primitiva. La alternativa se creará a medida que trabajemos en ella”.–Los indignados seguirán activos en el 2012?–Veremos una continuación fructífera y positiva como el 2011, que fue un año muy importante por la irrupción del movimiento 15-M. Pero esto es un proceso a largo plazo. Tuvo muy buenas apariciones en los primeros meses de verano, luego remitió en el invierno, pero el trabajo continuó con menos exposición pública y mediática. Incluso entiendo que hay más personas trabajando en las comisiones barriales, en procesos para cambiar el sistema electoral o contra los desahucios.–¿El movimiento 15-M tiene potencial para seguir creciendo?–Seguramente. Las causas generadoras de la indignación son las mismas. Inclusive son más. Mi visión hacia los indignados es positiva: la capacidad de aglutinación y presión sobre los poderes económicos y políticos es cada vez mayor. Este segundo año continuará con la línea del primer año. Además, se incrementará la fuerza y se observará una mayor eficacia, resultado de la experiencia adquirida.–Usted habla de una “fase pedagógica” de los indignados...–Es en la fase en que se encuentran. Con una presencia pública importante. Los indignados están muy activos. Cada semana, distintos grupos están montando charlas en los barrios sobre un tema concreto, sea cooperativismo, ecológico o económico. Es una etapa de interpelación a la sociedad.–¿Algunos efectos materializados en la realidad?–No. Ni pienso que sean deseables en este momento. Habrá que encontrar efectos y resultados a largo plazo, seguro. Pero en este momento, queda mucha pedagogía política por hacer. Cualquier movimiento o partido, históricamente, ha obtenido un resultado público tras un largo proceso de elaboración y gestación. No podemos pedirle frutos inmediatos a un movimiento joven, que tiene sólo 8 ó 9 meses de existencia, en el mejor de los casos. De momento, deseo una larga vida a esta fase pedagógica política.–Durante las manifestaciones se han ondeado pancartas que identificaban a los indignados como un movimiento sin pertenencia ideológica: “Ni de izquierda ni de derecha”. Sin embargo, hubo partidos progresistas en las últimas elecciones, como Izquierda Unida, que incluyeron a indignados en sus listas. –Creo que, desde un amplio espectro político, se pueden definir dentro de lo que tradicionalmente se denominó la izquierda. Porque aspiran a una renovación total de las formas políticas y de los modelos económicos. El que no quiere cambiar las cosas es un conservador. Desde esta concepción genérica, es un movimiento nítidamente de izquierda.Otra cosa distinta, y a mí me parece bien, es que ellos no quieran encasillarse en formaciones políticas de una izquierda determinada, como el Psoe, que no sé si es de izquierda Yo tengo la impresión de que eso sería un problema para ellos. La perdición de los indignados sería encasillarse como partido político.–Exceptuando el caso de Italia, las protestas siempre han tenido un tono cívico y pacífico. ¿En qué medida eso incomoda a los poderes económicos y políticos?–Yo pienso que para que una acción sea eficaz, siempre ha de ser no violenta. Las aspiraciones que se obtienen mediante la violencia, a la larga son siempre ineficaces, además de incoherentes con su finalidad. Gandhi decía: “Hay que ser coherente entre los medios y los fines”. Es incomprensible crear una sociedad “justa a los tiros”. Ahora, ¿en qué medida incide en los poderes? Eso ya no depende sólo de los indignados, sino de la política diaria, del rumbo de la economía y la geopolítica internacionales.–El ciudadano, ¿necesita al indignado?–El indignado ha estado al servicio del ciudadano medio, siempre. Y es un deber del indignado mostrar al ciudadano medio, en épocas de crisis, el riesgo que corre de perder su trabajo, su subvención, su seguro de paro, su vivienda digna. También es un deber del indignado señalar a los ciudadanos que hacen compras especulativas de pisos, consumen desaforadamente coches de marcas o artículos de lujo innecesarios que dañen al medio ambiente. Es decir, hay que estar al lado del ciudadano sin perder la visión crítica.–El movimiento aspira a mantener la horizontalidad, sin líderes ni jerarquías. ¿Eso es posible?–Las redes sociales y los sistemas de informatización permiten que eso sea totalmente posible. Antes, seguramente, hacía falta un señor en la plaza para ser de nexo con la ciudadanía. Hoy en día, los foros son virtuales y todo el mundo tiene acceso a ellos.–¿Existe una analogía entre la primavera árabe y el 15-M?–Yo creo que ninguna. Las razones de los indignados están a una distancia considerable de las del mundo árabe. Son mucho más serias sus razones que las nuestras. Las nuestras son el paro, la falta de futuro de los jóvenes, el descenso del poder adquisitivo; mientras que las de ellos son el hambre y la falta de libertad. Las suyas son razones mucho más acuciantes que un seguro de paro. Aunque es cierto que los dos movimientos están siendo una réplica a este capitalismo desaforado que golpea en todas partes.

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