sábado, 29 de mayo de 2010

LA NUEVA INQUISICIÓN


El Vaticano presiona al obispo de Neuquén por su defensa de los mapuches. En marzo pasado, el cardenal Giovanni Battista Re, le sugirió que renunciara, y si bien el prelado se negó algunas fuentes revelaron que, la Santa Sede podría enviar un “tutor”.



Por Mario E. Valor
Desde Neuquén

El obispo de Neuquén, Marcelo Melani, un hombre imbuido del espíritu del Concilio y de la escuela fundada por Jaime De Nevares, que ha desarrollado una intensa actividad social en defensa de las comunidades mapuches y de los pastores del norte y centro de la provincia que están siendo despojados de sus tierras, está en la mira de un poderoso sector del Vaticano.

En marzo pasado, el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación para los Obispos, un religioso muy cercano al papa Joseph Ratzinger, le sugirió que renunciara, y si bien el prelado se negó y expuso sus motivos, algunas fuentes revelaron que, como alternativa, la Santa Sede podría obligar a Melani a compartir el manejo de la diócesis con un “coadjutor” o un “enviado evangélico”, que ejercería como una suerte de “tutor”.

El motivo aparente de este pequeño cataclismo serían las denuncias originadas en sectores conservadores de la diócesis sobre presuntas “imprecisiones teológicas”, “abusos litúrgicos” y “desórdenes administrativos”. Pero en círculos de la Iglesia neuquina nadie se engaña: con su activa participación a favor de los más desprotegidos y sus cuestionamientos a sectores de poder político y económico monseñor Melani se ha ganado la inquina de los poderosos.

Si bien no se ha conocido el nombre de los denunciantes, según fuentes del obispado neuquino el planteo contra Melani surgió en el seno de la diócesis y llegó a Roma. El planteo puntual no se conoce pero, por ejemplo, podría considerarse como un abuso litúrgico la celebración de misa en mangas de camisa, sin el atuendo y la estola característicos.

Melani se ha negado a hablar sobre el tema, pero el cura Rubén Capitanio, párroco de Centenario, una localidad cercana a la capital de la provincia, alzó la voz la semana pasada para revelar que en marzo pasado, en ocasión de una visita de los obispos argentinos a Benedicto XVI, el cardenal Re le transmitió al prelado neuquino la “sugerencia” de que renuncie.

Capitanio aclaró que un pedido de renuncia sólo lo puede formular el Papa en persona, pero advirtió que “la sugerencia existió” y destacó que la misma “no nos pareció ni justa ni buena”.
Desde que la ofensiva contra el obispo neuquino tomó estado público a través del diario local Río Negro, han sido numerosos los pronunciamientos en su favor. Entre otros, se solidarizaron el gobernador Jorge Sapag, el intendente de la capital Martín Farizano, gremios, fuerzas de izquierda y del llamado centro, organizaciones sociales y comunidades mapuches.

Capitanio no identificó con precisión el origen de los cuestionamientos pero mencionó a “algún estanciero” del interior de la provincia que podría haberse quejado por la celebración de una misa en el campo sin los atuendos de rigor.

Sin embargo, una fuente diplomática experta en relaciones con la Iglesia reveló que las quejas habrían provenido de la recientemente fallecida ex canciller italiana Susana Agnelli, madre del presidente de la Fiat argentina Cristiano Ratazzi, quien habría visitado en más de una oportunidad la provincia y habría tenido oportunidad de presenciar las ceremonias censuradas.

La fuente mencionó también entre los denunciantes al cura Aníbal Fosbery, un sacerdote filointegrista creador de la denominada Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino (Fasta), al parecer vinculado durante el Proceso al represor Domingo Bussi en Tucumán y autor de una reivindicación del criminal de guerra nazi Erich Priebke, detenido hace algunos años en Bariloche y extraditado a Italia.

Otro obispo, cuyo nombre no se proporcionó pero que revista en la línea del conservador obispo de La Plata, Héctor Aguer, adujo que Melani tiene un gran desorden administrativo.
Con todo, la fuente aclaró que si bien el tema tomó estado público en los últimos días, los cuestionamientos por parte de un sector del Vaticano a Melani “y también a su par de Bariloche, Fernando Maletti”, inscripto en la misma corriente progresista que el neuquino, datan de hace por lo menos un año y tienen entre sus protagonistas al nuncio apostólico en la Argentina, monseñor Adriano Bernardini.

A diferencia del presidente del Episcopado, cardenal Jorge Bergoglio, quien se habría preocupado por respaldar en forma privada a Melani –de hecho el diario La Nación, siempre fiel a la Iglesia, así lo indicó–, Bernardini se inscribe en una corriente conservadora de la curia romana que rechaza las incursiones de los obispos en cuestiones sociales y aboga una labor fundamentalmente evangélica.
Así, Bernardini deplora la participación de religiosos en cuestiones sociales o políticas y aunque censura aspectos del gobierno de los Kirchner, en su momento habría cuestionado al obispo de Puerto Iguazú, Misiones, monseñor Joaquín Piña, por su incursión como candidato político.

En septiembre de 2007 el nuncio apostólico visitó Neuquén en medio de la autocrítica formulada por la Pastoral de Migraciones del obispado por el papel de la Iglesia durante la última dictadura, un documento que fue muy lejos, teniendo en cuenta de la postura oficial del Episcopado argentino.
Por ese entonces, también, el cura Capitanio, un hombre que cuenta con la bendición de Melani, acababa de participar como testigo en el juicio al ex capellán de la Policía Bonaerense, Christian Von Wernich, condenado por su complicidad con la represión ilegal durante el gobierno militar.
Por ese entonces, no faltó quien especulara con la posibilidad de que la visita guardara relación con la postura adoptada por el obispado sobre estos aspectos.

Bernardini está lejos del integrismo le-febvriano, pero se convirtió en embajador del Vaticano de la mano del cardenal Angelo Sodano, quien tenía estrechos vínculos con el ex embajador de Carlos Memen ante el papado, Esteban Cacho Caselli, y se inscribe entre los sectores conservadores de Roma con mucho poder económico.

La fuente diplomática estimó que el respaldo de Bergoglio y sobre todo la generalizada reacción de la sociedad neuquina, que salió a defender la línea del obispo, harán que la ofensiva del Vaticano se caiga, “al menos por un tiempo”. La Iglesia Católica, consideró, no quiere hacer las cosas a la luz y si a Melani lo van a desplazar, o le van a poner un tutor lo más probable es que lo hagan más adelante, cuando las aguas se hayan aquietado. “Como la jubilación no es posible –al obispo neuquino le faltan todavía cinco años y no ha cometido ninguna falta grave– lo más probable es que en algún tiempo lo promuevan a otro cargo para sacarlo del medio”.

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