Norberto Galasso es uno de los grandes exponentes vivos del pensamiento nacional, continuador de intelectuales y militantes como Ugarte, Cooke y Hernández Arregui. Participará en un seminario sobre la unidad latinomericana. Sus opiniones.
Por Diego Long
A Norberto Galasso se lo conoce mucho o no se lo conoce. Es historiador, uno de los máximos del campo político nacional y popular. Tiene 72 años y desde hace 40 ha publicado numerosas obras cuya cualidad principal es la coherencia.
Se lo conoce mucho, en el caso de que se haya tenido la suerte de acceder a uno de sus libros. A partir de allí no hay quién no quede atento a lo que encuentre publicado del autor. Suposiciones, tramas confusas, costumbres inexplicables, o un baúl de datos recordados más o menos vagamente, empiezan a acomodarse y a resignificarse.
Por otro lado, quizás algunos no lo conozcan porque finalmente él mismo haya pasado a formar parte de la selección de autores malditos de la cultura argentina. Aparte de escribir sobre Juan Perón o Enrique Santos Discépolo, también se ocupó de la colección que se llamó Malditos y es con lo que Galasso, junto con otros prestigiosos profesionales, devolvió al relato oficial a aquellos personajes que formaron parte importante de la intelectualidad de la Argentina, cuyo pensamiento nacional los colocó en disidencia con el pensamiento canónico o los intereses del establishment, como a Hernández Arregui, Raúl Scalabrini Ortiz, John William Cooke o Manuel Ugarte, por ejemplo.
Galasso coordina el lujo de invitados y va a dictar al menos dos de las charlas que a partir de esta semana, y hasta noviembre, sucederán en el ND/Ateneo. Es sumamente optimista, asegura que la región está viviendo un momento único y que, a pesar de pequeñas diferencias entre vecinos, “en la cercanía del aniversario parece que San Martín está cabalgando nuevamente junto a Bolívar”.
–Aparte de las diferencias entre países de la región, aparecen las diferencias hacia adentro, los conservadores están de oposición. ¿Los ubica en una misma línea?
–Yo creo que ellos se ubican solos. El alcalde de Santa Cruz dijo el otro día que él estaba totalmente consustanciado con la Mesa de Enlace agropecuaria argentina y con los estudiantes de Venezuela. Y además dijo que no iba a aceptar el delito de las urnas, de donde ha salido un notable apoyo a Evo Morales. La lucha es siempre la misma, desde el fondo de la historia, es entre intereses, comerciales, terratenientes, mineros, vinculados generalmente a los puertos, que han tendido a crear países con sectores articulados con influencias imperialistas. En vez de crecer hacia adentro, como Estados Unidos, han crecido hacia afuera, con grandes cabezas, como Buenos Aires, pero con cuerpos raquíticos.
–Impidiendo, a fuerza de fragmentación interna, el desarrollo de la mayoría…
–Contra ese fenómeno es la lucha de San Martín, cuando considera que no es suficiente la liberación de las Provincias Unidas, sino que hay que trasladarla a Chile, a Perú. O cuando Bolívar crea la Gran Colombia. A los chicos en la escuela no les enseñan que la Gran Colombia era Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá y que todo eso también fue destrozado, fragmentado, y siempre es la política de dividir para reinar.
–¿Y en los actores recientes del conflicto agrario encuentra una línea histórica?
–Hubo un fenómeno de disputa de la renta agraria diferencial, que es una constante de la historia argentina, que produce con bajos costos, porque tiene unas praderas extraordinarias, pero el puerto, ya sea el de Buenos Aires como el de Rosario, ha querido un país para pocos.
–¿No cree las versiones de reinversión, entonces?
–Cuando hubo altos precios, fin de siglo XIX, principio del siglo XX, tuvieron ganancias extraordinarias y las dilapidaron, cosa que en todo este conflicto no se mencionó. Se construyeron grandes palacetes, como los Anchorena, por ejemplo. Donde está ahora el Círculo Militar, era el palacio de los Paz, y el comedor familiar hoy es el restaurante. Como jeques árabes con el resultado del petróleo. Ahora, cuando el Gobierno intenta distribuir una parte de esa riqueza, se produce este fenómeno, que al poco tiempo se convierte en un intento desestabilizador, con rasgos derechistas y el apoyo de grandes monopolios comunicacionales.
–¿Por qué cree que la clase media tomó el discurso de la clase dominante?
–Eso viene desde casi toda la historia, cuando la clase dominante se consolida establece en las escuelas la historia mitrista. La historia mitrista indica que los buenos son los amigos de los ingleses, después los norteamericanos, los blancos. Los bárbaros son los negros, los del interior. Este fenómeno se produce en la historia, pero también en la economía, porque se ha enseñado tradicionalmente economía liberal; se produce en la literatura, porque se ha intentado una literatura exquisita frente a lo que dio América latina en el terreno literario. Argentina se expresó en Borges, que tuvo de joven una época nacionalista, rosista e yrigoyenista, y que después se convirtió en un orfebre de la literatura, pero una literatura que puede haber sido escrita en cualquier parte del mundo.
–Extraña, la clase media…
–Hernández Arreghi dice que la clase media es pseudo culta, porque es culta de las culturas lejanas, de cultura enciclopedista. Sabe el curso del río Rihn o del río Sena, pero no sabe que el arroyo Maldonado pasa por debajo de la ciudad de Buenos Aires. Jauretche combatió mucho este azonzamiento de los sectores medios que juegan contra sus propios intereses.
–Usted escribió sobre Cooke, Scalabrini Ortiz, Perón, ¿cree que perdió calidad intelectual la política?
-No, yo creo que esos personajes existen, pero no aparecen en los medios. Gente como Mario Rapoport, en economía; como Alfredo Eric Calcagno, o como el hijo, Eric Calcagno, aparecen en televisión excepcionalmente. Hay mucha gente valiosa, pasó en la plástica; Carpani fue silenciado durante muchísimo tiempo. O (Ramón) Carrillo, el mayor ministro de Salud Pública que tuvo la Argentina y mucha gente no sabe quién es. También acá hubo sindicalistas de primera línea, como Almado Olmos o Sebastián Borro, que algunos han olvidado porque se han vuelto empresarios, y a otros sólo les interesa mostrarle a la clase media que son todos sinvergüenzas.
–En aquella ya famosa discusión que mantuvo con Andrés Rivera, usted habla de las traiciones y claudicaciones dentro del peronismo. ¿Cuál le parece la más simbólica o dolorosa?
–Y, yo creo que la de (Carlos) Menem. Que no es Menem, es toda una dirigencia, porque fue apoyado por Matera, fue apoyado por Cafiero. El peronismo es un movimiento policlasista, en la época de Perón equilibraba a sectores industriales, empresarios nuevos, clase trabajadora, la iglesia que tiene su participación, el ejército. En la época de Menem, ese movimiento policlasista prácticamente es copado por los grupos económicos; esto lo dice Franco Macri en sus memorias. Ellos eran el poder y el poder copó el peronismo en un momento muy malo, porque la clase trabajadora estaba muy debilitada también y entonces el peronismo se convirtió en su contrario, es decir, la única forma de destruir lo que había hecho el peronismo era desde el peronismo.
–Cuando Luis D'Elía se convirtió nuevamente en el villano y, entre otras cosas, dijo que odiaba a la puta oligarquía, ¿no le recordó a San Martín, cuando dijo que odiaba a toda aristocracia?
–Claro, “odio todo lo que es lujo y aristocracia”, dice, y Leonardo Favio también lo dice, “y yo odio como se debe a la oligarquía”. Pasa que toman el discurso de que la política no es un enfrentamiento de intereses, y que es una cuestión de gestión, lo que ha permitido que muchos votaran a Macri.
América Latina Unida
A Norberto Galasso se lo conoce mucho o no se lo conoce. Es historiador, uno de los máximos del campo político nacional y popular. Tiene 72 años y desde hace 40 ha publicado numerosas obras cuya cualidad principal es la coherencia.
Se lo conoce mucho, en el caso de que se haya tenido la suerte de acceder a uno de sus libros. A partir de allí no hay quién no quede atento a lo que encuentre publicado del autor. Suposiciones, tramas confusas, costumbres inexplicables, o un baúl de datos recordados más o menos vagamente, empiezan a acomodarse y a resignificarse.
Por otro lado, quizás algunos no lo conozcan porque finalmente él mismo haya pasado a formar parte de la selección de autores malditos de la cultura argentina. Aparte de escribir sobre Juan Perón o Enrique Santos Discépolo, también se ocupó de la colección que se llamó Malditos y es con lo que Galasso, junto con otros prestigiosos profesionales, devolvió al relato oficial a aquellos personajes que formaron parte importante de la intelectualidad de la Argentina, cuyo pensamiento nacional los colocó en disidencia con el pensamiento canónico o los intereses del establishment, como a Hernández Arregui, Raúl Scalabrini Ortiz, John William Cooke o Manuel Ugarte, por ejemplo.
Galasso coordina el lujo de invitados y va a dictar al menos dos de las charlas que a partir de esta semana, y hasta noviembre, sucederán en el ND/Ateneo. Es sumamente optimista, asegura que la región está viviendo un momento único y que, a pesar de pequeñas diferencias entre vecinos, “en la cercanía del aniversario parece que San Martín está cabalgando nuevamente junto a Bolívar”.
–Aparte de las diferencias entre países de la región, aparecen las diferencias hacia adentro, los conservadores están de oposición. ¿Los ubica en una misma línea?
–Yo creo que ellos se ubican solos. El alcalde de Santa Cruz dijo el otro día que él estaba totalmente consustanciado con la Mesa de Enlace agropecuaria argentina y con los estudiantes de Venezuela. Y además dijo que no iba a aceptar el delito de las urnas, de donde ha salido un notable apoyo a Evo Morales. La lucha es siempre la misma, desde el fondo de la historia, es entre intereses, comerciales, terratenientes, mineros, vinculados generalmente a los puertos, que han tendido a crear países con sectores articulados con influencias imperialistas. En vez de crecer hacia adentro, como Estados Unidos, han crecido hacia afuera, con grandes cabezas, como Buenos Aires, pero con cuerpos raquíticos.
–Impidiendo, a fuerza de fragmentación interna, el desarrollo de la mayoría…
–Contra ese fenómeno es la lucha de San Martín, cuando considera que no es suficiente la liberación de las Provincias Unidas, sino que hay que trasladarla a Chile, a Perú. O cuando Bolívar crea la Gran Colombia. A los chicos en la escuela no les enseñan que la Gran Colombia era Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá y que todo eso también fue destrozado, fragmentado, y siempre es la política de dividir para reinar.
–¿Y en los actores recientes del conflicto agrario encuentra una línea histórica?
–Hubo un fenómeno de disputa de la renta agraria diferencial, que es una constante de la historia argentina, que produce con bajos costos, porque tiene unas praderas extraordinarias, pero el puerto, ya sea el de Buenos Aires como el de Rosario, ha querido un país para pocos.
–¿No cree las versiones de reinversión, entonces?
–Cuando hubo altos precios, fin de siglo XIX, principio del siglo XX, tuvieron ganancias extraordinarias y las dilapidaron, cosa que en todo este conflicto no se mencionó. Se construyeron grandes palacetes, como los Anchorena, por ejemplo. Donde está ahora el Círculo Militar, era el palacio de los Paz, y el comedor familiar hoy es el restaurante. Como jeques árabes con el resultado del petróleo. Ahora, cuando el Gobierno intenta distribuir una parte de esa riqueza, se produce este fenómeno, que al poco tiempo se convierte en un intento desestabilizador, con rasgos derechistas y el apoyo de grandes monopolios comunicacionales.
–¿Por qué cree que la clase media tomó el discurso de la clase dominante?
–Eso viene desde casi toda la historia, cuando la clase dominante se consolida establece en las escuelas la historia mitrista. La historia mitrista indica que los buenos son los amigos de los ingleses, después los norteamericanos, los blancos. Los bárbaros son los negros, los del interior. Este fenómeno se produce en la historia, pero también en la economía, porque se ha enseñado tradicionalmente economía liberal; se produce en la literatura, porque se ha intentado una literatura exquisita frente a lo que dio América latina en el terreno literario. Argentina se expresó en Borges, que tuvo de joven una época nacionalista, rosista e yrigoyenista, y que después se convirtió en un orfebre de la literatura, pero una literatura que puede haber sido escrita en cualquier parte del mundo.
–Extraña, la clase media…
–Hernández Arreghi dice que la clase media es pseudo culta, porque es culta de las culturas lejanas, de cultura enciclopedista. Sabe el curso del río Rihn o del río Sena, pero no sabe que el arroyo Maldonado pasa por debajo de la ciudad de Buenos Aires. Jauretche combatió mucho este azonzamiento de los sectores medios que juegan contra sus propios intereses.
–Usted escribió sobre Cooke, Scalabrini Ortiz, Perón, ¿cree que perdió calidad intelectual la política?
-No, yo creo que esos personajes existen, pero no aparecen en los medios. Gente como Mario Rapoport, en economía; como Alfredo Eric Calcagno, o como el hijo, Eric Calcagno, aparecen en televisión excepcionalmente. Hay mucha gente valiosa, pasó en la plástica; Carpani fue silenciado durante muchísimo tiempo. O (Ramón) Carrillo, el mayor ministro de Salud Pública que tuvo la Argentina y mucha gente no sabe quién es. También acá hubo sindicalistas de primera línea, como Almado Olmos o Sebastián Borro, que algunos han olvidado porque se han vuelto empresarios, y a otros sólo les interesa mostrarle a la clase media que son todos sinvergüenzas.
–En aquella ya famosa discusión que mantuvo con Andrés Rivera, usted habla de las traiciones y claudicaciones dentro del peronismo. ¿Cuál le parece la más simbólica o dolorosa?
–Y, yo creo que la de (Carlos) Menem. Que no es Menem, es toda una dirigencia, porque fue apoyado por Matera, fue apoyado por Cafiero. El peronismo es un movimiento policlasista, en la época de Perón equilibraba a sectores industriales, empresarios nuevos, clase trabajadora, la iglesia que tiene su participación, el ejército. En la época de Menem, ese movimiento policlasista prácticamente es copado por los grupos económicos; esto lo dice Franco Macri en sus memorias. Ellos eran el poder y el poder copó el peronismo en un momento muy malo, porque la clase trabajadora estaba muy debilitada también y entonces el peronismo se convirtió en su contrario, es decir, la única forma de destruir lo que había hecho el peronismo era desde el peronismo.
–Cuando Luis D'Elía se convirtió nuevamente en el villano y, entre otras cosas, dijo que odiaba a la puta oligarquía, ¿no le recordó a San Martín, cuando dijo que odiaba a toda aristocracia?
–Claro, “odio todo lo que es lujo y aristocracia”, dice, y Leonardo Favio también lo dice, “y yo odio como se debe a la oligarquía”. Pasa que toman el discurso de que la política no es un enfrentamiento de intereses, y que es una cuestión de gestión, lo que ha permitido que muchos votaran a Macri.
América Latina Unida
En el ND/Ateneo, a partir del próximo martes 19, se prepara el interesantísimo ciclo de charlas y posteriores debates impulsado a desentrañar la historia, con sus causas, de la dolosa fragmentación de lo que debió ser la Patria Grande y en cambio terminó siendo la región relegada y oprimida que conocemos.
América Latina Unida es una de las patas culturales que encuentra el espacio para volver sobre los pasos de la producción oficial del relato de los sucesos que hasta aquí siguen siendo monopolio de una intrepretación de extracción liberal.
“Consideramos que estamos viviendo un momento excepcional en ese sentido, es decir, hay planteos que, para mi generación, hace veinte o treinta años, eran totalmente utópicos. Hablar de la posibilidad de la moneda latinoamericana, hablar del Banco del Sur, del Unasur, de un Comité de Defensa Latinoamericano, que llegue a suceder que en el caso de que un país se sienta agredido, que se sienta agredida toda la Patria Grande”, dice Norberto Galasso, quien además de coordinar, junto a Germán Ibáñez y Maximiliano Molocznik, dará la primera charla precisamente analizando desde un enfoque histórico a Los Estados Unidos de América del norte y los Estados Desunidos de América latina.
Por allí, en los martes subsiguientes, siempre a las 19.30, se podrá escuchar también a Nicolás Casullo y Juan Pablo Feinmann, dedicando una fecha a la Argentina; León Pomer hará lo propio con Brasil; Modesto Guerrero dedicará su charla a Venezuela, Pedro Brieger a Ecuador; Rubén Dri tratará nada menos que La iglesia en América latina; Néstor Restivo y José Salvador Cárcamo contarán de Chile, Guido Chávez de Bolivia y Francisco Delgado hablará de Cuba. Stella Calloni se prepara para analizar a Estados Unidos y América Latina en el siglo XXI, de Paraguay traerá novedades León Pomer, y Carlos Suárez es el especialista en Centroamérica, siempre y cuando la cosa termine sin la sorpresa que se espera por el Uruguay. Se entregarán certificados de asistencia, la inversión es de $ 8 cada día, pero se puede sacar un abono más barato.
“Los fierros son los de la comunicación”
Los personajes resurgidos a partir del conflicto con los productores tienen su correlato en figuras del pasado, para Galasso, en tanto que “siempre se han dado casos de figuras que son usadas. Hubo en la Argentina el socialismo tradicional, que jugaba mal, como generalmente lo ha hecho la izquierda. Después, para peor, hubo un socialismo independiente del cual surgió Federico Pinedo, que era una de las expresiones más conservadoras.”
Para el historiador es evidente que no existen condiciones para golpes militares, “por eso se ha dicho últimamente, y con razón, que los fierros, ahora, son los fierros comunicacionales”. “Los grandes monopolios crean opinión, y se producen cacerolazos, y aparece la señora Pando amenazando con un retorno a una cosa imposible, como fue la dictadura siniestra, el neoliberalismo que además destruyó el país con las privatizaciones y ahora nos encontramos que han fracasado prácticamente todas”, se indigna.
“Ese sector defiende sus intereses y tiene en su favor a sectores de clase media, que se someten al mercado y a la idea de que el Estado no debe intervenir, pero cuando Aerolíneas era estatal funcionaba bien y tenía 28 aviones propios, y ahora resulta que está quebrada y por poco hay que pedir perdón por estatizarla por- que hay gente que plantea una mentalidad de acuerdo con los intereses de los grandes periódicos, que expresan a los viejos sectores como la Sociedad Rural, el capital financiero, multinacionales. No es casualidad que, por ejemplo, en Bolivia, el embajador norteamericano haya tenido una participación activa en los últimos avatares”, explica el intelectual, y reflexiona otra vez con Jauretche: “Con todo respeto –decía él–, yo no digo que sean zonzos, porque yo no soy un vivo, sólo soy un gil avivado”.
–¿Y a la luz de la historia?
–Y no es casual que Mitre, que era el padre de la oligarquía, fuera también el padre de la historia, y fuera también el dueño del principal periódico que es La Nación, tribuna de doctrina desde muchísimo tiempo.
–La situación actual no ayuda…
–Y, están muy concentrados. No hay medios donde haya la posibilidad de tener trabajo. Y se han producido algunos hechos que son bastante lamentables, como en La Voz del Interior, de Córdoba, que es de Clarín y lo echó prácticamente a Enrique Lacolla después de 33 años de ser periodista, uno de los intelectuales más valiosos de allí y del país. Lo mismo con Claudio Díaz. Es dramático. La gente a veces habla de la libertad de prensa y la libertad de prensa es la libertad de los dueños del diario. O de los avisadores.
Populismo, una palabra despectiva
La pregunta que redunda, en este cuadro de situación general, es ¿cómo fue posible que quedara conformado un mapa latinoamericano con dirigentes más apegados a la causa popular, entonces?
“Yo creo que el neoliberalismo fracasó en todos estos países y han emergido nuevamente los movimientos que calificaban despectivamente como populistas. Ahora, como una figura muy importante en Europa, Ernesto Laclau ha dicho que puede haber populismos buenos; entonces, los populistas son más respetables. Pero son fenómenos en los que los pueblos se expresan frente a una crisis general de los partidos.
–¿Por qué el origen despectivo de la palabra?
–Han utilizado, especialmente desde el campo universitario, la palabra populismo para descalificar.
Porque el pueblo, cuando se moviliza, lo hace en función de lo que puede y como puede; las mayorías populares no vienen de la universidad, vienen del laburo. En pocas palabras, identifican claramente a quienes los quieren joder, cosa que la clase media a veces no hace”, comenta Galasso, y retoma: “Así se encuentran con un Yrigoyen que, más allá de errores o manchas que tenga en la Semana Trágica y otras cosas, sin embargo construye, milagrosamente, una fuerza importante que logra el sufragio libre, que la clase media pueda votar, que se incorpore al aparato del Estado, que los estudiantes hagan la reforma universitaria. La gente encuentra algo en esas figuras, que para algunos era un mesías; yo recuerdo que mis tíos me contaban que hasta en el último rincón de las provincias había una foto de Yrigoyen con una vela, y después la reemplazaron por Evita o por Perón”.
América Latina Unida es una de las patas culturales que encuentra el espacio para volver sobre los pasos de la producción oficial del relato de los sucesos que hasta aquí siguen siendo monopolio de una intrepretación de extracción liberal.
“Consideramos que estamos viviendo un momento excepcional en ese sentido, es decir, hay planteos que, para mi generación, hace veinte o treinta años, eran totalmente utópicos. Hablar de la posibilidad de la moneda latinoamericana, hablar del Banco del Sur, del Unasur, de un Comité de Defensa Latinoamericano, que llegue a suceder que en el caso de que un país se sienta agredido, que se sienta agredida toda la Patria Grande”, dice Norberto Galasso, quien además de coordinar, junto a Germán Ibáñez y Maximiliano Molocznik, dará la primera charla precisamente analizando desde un enfoque histórico a Los Estados Unidos de América del norte y los Estados Desunidos de América latina.
Por allí, en los martes subsiguientes, siempre a las 19.30, se podrá escuchar también a Nicolás Casullo y Juan Pablo Feinmann, dedicando una fecha a la Argentina; León Pomer hará lo propio con Brasil; Modesto Guerrero dedicará su charla a Venezuela, Pedro Brieger a Ecuador; Rubén Dri tratará nada menos que La iglesia en América latina; Néstor Restivo y José Salvador Cárcamo contarán de Chile, Guido Chávez de Bolivia y Francisco Delgado hablará de Cuba. Stella Calloni se prepara para analizar a Estados Unidos y América Latina en el siglo XXI, de Paraguay traerá novedades León Pomer, y Carlos Suárez es el especialista en Centroamérica, siempre y cuando la cosa termine sin la sorpresa que se espera por el Uruguay. Se entregarán certificados de asistencia, la inversión es de $ 8 cada día, pero se puede sacar un abono más barato.
“Los fierros son los de la comunicación”
Los personajes resurgidos a partir del conflicto con los productores tienen su correlato en figuras del pasado, para Galasso, en tanto que “siempre se han dado casos de figuras que son usadas. Hubo en la Argentina el socialismo tradicional, que jugaba mal, como generalmente lo ha hecho la izquierda. Después, para peor, hubo un socialismo independiente del cual surgió Federico Pinedo, que era una de las expresiones más conservadoras.”
Para el historiador es evidente que no existen condiciones para golpes militares, “por eso se ha dicho últimamente, y con razón, que los fierros, ahora, son los fierros comunicacionales”. “Los grandes monopolios crean opinión, y se producen cacerolazos, y aparece la señora Pando amenazando con un retorno a una cosa imposible, como fue la dictadura siniestra, el neoliberalismo que además destruyó el país con las privatizaciones y ahora nos encontramos que han fracasado prácticamente todas”, se indigna.
“Ese sector defiende sus intereses y tiene en su favor a sectores de clase media, que se someten al mercado y a la idea de que el Estado no debe intervenir, pero cuando Aerolíneas era estatal funcionaba bien y tenía 28 aviones propios, y ahora resulta que está quebrada y por poco hay que pedir perdón por estatizarla por- que hay gente que plantea una mentalidad de acuerdo con los intereses de los grandes periódicos, que expresan a los viejos sectores como la Sociedad Rural, el capital financiero, multinacionales. No es casualidad que, por ejemplo, en Bolivia, el embajador norteamericano haya tenido una participación activa en los últimos avatares”, explica el intelectual, y reflexiona otra vez con Jauretche: “Con todo respeto –decía él–, yo no digo que sean zonzos, porque yo no soy un vivo, sólo soy un gil avivado”.
–¿Y a la luz de la historia?
–Y no es casual que Mitre, que era el padre de la oligarquía, fuera también el padre de la historia, y fuera también el dueño del principal periódico que es La Nación, tribuna de doctrina desde muchísimo tiempo.
–La situación actual no ayuda…
–Y, están muy concentrados. No hay medios donde haya la posibilidad de tener trabajo. Y se han producido algunos hechos que son bastante lamentables, como en La Voz del Interior, de Córdoba, que es de Clarín y lo echó prácticamente a Enrique Lacolla después de 33 años de ser periodista, uno de los intelectuales más valiosos de allí y del país. Lo mismo con Claudio Díaz. Es dramático. La gente a veces habla de la libertad de prensa y la libertad de prensa es la libertad de los dueños del diario. O de los avisadores.
Populismo, una palabra despectiva
La pregunta que redunda, en este cuadro de situación general, es ¿cómo fue posible que quedara conformado un mapa latinoamericano con dirigentes más apegados a la causa popular, entonces?
“Yo creo que el neoliberalismo fracasó en todos estos países y han emergido nuevamente los movimientos que calificaban despectivamente como populistas. Ahora, como una figura muy importante en Europa, Ernesto Laclau ha dicho que puede haber populismos buenos; entonces, los populistas son más respetables. Pero son fenómenos en los que los pueblos se expresan frente a una crisis general de los partidos.
–¿Por qué el origen despectivo de la palabra?
–Han utilizado, especialmente desde el campo universitario, la palabra populismo para descalificar.
Porque el pueblo, cuando se moviliza, lo hace en función de lo que puede y como puede; las mayorías populares no vienen de la universidad, vienen del laburo. En pocas palabras, identifican claramente a quienes los quieren joder, cosa que la clase media a veces no hace”, comenta Galasso, y retoma: “Así se encuentran con un Yrigoyen que, más allá de errores o manchas que tenga en la Semana Trágica y otras cosas, sin embargo construye, milagrosamente, una fuerza importante que logra el sufragio libre, que la clase media pueda votar, que se incorpore al aparato del Estado, que los estudiantes hagan la reforma universitaria. La gente encuentra algo en esas figuras, que para algunos era un mesías; yo recuerdo que mis tíos me contaban que hasta en el último rincón de las provincias había una foto de Yrigoyen con una vela, y después la reemplazaron por Evita o por Perón”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario