Médicos de diversas nacionalidades que se formaron en Cuba recorren las villas ayudando a la gente.
Sonia le toca la frente a su hijo de siete años. Es el único, de los cinco que la acompañan, que no revolotea a su lado. Le subió la fiebre a la madrugada así que lo traje para que lo vea el doctor, explica, desde la banqueta donde espera a Richard, bajo el techo de chapa de la Sociedad de Fomento Barrio El Canario. En una de las oficinas del enorme galpón, el médico revisará al niño hasta encontrar el foco febril y le dará a Sonia los antibióticos. Pero también le preguntará si está cumpliendo con el tratamiento contra el asma que el nene sufre qué comió los últimos días y, de paso, chequeará que los hermanitos estén bien. El Canario es el barrio en el que Richard Villalba, un joven santiagueño, ejerce su profesión como integrante de Propuesta Tatú, un proyecto que nació para mejorar las condiciones de existencia de las personas, que atiende en barrios vulnerables y que está compuesto por jóvenes de diversas nacionalidades latinoamericanas que caminan por villas y asentaientos.
Villalba recurre a las pruebas para continuar explicando a Miradas al Sur de qué va Propuesta Tatú, e invita a echar un vistazo al entorno en donde la organización funciona una vez a la semana. Las calles de barro y las casas de chapa que se pierden entre los altos pastizales de los fondos del partido de Esteban Echeverría, donde no llegan ni colectivos, ni ambulancias. Allí en la sociedad de fomento El Canario se instaló Tatú en octubre pasado. Luego, los médicos llegaron a Villa Parín, en Glew antes, ya pisaban fuerte en el barrio 17 de Noviembre, la toma de tierras más grande de la historia del Conurbano, en Lomas de Zamora, y en un asentamiento de Longchamps.
Llegamos a los lugares que vemos más golpeados, a esos que la comunidad sanitaria no ve, puntualiza el médico. A fuerza de estetoscopios, medicamentos y una propuesta de vínculo médico-paciente de par a par se ganan un lugar en el nuevo territorio. Una de las cosas que les preguntamos a quienes vienen a atenderse es si saben leer. Si no saben, les explicamos de otra manera las cosas. ¿Cómo entenderán una receta si son analfabetos? Eso no es común en los médicos y sí para nosotros que participamos de Tatú, revela. Esta iniciativa surgió de un grupo de estudiantes argentinos de la Escuela
Latinoamericana de Medicina de Cuba que aprovechó el receso universitario para volver de visita aquí. Hoy son más de 20, entre médicos, estudiantes, arquitectos, asistentes y trabajadores sociales de varias nacionalidades latinoamericanas.
No obstante, el desembarco en esos lugares invisibles es difícil, aclara el médico, nacido en Santiago del Estero. Hace ocho años que Tatú supera tales desafíos y le gana pulseadas al aparato político depredador. Y aunque Villalba y el responsable de Tatú en Argentina, Gino Strafaroni, remarcan que es casi imposible penetrar en esos barrios si no hay alguien que te tienda la mano y que te haga pa sar se consideran completamente independientes de toda bandera política: La relación y el trabajo es con la gente, sostiene Strafaroni.
-¿Por qué es difícil llegar a los barrios?
-Son lugares atacados por punteros políticos que desarman toda organización social incipiente y prometiendo cosas que no cumplen. En la gente está presente eso. Entonces cuando nosotros nos acercamos, primero dudan por la decepción de aquellos que vinieron su puestamente a ayudar y que los engañaron.
Los primeros pasos siempre los caminan por el sendero de la salud. Atención médica y medicamentos gratuitos para quienes habitan esos lugares donde, además de contar con pocos recursos humanos y de los otros, el centro sanitario más cercano queda lejos y el transporte no llega. El segundo paso se relaciona más con la generación de conciencia crítica, una de las metas fundamentales de cada misión de Tatú: Buscamos lograr que la gente esté preparada para saber distinguir quién se quiere aprovechar y quién viene de veras a ayudar, apunta Villalba.
Las tareas abarcan lo social, porque lo que queremos es que la gente cambie la calidad de vida -destaca el santiagueño-. Si las posibilidades de acceso a necesidades básicas que tiene una familia son casi nulas si no tiene servicio de agua potable, de cloacas, ni de luz si su casilla está cercada por agua estancada si los niños pisan el barro todo el tiempo, ¿qué podes esperar de su estado de salud?. Son 16 las misiones que Tatú lleva cumplidas, en las que el grupo de voluntarios asistió sanitariamente a 21.400 personas y entregó más de 22 mil medicamentos. La meta del colectivo, entonces, está compuesta por muchas otras encadenadas: Creemos en la participación de la gente y en el cumplimiento de sus deberes. Y a eso apuntamos: a incentivar el desarrollo de la conciencia política de las personas. Que el pueblo participe, ¿acaso no es producto de la conciencia política de cada persona que lo compone?, define con convicción Strafaroni.
Villalba recurre a las pruebas para continuar explicando a Miradas al Sur de qué va Propuesta Tatú, e invita a echar un vistazo al entorno en donde la organización funciona una vez a la semana. Las calles de barro y las casas de chapa que se pierden entre los altos pastizales de los fondos del partido de Esteban Echeverría, donde no llegan ni colectivos, ni ambulancias. Allí en la sociedad de fomento El Canario se instaló Tatú en octubre pasado. Luego, los médicos llegaron a Villa Parín, en Glew antes, ya pisaban fuerte en el barrio 17 de Noviembre, la toma de tierras más grande de la historia del Conurbano, en Lomas de Zamora, y en un asentamiento de Longchamps.
Llegamos a los lugares que vemos más golpeados, a esos que la comunidad sanitaria no ve, puntualiza el médico. A fuerza de estetoscopios, medicamentos y una propuesta de vínculo médico-paciente de par a par se ganan un lugar en el nuevo territorio. Una de las cosas que les preguntamos a quienes vienen a atenderse es si saben leer. Si no saben, les explicamos de otra manera las cosas. ¿Cómo entenderán una receta si son analfabetos? Eso no es común en los médicos y sí para nosotros que participamos de Tatú, revela. Esta iniciativa surgió de un grupo de estudiantes argentinos de la Escuela
Latinoamericana de Medicina de Cuba que aprovechó el receso universitario para volver de visita aquí. Hoy son más de 20, entre médicos, estudiantes, arquitectos, asistentes y trabajadores sociales de varias nacionalidades latinoamericanas.
No obstante, el desembarco en esos lugares invisibles es difícil, aclara el médico, nacido en Santiago del Estero. Hace ocho años que Tatú supera tales desafíos y le gana pulseadas al aparato político depredador. Y aunque Villalba y el responsable de Tatú en Argentina, Gino Strafaroni, remarcan que es casi imposible penetrar en esos barrios si no hay alguien que te tienda la mano y que te haga pa sar se consideran completamente independientes de toda bandera política: La relación y el trabajo es con la gente, sostiene Strafaroni.
-¿Por qué es difícil llegar a los barrios?
-Son lugares atacados por punteros políticos que desarman toda organización social incipiente y prometiendo cosas que no cumplen. En la gente está presente eso. Entonces cuando nosotros nos acercamos, primero dudan por la decepción de aquellos que vinieron su puestamente a ayudar y que los engañaron.
Los primeros pasos siempre los caminan por el sendero de la salud. Atención médica y medicamentos gratuitos para quienes habitan esos lugares donde, además de contar con pocos recursos humanos y de los otros, el centro sanitario más cercano queda lejos y el transporte no llega. El segundo paso se relaciona más con la generación de conciencia crítica, una de las metas fundamentales de cada misión de Tatú: Buscamos lograr que la gente esté preparada para saber distinguir quién se quiere aprovechar y quién viene de veras a ayudar, apunta Villalba.
Las tareas abarcan lo social, porque lo que queremos es que la gente cambie la calidad de vida -destaca el santiagueño-. Si las posibilidades de acceso a necesidades básicas que tiene una familia son casi nulas si no tiene servicio de agua potable, de cloacas, ni de luz si su casilla está cercada por agua estancada si los niños pisan el barro todo el tiempo, ¿qué podes esperar de su estado de salud?. Son 16 las misiones que Tatú lleva cumplidas, en las que el grupo de voluntarios asistió sanitariamente a 21.400 personas y entregó más de 22 mil medicamentos. La meta del colectivo, entonces, está compuesta por muchas otras encadenadas: Creemos en la participación de la gente y en el cumplimiento de sus deberes. Y a eso apuntamos: a incentivar el desarrollo de la conciencia política de las personas. Que el pueblo participe, ¿acaso no es producto de la conciencia política de cada persona que lo compone?, define con convicción Strafaroni.
Autor: Ailín Bullentini
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