miércoles, 19 de mayo de 2010

OPTAR POR LOS MÁS DÉBILES


Por Cristina Calvo

(Coordinadora de incidencia politica, Caritas América Latina)


El sistema de acumulación vigente en el orden mundial (pensamiento único, neoliberalismo, capitalismo, economía especulativa, etc.) es intrínsecamente antiético porque genera ganadores y perdedores . Cuando hablamos de exclusión no nos referimos tanto al lugar de la pobreza y las desigualdades dentro de la pirámide social sino a en qué medida se tiene o no un lugar en la sociedad. Quiénes se benefician y participan dentro de la dinámica social y quiénes no.

La exclusión es multidimensional, pero hay una dimensión subjetiva que aporta elementos esenciales para producir solidaridad y acreditar su práctica a través de la ayuda mutua.

Esta dimensión demanda a gritos la práctica solidaria de la ciudadanía para la creación y fortalecimiento de espacios vitales: amistad, reconocimiento, aceptación, autoestima, redes sociales. Pero también hay un factor estructural de la exclusión que le otorga a la solidaridad una dimensión esencialmente político-ciudadana.

Esto toca un punto crucial en nuestro país, porque la ciudadanía implica la primacía real del bien común por sobre los intereses personales y sectoriales. Si elegimos la perspectiva del bien común, la ciudadanía será la posibilidad de consolidar el tejido social si optamos por el interés personal, la ciudadanía quedará reducida a uno o más privilegios a defender. Por eso nuestra capacidad de transformar la situación de los más pobres va a ser mucho mayor en la medida en que los valores no los declamemos sino que los testimoniemos desde nuestra vida personal y desde nuestras comunidades. De aquí que una comunidad puede llamarse verdaderamente humana sólo cuando sabe hacerse cargo, solidariamente, del más débil, cuando sabe reconocer la existencia de los vínculos aun cuando el otro no estuviera en condiciones de restituir la misma capacidad de relación.

Por ello, se requiere un cambio de paradigma y establecer prioridades que hagan saltar a un primer plano la "atención hacia al otro" mediante una estrategia de cercanía, que ayude a recobrar el sentido de la vida en quien lo ha perdido y a superar el vacío existencial con ausencia de futuro

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