Son un grupo de curas católicos tercermundistas que trabajan en las villas de Córdoba. En un documento avalaron el matrimonio entre personas del mismo sexo. “Hay otras voces en la Iglesia”, afirman.
Un día después de que varios cientos de personas convocadas por grupos ultracatólicos marcharan por Córdoba capital pidiendo a sus senadores que voten en contra de la ley de matrimonio para personas del mismo sexo, un grupo de curas tercermundistas de esa misma ciudad decidió diferenciarse. O como dijo a este diario uno de ellos, el sacerdote Nicolás Alessio, “mostrar que dentro de la Iglesia existen otras voces a favor de la diversidad”. Por eso difundieron un interesante “Aporte al debate sobre la modificiación a la ley de matrimonio civil”, en el que critican el “fundamentalismo anacrónico” de quienes citan la Biblia para “justificar sus propios prejuicios” y señalan que apoyar, acompañar y profundizar esta ley pone a los fieles “en el camino del Evangelio de Jesús”. Los jerarcas eclesiásticos, afirmó Alessio, “se consideran desde hace tiempo ‘los voceros de Dios’, entonces no discuten con nadie porque suponen que Dios no cambia de opinión”.
Junto a once colegas suyos del Grupo de Sacerdotes Enrique Angelelli, este sacerdote recorre a diario las barriadas populares cordobesas con el compromiso social que heredó de sus referentes, todos ellos asesinados: Carlos Mugica, Oscar Romero y el cordobés Angelelli. Este sacerdote no usa sotana, ni se la pasa predicando las escrituras aunque cree que la catequesis debe incorporar nuevas problemáticas, dar lugar a los otros. Alessio privilegia la ayuda social. “Nosotros luchamos por la inclusión, la justicia y en contra de la pobreza –comentó Alessio– somos... curas villeros, como los llaman los porteños.” En las barriadas, agregó, “es muy natural que haya parejas homosexuales y también que a los chicos a veces los críen sus vecinos, sus tíos, sus abuelas”.
En su aporte al debate, este grupo de sacerdotes observa que “no necesariamente ni siempre” la Iglesia oficial, y sus opiniones, coinciden con el Evangelio. “Este es uno de los casos”, dice el texto, que insiste en que “Jesús nunca fijó una doctrina cerrada sobre el matrimonio, simplemente siguió las costumbres de su época y avanzó en reconocer y defender, de una manera especial a las mujeres, en un contexto social machista y patriarcal”. En ese escrito, redactado por Alessio, los sacerdotes aseguran que “nadie puede, y menos en nombre de Dios, afirmar que hay una sola manera de vivir la sexualidad y el amor”.
Dos de los tres senadores nacionales por esta provincia, Luis Juez y Norma Elena Morandini, adelantaron su aprobación al proyecto de reforma del Código Civil que permita el casamiento entre personas del mismo sexo, a tratarse el 14 de julio. El senador Ramón Mestre objetó la adopción compartida, pero al parecer no definió aún su voto. Este tema preocupó a las organizaciones locales como Portal de Belén, Nazareth y Jóvenes Autoconvocados por la Vida, que durante la manifestación en contra de esta ley portaron carteles con dos hombres y dos mujeres tachados y banderas con consignas discriminatorias como “no a los caprichos de los pervertidos” y “la familia se extingue”.
“Fueron sectores conservadores ligados al Opus Dei, ellos salieron a la calle a defender lo que nadie atacaba: el matrimonio heterosexal. Fue lamentable porque nadie pone en duda eso, estamos hablando de igualdad, de incluir otras elecciones sexuales”, comentó Alessio al respecto, sin ocultar la vergüenza ajena. El texto que difundió el Grupo de Sacerdotes Enrique Angelelli también contiene un mensaje para los senadores con convicciones católicas: “Entendemos que un legislador puede profesar profundamente su fe cristiana y católica y, a la vez, con tal libertad de conciencia pensar, definir y actuar distinto de lo que propone la jerarquía eclesial. En la Iglesia Católica no hay un pensamiento único, hay lugar para la diversidad”.
La dureza de la jerarquía preocupa particularmente a Alessio, párroco de la iglesia San Cayetano, en el barrio Altamira, que aseguró discrepar en la concepción económica, cultural, política y social de sus superiores. “No hay diálogo ni consultas con el resto de la Iglesia, nosotros tampoco queremos ser la opinión oficial. Somos críticos. Por eso queremos que quede claro a la opinión pública que hay otras voces”, señaló Alessio. Redactar el comunicado, para él, significó afrontar “todo un desafío cultural, que tenía que ver con la pluralidad de opciones”.
La reacción del obispado cordobés fue inmediata. El mismo miércoles que apareció el aporte de los curas tercermundistas, emitió un comunicado donde asegura que lo expresado por Alessio y los otros once sacerdotes “no representa, en ningún modo, el sentir de la Iglesia Católica” y pidió a los senadores cordobeses que se opongan “por el bien de la patria y de sus futuras generaciones”. ¿Los argumentos de fondo? “La unión de dos personas del mismo sexo carece de los elementos biológicos y antropológicos propios del matrimonio y la familia.”
Alessio, y ya lo ha dicho en varias oportunidades, tradujo estos conceptos y los que se vierten en contra de la adopción. “En el fondo consideran que los homosexuales son enfermos”, dijo. Por eso insistió durante el diálogo que mantuvo con Página/12, en la importancia de romper con el dogmatismo: “Ni los obispos ni el Papa aceptan la realidad, que hoy vivimos en un mundo plural. Una cosa es el matrimonio como sacramento y otra es el mundo diverso en el que vivimos y sobre el que se debe legislar para protegerlo”.
En Córdoba, según sondeos privados, el 53,4 por ciento de la población está en contra de la ley que amplía el matrimonio civil a lesbianas y homosexuales. Alessio lo sabe. “La Córdoba tradicional es conservadora, por eso nos castigan por todos lados y nos repudian”, advirtió. Sin embargo, para él es bueno que se sepa que también existe otra Córdoba: “La de la reforma universitaria, la del Cordobazo. Una sociedad con gente abierta”.
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