Tom Lupo, chaqueño de nacimiento, camina la ciudad hace 40 años y se reconoce como un ardoroso amante de Buenos Aires.
Su profesión es la psicología y su pasión la radio. Tom Lupo reivindica la noche de la década del '80 pero rechaza pensar que todo tiempo pasado fue mejor.
-¿Qué recordas de tu llegada a Buenos Aires?
-Tenía 12 años y veía a la ciudad como un gigante. Venía de un pueblito de 20 mil habitantes. Buenos Aires me encandiló con sus luces y cuando crucé la Avenida 9 de Julio por primera vez y vi los carteles, me pareció llegar a un lugar fantástico. Me enamoré de ella apenas la conocí.
El primer domingo que pasé acá, había un partidito de fútbol en la vereda y nadie me invitó porque era un extraño. Ese día me sentí mal y decidí volverme porteño, quería conocer la ciudad a fondo. Entonces comencé a caminar, a recorrer, y creo que me volví el más porteño de todos, conozco rincones de la ciudad casi inhóspitos.
-¿Cómo eran las noches de las décadas del '70 y del '80?
-Ya en aquel momento era psicólogo y mis colegas no salían mucho de noche, así que en la época de la dictadura me hice amigo de los rockeros porque nos encontrábamos en los boliches. Me llevaron preso varias veces sólo por estar en un bar a la noche. Éramos, de algún modo, una pequeña resistencia. Aquella era una noche maravillosa. Se gestaba el rock nacional, como Medio Mundo Varíete, Cara Más Cara, el Parakultural. Me acuerdo de muchas noches con Luca Prodan, Charly García y Miguel Abuelo.
Ahora la noche no es la misma, lo digo sin ninguna nostalgia, pero la verdad es que a mi generación nos tocó vivir algo realmente alucinante acompañado con mucho sentido del humor. Recuerdo un graffiti en el baño de Medio Mundo Varíete que decía: "Acá hay gente tan rara que viene al baño a mear".
-¿Quedó algún vestigio de aquella noche bohemia?
-Muy poco. Todo es más frío, se va a lugares grandes para escuchar espectáculos. La locura y creatividad de lugares como El Parakultural no existen más. El under no era solamente una consecuencia de la imposibilidad económica, era un lugar de libertad donde la gente renunciaba a ciertos lujos para expresar su arte a fondo. Ahora hay otras cosas. Aquella, era la época de la revista Cerdos y Peces, ahora se transfor-mó en "Ser dos y peces en la casal Es la cultura que manda hoy, la gente elige quedarse con sus computadoras, por eso son menos los encuentros personales.
-Cuando viajas, ¿extrañas Buenos Aires?
-Conocí muchos países, tuve hasta oportunidad de vivir en Madrid. Pero siempre sentí que tenía que volver a la Reina del Plata, no la cambio por ninguna. Acá está mi historia, mi gente, la vida, la muerte, el rock, el tango y la gran poesía de Buenos Aires. Así que de chaqueño pasé a ser un enamorado de Buenos Aires.
-¿Qué te molesta de la ciudad?
-El discurso fascista de los taxistas. Cada vez que tomó un taxi tiemblo, a veces me hago el dormido. Alguna vez Charly García me dijo en un reportaje que se iba del país para no escuchar más a los tacheros. Hablando en serio, lo que más me molesta es cierta discriminación de la clase media que se irrita, que mata a bocinaros a los cartoneros y sin solidaridad, eso es lo único que extraño de mi pueblo: la solidaridad Me molesta la frialdad y el mal humor de la gente, el poco amor cotidiano que hay en esta gran comunidad
-¿Qué artistas representan mejor el espíritu porteño?
-Sin dudas, hay dos grandes: Astor Piazzolla y Charly García. Basta con escuchar la Suite Troileana o Viernes 3 a.m. con esos dos temas me puedo ir tranquilo a una isla por un tiempo.
-¿Y desde la literatura quienes definen mejor la ciudad?
-Homero Manzi, Macedonio Fernández, Juan Gelman y Jorge Luis Borges. Sin embargo, hay un fragmento de un poema que representa a Buenos Aires de manera notable, porque está hecho con las calles de esta metrópoli. El poema es de Ramón Plaza y dice: "Yo no sé si por razones de azar, ironía de los dioses o sabiduría popular, pero en mi ciudad, en Buenos Aires, yendo de sur a norte, Independencia queda después de Estados Unidos"»
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