viernes, 2 de marzo de 2012

AVIONES QUE ROCIAN VENENOS


En 2012 se realizará el primer juicio oral contra dos productores y un fumigador que utilizaron agrotóxicos en sus campos. Médicos de todo el país señalan que, donde se usan estos productos, las malformaciones se cuadruplicaron.
Por Soledad Lofredo
Continuando con una investigación comenzada hace dos años por Andrés Carrasco, del Laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la UBA e investigador del Conicet, la Universidad Nacional de Río Cuarto demostró el daño genético que provoca el herbicida en ratones y anfibios. El año próximo se llevará a cabo un juicio oral contra dos productores y un fumigador por el daño causado a los habitantes de la localidad de Ituzaingó –el caso más emblemático–, rociada con glifosato.“Si médicos de todo el país plantean y denuncian que en zonas donde se fumiga con glifosato aumentaron hasta cuatro veces más los casos de malformaciones, abortos, cáncer y leucemia en niños y jóvenes, yo no puedo pensar que deliran, que es un complot, o mienten”, afirma Carrasco. “La utilización del glifosato modifica una sustancia que todos los seres vivos tienen en el cuerpo y que, acumulada o disminuida, provoca alteraciones en el embrión, porque es la que regula la morfología”, señala. “Esa sustancia se llama ácido retinoico y debe tener un nivel adecuado para que el vertebrado se forme de manera correcta. Hay una estrecha relación entre el glifosato y las alteraciones en el mecanismo genético de los cuerpos en formación. Eso provoca falta de cierre del cráneo, hidrocefalia, mielomeningocele y malformaciones de todo tipo, que pueden derivar en diversas patologías.”El herbicida utilizado en la soja genéticamente modificada bloquea la actividad de una enzima, y provoca la muerte de los vegetales. Controla las malezas que compiten con los cultivos por recursos vitales como la luz, el agua y los nutrientes. Es absorbido por las hojas y no por las raíces. Se puede aplicar a las hojas, inyectarse a troncos y tallos, o asperjarse a tocones como herbicida forestal.En nuestro país hay 20 millones de hectáreas de producción de soja, para las que se utilizan 200 millones de litros de glifosato, que mayormente se esparcen a través de aviones en campos.La Universidad Nacional del Litoral también participa en las investigaciones del agrotóxico. Entre los resultados que arrojó la búsqueda se puso en evidencia que el glifosato causa problemas respiratorios, daños al sistema nervioso central y destrucción de glóbulos rojos en seres humanos. Y la muerte de las células nerviosas que la cipermetrina (un insecticida que es también de amplio uso en nuestro país) provoca en los anfibios, una de las especies expuestas a riesgo ecológico.En 2006, un grupo de organizaciones no gubernamentales con informes de médicos de provincias donde se expande el cultivo, lanzaron la campaña Paren de Fumigar, que llevó a la conformación de una comisión gubernamental para estudiar eventuales daños. “Pero la comisión no arrojó resultados y la empresa Monsanto continúa insistiendo en que, con los debidos recaudos, el herbicida no es tóxico”, afirman biólogos cordobeses. La transnacional es la creadora de la semilla de soja modificada para absorber sin riesgo el glifosato, principio activo del herbicida en la versión comercial que vende la firma denominado Roundup. “Hoy son 18 millones las hectáreas sembradas sobre un total de casi 30 millones de hectáreas cultivadas de granos. Las ventas del glifosato crecieron dramáticamente: de un millón de litros en los años ’90 a casi 300 millones en la actualidad”, advierten los biólogos cordobeses, respaldados por datos oficiales.La doctora en Biología Delia Aiassa, del grupo de Genética y Mutagénesis Ambiental del Departamento de Ciencias Naturales de la Universidad de Río Cuarto, lidera un equipo de trabajo que investiga el impacto del glifosato en la salud. Los resultados que obtuvo hasta el momento son los mismos que denuncian diversas organizaciones sociales de todo el país: asma, bronquitis crónica, irritación en la piel y en los ojos, daños en riñones, hígado y en el sistema nervioso, cáncer, problemas de desarrollo en niños y defectos de nacimiento. También advierte un mayor riesgo en las mujeres embarazadas de sufrir abortos espontáneos, así como problemas de fertilidad en los hombres.El equipo liderado por la doctora también fue contratado por pequeños municipios cordobeses como Rincón de los Sauces, en donde viven 34 familias, para realizar un monitoreo sobre ellos y cómo los afectan diferentes plaguicidas. En casi la mitad de los casos, las familias denunciaron que se fumiga alrededor de su vivienda. Más de la mitad de las personas aseguraron que nunca recibieron información sobre los efectos del mal manejo de los agroquímicos, y que además sufrieron síntomas de intoxicación en varias oportunidades. En otros pueblos, como Las Vertientes, Marcos Juárez y Saira los resultados fueron similares.En la Argentina, no hay una ley nacional que regule los agrotóxicos. “Sí hay normas en las provincias y en algunos municipios, que son más o menos permisivas según los casos, pero que no siempre se cumplen”, cuentan los biólogos cordobeses.“Con nuestros datos no podemos mostrar un aumento de casos referidos al uso de glifosato porque no tenemos suficientes registros, pero lo que importa destacar es que se está haciendo un uso masivo de un agrotóxico que causa daño”, aseguró el jefe de Oncología del hospital Garrahan, Pedro Zubizarreta. “Quizá no podemos demostrar hoy que hay más cáncer infantil por esta causa, pero sí sabemos que esto es malo para la salud nuestra, de nuestros hijos, y que afecta enormemente la biodiversidad y la variedad de alimentos”, remarcó.En la provincia de Chaco, la preocupación que expresan médicos y científicos se manifiesta mediante reclamos casi a diario. “Arruinan la tierra, los vecinos ya no pueden plantar nada porque se les seca todo. Riegan con los tóxicos al lado de los cultivos nuestros y el viento quema todo”, asegura Juana Ozuna, de la organización Colonias Unidas de Chaco. “Nosotras no tenemos estudios, pero vemos que eso hace mal porque no podemos tener animales ni una huerta, el agua se contamina y hay casos patéticos de malformación de criaturas”, enfatiza la mujer.Pero el uso del agrotóxico excede las zonas rurales. Una investigación realizada por la revista platense La Pulseada reveló que para ahorrar dinero, el glifosato se utiliza en el desmalezamiento de terrenos urbanos, en decenas de estaciones de trenes, según denuncian vecinos y organizaciones ecologistas. La empresa encargada de la limpieza y mantenimiento del tendido férreo de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires fumiga las estaciones y vías del tren con glifosato, en plena zona urbana por donde transitan y viven miles de personas, sin mediación alguna de “zonas de exclusión o resguardo ambiental”, como existe en otras localidades afectadas.

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