Por Agustín J. Valle
Una de las voces más respetadas de la radiofonía argentina, fue vendedor de discos y arquero de Talleres de Remedios de Escalada, Chacarita e Independiente. “Por el fútbol dejé muchas cosas de lado a edades importantes”, cuenta. En el éter comenzó en 1990 con 33 años dirigiendo la Heavy Rock & Pop, que a los seis meses ya era la más escuchada de la trasnoche; tras casi seis años se fue del programa que aún hoy es de culto. Luego estuvo en diversas audiciones, entre otras en el equipo de Rompecabezas, dirigido por Jorge Lanata. Hoy, su blog en el sitio de Olé, donde sube archivos de audio, recibe cien mil visitas mensuales, y se encarga de Deportes en Mañana es Tarde, que sale por Del Plata a las 18 conducido por Reynaldo Sietecase.
Con su metro noventa y sus ojos de siberian husky podría imaginárselo recorriendo la estepa rusa en invierno. Está sorprendido: “Qué raro que una revista como Debate me haga una nota a mí.” Su modestia aporta a su prestigio. “Yo la leo, casualmente hace poco leí al aire cosas que salía diciendo Zaffaroni en una entrevista que le hicieron. A él lo tuve dándome Penal 1 en la Católica de La Plata hace más de treinta años. Creo que hay una disputa muy grande en la sociedad, se respeta poco a los tipos preparados. Ya nos pasó con Blumberg. Nunca perdí de vista que era una víctima, ni el respeto. Pero de ahí a que me explique cómo hay que hacer para que la Justicia funcione mejor, hay una distancia gigantesca. Hay algo fundamental: la gran mayoría de los medios hoy hace de la ligereza una certeza. Y esto es terrible, nos golpea a todos. Ante la ligereza del rating, de la medición, de la noticia, cualquiera puede decir cualquier cosa y la repiten cien mil veces y nosotros estamos bombardeados todo el tiempo por esas alternativas. Hay muy poco análisis y una cultura del ya, del entretenimiento, del rápido, se ha perdido la cultura donde aquellos que pueden ayudarnos a pensar intervenían. Hay poca intervención intelectual en Argentina hace muchísimo tiempo. Incluso que yo esté hablando en los medios hace casi veinte años es también producto de esa ligereza, y no lo digo por falsa modestia. Trato de tener cuidado porque sé de mi brutalidad y voy viendo cómo de a poco en este camino hasta la muerte puedo ser lo menos ignorante posible, y trato de no parecerme a la ligereza con la cual cualquiera dice “está bien, un chorro menos, hay que matar a tiros a todos”. A mí ese tipo de cosas me pone muy mal.
¿El medio lo hace estar muy en contacto con esos discursos que le hacen mal?
No sólo el medio, yo ando en la calle todo el tiempo, tengo asado con amigos todos los miércoles desde hace casi veinte años y nos agarramos en discusiones acaloradas no sólo por fútbol, capaz vemos Policías en acción y de las reacciones distintas de cada uno salen discusiones. Yo soy un tipo de una vida social muy grande, también los lunes tengo comida con amigos, todos los fines de semana estoy en algún lado. Mi mujer dice que tenemos heladera al pedo, que el día que prenda el horno me va a dar miedo. Mi vieja siempre me dice “¿otra vez vas a salir hoy?”. No sé cómo podría vivir volviendo del trabajo a mi casa y esperar la cena mirándome la punta de los pies o haciendo zapping para morirme después hasta el otro día.
¿Necesita vivir en vínculos para estar bien?
Sí porque aparte hago cosas para mis cincuenta y un años hasta insólitas, me llama un amigo y me dice que tiene el último disco de Motorhead, y yo estoy en Wilde y son las diez de la noche y le digo a mi mujer “venís”, “¿a dónde?” “A San Isidro” “¿Ahora, para qué” “Está el último disco de Motorhead” “pero vos estás en pedo”, “dale flaca acompañame” y me dice “bueno pará” y se pone los pantalones, porque a la flaca le digo que quiero tomar un café en Bagdad porque mata el café de Bagdad y ella me acompaña. Por eso hace 34 años que nos conocemos, vivimos una relación te diría que para mí honrosa, desde el amor que le tengo y el placer que me da encontrarme con una mina como la que tengo.
¿Es melómano?
Siempre fui un tipo muy musical y eso tengo que agradecérselo a mi familia. En mi casa mi abuela estaba preparando un mate y si pasaba frente a la radio y arrancaba un tango te decía “ese es tal cosa” y lo empezaba a cantar, y vos “abuela, el mate”, y ella “ya voy” y hasta que no terminaba el tango no venía. Mis viejos fueron bailarines de orquesta y mi tía fue actriz de Chispazo y tradición, te estoy hablando hace muchísimo tiempo, eran compañías teatrales que salían por los pueblos, después hicieron radioteatros. Había trabajado con Roberto Escalada, fue uno de sus grandes orgullos. Ella traía personajes a mi casa que yo miraba con fascinación, que eran ignotos personajes de teatro pero que para mí eran tremendos, había una bohemia muy grande. Siempre fue una casa abierta, era muy grande, doble terreno con 55 metros de fondo.
En Gerli, ¿verdad?
Sí, es recordar y recordar.... el de la tejeduría de la vuelta de casa, Juan Pardo, socialista de los de Palacios, Tito el de la tienda, fanático de River, Tito Papasidero labrador de oro, plata, cuchillos, mates; el padrino Juan Perono, arriba de Galimberti en las calderas en todo Sudamérica, no sé si me entendés, te estoy hablando de los sesenta, setenta De todos esos, cinco de la tarde llegaba uno a casa y le decía a mi vieja “Pirucha, ¿hacemos un asado hoy?” y ella contestaba “no sé, hablen con Berto”, mi viejo, que decía “¿a mí qué me preguntan, si está el fondo y está la parrilla?”, y a los diez minutos llamaba Tito y decía “mirá que somos quince, Pirucha”, y mi vieja con mis abuelas y mis tías, porque llegamos a vivir todos juntos, preparando la ensalada para todos. Todo eso lo fui mamando y por eso tengo la vida social que tengo, y por eso me muevo como me muevo en función de los grupos, los equipos.
¿Cómo?
Pienso que podemos ser súper profesionales, pero si no tenemos buena onda derribamos todo nuestro profesionalismo en la peor de las cosas. Trabajar con la firmeza que haya que tener para asentar posiciones al aire, sí, pero con buena onda, porque si entramos en la mala leche se acabó todo. Yo he salido campeón de torneos con buena gente y con mala gente, ahora, con la buena gente no dependíamos sólo del hecho futbolístico, había algo más que nos empujaba. En un grupo humano sin buena onda no podría vivir. Me cuesta mucho ver cómo solucionás el volverte a tu casa tranquilo. Ahí es donde está mi cosa sustancial. Si me acuesto tranquilo incorporo mejores cosas y me levanto también mejor. La cuestión de intentar ser uno mismo; en mi vida mediática tomé algunas decisiones intentando mantener esa sinceridad. Podría hoy vivir de otra manera, estar en una situación supuestamente más acomodada, más relajado, pero tomé mis decisiones no sólo porque tengo algunos pudores sino porque hay algunas cosas que no me hubieran permitido vivir en la tranquilidad en la que me gusta vivir.
¿Qué tipo de cosas?
No sé, yo tomé decisiones mediáticamente. Yo empecé en la Rock & Pop y era un tipo que vendía discos y jugaba al fútbol.
Lo cual desmiente que usted forme parte de la ligereza: habla de cosas que ya formaban parte de su vida.
¿Respecto de los contenidos?
No, todo. Los contenidos no, la verdad es que en eso, Daniel [Grinbank] un capo. El sabía que la Heavy iba bien porque éramos divertidos, porque nos animábamos a pasar una música que nadie se animaba y que cada vez crecía más la audiencia aún no siendo fanática de ese tipo de música. Entonces el sabía que también tenía que ver con lo que yo bajaba en las introducciones y en el creer o no creer en el tipo que te está hablando. No era boludo, no iba a cortar eso. Me refiero a otro tipo de presiones, al Verea esto es así, hay que acomodarse de esta manera, hay que jugar con esto, ¿por qué no vendés esto? Y no, porque yo no vendo, muchachos, para eso hay otra gente. En vez de vender cualquier cosa para hacer de periodista, hay que luchar por un buen sueldo y que vendan los otros, seriamente: vamos a la tanda, agradezco a los auspiciantes, sí, pero de ahí a en el medio de un partido decirme que uno se erró el gol porque no usa gorras mondongo, andá a cagar. A mí me contratan para decir publicidades, pero eso no tiene nada que ver con meter propaganda en mi introducción de mi programa.
¿Explican esas conductas la adoración que le tienen tantos jóvenes?
Creo que hay exageraciones. El vínculo de fascinación que entrega el medio con el oyente es muy grande. Yo si hay una de las cosas de las que me permito vanidosamente hablar es de lo que me pasa cuando por ejemplo el viernes fui a ver a Iron Maiden. Lo digo muy sinceramente: me honra que los que no quieren a nadie me saluden y me respeten. Esa gente que pone en duda todo, porque creció en la duda, porque la hicieron vivir en la duda, y porque fundamentalmente, por haber elegido otra imagen, otro gusto, se duda de ellos. Eso es uno de los mayores triunfos. Después también está la fantasía que arma el otro. No hay que creerse cualquiera. Los lugares que me tocó a mí ocupar mediáticamente te llevan a subyugarte.
¿En qué sentido?
Y que por la calle un día te gritan “maestro”. O llegás a un recital y “eh, aguante loco, una masa!”. Bárbaro. Pero para hablar de límites éticos tenemos que ir a los que en serio hay que leer, a León Rozitchner, a Tomás Abraham, algunos tipos así que cuando los lees decís qué suerte que agarré esa nota, te ayudan a no caer en la vulgaridad, a tomar partido. Otra de las cosas que reniego es el discurso ese de “los vagos de café”, la época del Politeama, La Paz, La armonía, La Giralda, últimos sesenta y primeros setenta. “Eh, los argentinos arreglan los problemas desde la borra del café”, y no, ahí se discutía, se pensaba. Lo devastador del Proceso jugó en contra en los miedos y la comodidad en la que entró mucha gente. No se volvió a reconstruir eso, se discute poco en la Argentina, se grita mucho en la Argentina. Los bares hoy son refugios de solos, no lugares de encuentro. Hoy te tomás un bondi o un subte y ves que somos miasmas que esperamos ir en la cinta transportadora a la picadora del laburo o a la amansadora de la casa. Hace rato que vivimos así. Todas las conquistas sociales fueron tiradas por tierra.
¿Qué función de los medios le interesa?
Yo soy de la etapa, por ejemplo, en la cual elegir un disco importado, porque te habían pasado un dato, significaba no comprarte un pantalón y una campera. Pero había tipos que te volaban la cabeza. Cuando vi a Vox Dei por primera vez, en el club Sporting de Wilde, o las veces que nos juntamos a escuchar El Monstruo de la Laguna en la casa del Oveja, que tenía un buen equipito… Todo eso que hoy parece artesanal llevaba a una búsqueda que para mí es la sociabilización, qué querés que te diga. Esas cosas hoy no están en los medios, y no lo digo por nostalgia: al pibe hay que incentivarlo.
¿Hoy tal vez es difícil encontrar pero por exceso de ofertas?
Pero la gente sabe tamizar. Lo que pasa es que le dijeron a la gente que es más importante que el espectáculo. En el fútbol también, pero es peor: la gente decide cuándo se termina el partido. La cantidad de público en un estadio no referencia lo que pasa en el campo de juego, sino la sed de la gente por el espectáculo que venden los medios, porque lo que pasa en el campo es mucho más pobre que en otros momentos, y yo podría castigar esa pobreza no yendo, exigiendo algo mejor. No sólo de cómo juegan, de sus amarretismos, pero también de cómo llego a la cancha, de la posibilidad de sacar una entrada decentemente. Los que arman la cosa creen que está todo bárbaro por la cantidad de gente que va. No, estamos en serios problemas. Hoy llega la barra brava y la tele dice que llega la hinchada, ¿pero cómo, y todos los demás qué son? Porque los voceros de todos estos serios problemas en algunos casos son los que explican el fútbol modernamente. Y los que acompañaron la comparsa de este negocio, periodísticamente hablando desde la complicidad, la convivencia y el acomodamiento económico, porque mucha de la plata que no tienen los clubes la tienen los empresarios, los dirigentes socios de los empresarios y también los mercenarios de los periodistas. Niembro, Araujo. Llegaron a ganar tres millones de dólares al año en el uno a uno.
Y sin embargo el fútbol no deja de enamorarnos..
Yo soy entrenador de fútbol, asisto a congresos, estoy todo el tiempo tratando de estar actualizado porque no sé, quizás un día me agarre el bicho y entregue todo este prestigio supuesto o verdadero, todo este respeto, toda esta cosa de actitud, a un campo de juego, y seré sometido al aplauso o a la puteada de “volvé a poner Metallica, burro!”, no sé, a lo mejor algún día me animo o por ahí no. Pero acá hay quince o veinte años de mensaje nefasto sobre el fútbol. “Hoy hay que ganar como sea” ¡Mierda!, explicame el “como sea”. ¿En el córner qué hago, le tiro aguarrás al arquero? ¿Si meto un gol nos ponemos todos bajo nuestro travesaño? Es tremendo, se renuncia a jugar. Y después queremos que nuestra selección gane. Cada vez se juega menos. Hoy dan más ganas de ver fútbol inglés, que hace treinta años era insoportable, que el nuestro, allá ya no es como antes, hoy lo contratan a Tévez, no a Palermo. Aquí se pega más que lo que se juega. Y el verticalismo, los pelotazos frontales. Hoy la gente ve un tipo que toca para atrás y se vuelve loca; mirá los mejores equipos del mundo y ves cómo tocan para atrás todo el tiempo.
Lo insultan a Riquelme por eso…
No quiero ni tocar el tema Riquelme.
¿Por?
Porque el tema Riquelme en una sociedad futbolera como nosotros, desde donde es tratado y discutido, lo que hace es mostrar que hace tiempo la discusión futbolera tiene falencias descomunales. Entonces no te podés meter, porque tenés que discutir con un tipo que tenés que subestimar de movida. Hoy el que te discute a Riquelme no tiene bases sólidas.
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