miércoles, 12 de mayo de 2010

ENTREVISTA A ALFREDO ROSSO


“Hoy en día se requiere de una actitud militante de parte del oyente, como era en los sesentas”


Es una verdadera enciclopedia viviente del rock y uno de los analistas más agudos de la escena musical contemporánea. Desde la mítica Expreso Imaginario de fines de los 70 hasta sus notas en la revista La Mano o sus columnas radiales enFalso impostor en Rock and Pop de estos días, Alfredo Rosso ha construido una carrera impecable. Mientras esperamos que vuelva La casa del rock naciente –se anuncia un 2010 con novedades-, ese programa de radio indispensable para rockeros ávidos, nos juntamos a charlar con él.


“Too much information” es el nombre de un conocido tema de The Police, y es también la forma que utiliza Alfredo Rosso para reírse un poco de sí mismo. Hablar con él significa asombrarse por la cantidad de información que tiene en la cabeza: discos, temas, formaciones de bandas, anécdotas. Sin embargo, esa erudición no empalaga ni agobia, sino que lo convierte en un periodista súper versátil que dan ganas de leer y escuchar.


-NiaP: ¿Cómo te llevás con este rol de pedagogo del rock, con esto de enseñar a escuchar?


-Fue la intención cuando me metí en el periodismo. A mí lo que me fascinó de la idea del periodismo relacionado con la música fue poner en contacto al artista con el oyente. Yo empecé a escuchar música en la adolescencia con los Beatles, los Rolling Stones, etc. y acá con Los Gatos, y debe haber sido en el 69 o 70 en la librería “Rodríguez”, de Sarmiento y Diagonal Norte, que empecé a leer las revistas inglesas que traían como la Melody Maker, que en aquel momento era un exotismo. Era fascinante y fue mi primer contacto con el periodismo de rock serio. En el 74 ya compraba la revista “Pelo”, pero empezó a salir “Mordisco”, que me pareció una revista más afectuosa que tenía más que ver con el lector, lo hacía participe. Tan partícipe que cuando mi viejos me regalaron un viaje a Inglaterra fui a ofrecerme a la revista como corresponsal y me aceptaron. Y ahí empecé como traductor y redactor.


- NiaP: Usaste la palabra traductor, y justamente queríamos preguntarte por la forma en que el rock argentino fue traduciendo las influencias que venían de afuera, y cómo las fue procesando.


-Yo creo que lo que hizo grande al rock argentino es que tomó influencias del rock inglés y americano, pero desarrolló un idioma propio. Ésa es la gran diferencia con otros movimientos de rock en otras partes. Lo que pasó acá no fue una imitación del rock inglés, aunque al principio había grupos que cantaban un pseudo inglés, el rock nacional nace para mí con Rebelde cuando los Beatniks dicen “ rebelde me llama la gente/ rebelde es mi corazón/ soy libre y quieren hacerme/ esclavo de una tradición”. Ahí está el lei motiv de todo el rock nacional. De lo que se trata la tradición del rock nacional es eso: hacer tu propia vida separándote de la vida de las generaciones que te precedieron y ser una cosa nueva, porque los “cueveros”, los que empezaron el rock nacional creían en eso, en sacarle el jugo a su día, querían desarrollar una cosa propia y esa cosa propia se desarrolló en letra y música. Y el gran avance no fue sólo cantar en castellano, porque eso sólo fue parte de la revolución. La revolución fue expresar cosas nuevas, expresar una nueva manera de ver la vida, “con mi balsa me iré a naufragar”, en un mar de color, distinto, de libertad.


- NiaP: ¿Cómo pensás hoy el rock? ¿Perdió esa manera sofisticada de traducir la cultura contemporánea mundial? Ahora no parece haber poéticas tan potentes como las que hubo hasta los Redondos, por ejemplo


-No, yo creo que aparecen, lo que pasa es que no están en el mainstream. Igual, yo tengo dos posturas respecto del rock nacional de los últimos 15 años: no coincido con los que miran por encima del hombro a lo que conocemos como “rock chabón”, me parece que el rock vuelve a tomar los contenidos del barrio, de la calle, de la esquina, de las pulsiones sociales y lo hace por ahí con letras un poco más elementales y con estrofas más simples y refleja también otra parte de la realidad argentina, que se ha vuelto mucho más compleja y más complicada. Mientras tanto, también hay otro rock y hay un pop que intentan ser experimentales, pero no son los que salen por la radio ni por la televisión. Hay mucha gente realmente creativa como Proyecto Esquizodelia, Hernán, Rosario Bléfari, que no están nunca en la radio y en la tele, gente increíblemente creativa que está desafiando el modelo de la multimedia que nos tara. Hoy en día se requiere de una actitud militante de parte del oyente, como era en los sesentas. La situación es muy parecida en algunos aspectos. En los sesentas había uno que era rockero en tu clase y se enteraba que tocaba Almendra no sé dónde y te contaba. Hoy en día es parecido para poder escuchar bandas underground. O sea, hay muchas cosas sucediendo pero hay que tener una actitud militante para descubrirlas.


- NiaP: Unos números atrás reflexionábamos sobre la relación entre rock y política, y discutíamos sobre el rock en los 70 y su contacto con las organizaciones políticas. ¿Cómo ves vos esa relación?


-Fundamentalmente creo que el rock nunca creyó en el cambio por las armas. Siempre pensó que el cambio pasa por la cabeza y por el corazón y nunca creyó en obedecer a ningún líder político ni en ningún programa verticalista donde había que decirle a un tipo que tenía la razón aunque no la tuviera. Tampoco creyó en crear soldaditos que piensen todos igual. Entonces siempre se dio de bruces contra la derecha, obviamente, porque lo consideraba corruptor de la moral y las buenas costumbres, y contra la izquierda porque lo consideraba colonialista. Y el rock siempre siguió su camino, pero durante los años de plomo fue una resistencia artística de lo más denodada porque el mero hecho de hacer arte acá con una visión humanista y cuestionarse de una forma u otra la realidad, era resistencia. Desde “Canción de Alicia en el país” hasta “Sólo le pido a Dios”… hay cosas muy obvias. Yo siempre que escucho que el rock no era militante, lo escucho de gente que no la vivió porque eran niños. Quizás sea una venganza de los partidos porque nunca pudieron meter al rock bajo su manto. Hay una cosa que hay que entender: sean los 50 o la primera década del siglo XXI, hay ciertos apetitos que despierta el rock que siguen vigentes, por ejemplo, la idea que tu vida es única. El rock te hace salir muchas veces de una vida sin perspectivas, te da algo que te divierte, te excita. La primera generación que quiso sofocar el rock lo quiso hacer porque decían que el rock iba a revertir el orden natural de las cosas. ¡Y tenían razón! Eso fue precisamente lo que hizo. Y así se crea una generación mucho más iluminada, de hecho los jóvenes empezaron a tener una sensación de protagonismo en sus vidas en la generación de los sesentas y el rock jugó un rol importante en eso. Y fue un cambio incendiario, no fue en un ghetto, se expandió por todo el planeta, inclusive en los países detrás de la Cortina de hierro llegaron a imprimir discos en placas de radiografías.


- NiaP: ¿Qué te pasa con los formatos, viniendo de la generación del vinilo, una cosa súper atesorada?


- A mí el vinilo me gustó, pero en realidad el cd fue la respuesta a mis plegarias. Con el cd tenía lo mejor de dos mundos porque era ideal para escuchar en el camino y con mejor calidad. Cuando empezó todo este asunto del downloding se puso en tela de juicio el cd y el formato. Lamento eso porque el cd en cierta manera es útil y práctico. Pocos se acuerdan además que los vinilos tenían grumos, venían doblados, era muy frágiles a la acción del sol o venían mal centrados. Yo no soy muy enamorado del vinilo respecto de lo digital. Admito sí que no sé si lo digital logra tener la misma calidez en términos de lo graves, y los sonidos de madera por ejemplo. Pero el punto es que la desaparición del formato plantea un problema casi de Mcluhan, o sea: el medio es el mensaje. Vos podés bajarte temas sueltos, pero bajarte una ópera con el libreto, para eso comprate el disco. El downloding está hecho para una escucha disociada de temas sueltos y necesariamente efímera porque en cuanto se te cargue demasiado el disco rígido, empezás a borrar. Pero no me molesta la convivencia del formato con el downloding, de hecho, el downloding es muy útil para muchas cosas, por ejemplo para conciertos que de otra manera no vas a tener nunca, para experimentar un disco que querés saber si vale la pena o no, para muchos grupos es muy útil porque pueden poner a conocer su música. Lo que tiene el vinilo es una prestancia como objeto muy linda. Y por ejemplo el arte en algunos discos es un cuadro que reducido a cd no queda nada.


-NiaP: ¿Elegís una década del rock? ¿Hay para vos un momento cumbre?


-Yo creo que hay épocas donde hubo algunos discos que definieron un poco la historia. “Revolver” o “St. Peppers” de los Beatles, hasta “El lado oscuro de la luna” de Pink Floyd, estamos hablando de los sesentas y setentas, pero también hay grandes discos de los ochentas, por ejemplo toda la época del rock inglés post punk, en los noventas pienso en grandes joyas del brit pop. Y si tengo que pensar en la argentina, hay grandes discos como Almendra, Manal (el número uno), Pescado, La máquina de hacer pájaros. Pero también hay grandes discos en los 80. Pienso en Los abuelos de la nada, Octubre de los Redondos, en los discos de los Visitantes. En los noventas me empieza a costar por una cuestión generacional, pero voy a encontrar algún Piojo, algún Redondo, siempre voy encontrar alguna cosa que me guste. Entonces, si bien hay discos que yo escuché mejor o más redondamente porque tenía más tiempo y eran menos la cantidad de discos en los sesentas y setentas, siempre voy a encontrar discos que me fascinan.


- NiaP: ¿Cómo ves al rock después de Cromañón? ¿Qué pasó ahí?


-En Cromañón todo lo que podía salir mal, salió mal. Cuando sucede una tragedia de esa magnitud, la Ley de Murphy actúa en su máxima intensidad, porque hay miles de situaciones tipo Cromañón que existieron a lo largo de los años en el rock argentino y estuvieron siempre cerca de causar un Cromañón y no lo causaron. Entonces, ahí se vieron muchas de las flaquezas que tenemos, pero también hay un elemento que nunca se destaca del todo y es el elemento tanático, que es esa pulsión por la muerte, como encender fuego en lugares cerrados. Esa forma de divertirse sin pensar en el otro. El rock en una época no era así. Entonces, también hay un divertimento tanático. Es curioso que nunca se fue al fondo de la cuestión. Tenemos una cuestión tanática, una sensación de frustración como sociedad y tenemos que dispararle a algo. Y fijate vos que es eso lo que se barre debajo de la alfombra. Nadie quiere reconocer que tenemos formas de diversión que son potencialmente suicidas, más allá de las culpas que les corresponden a todos los implicados en la cuestión de la seguridad. Como sociedad, me parece que la pulsión por la muerte está superando la pulsión por la vida. Cuando viajás en subte, ¿no pasas por situaciones cromañonescas? El problema es que siempre hay una válvula de escape, ese día no hubo ninguna, salió todo mal. También me sorprende que no haya habido la menor autocrítica del público, aprendimos muy poco. No hay más bengalas, pero fuera de eso, no se aprendió demasiado.


-NiaP: ¿A qué le decís Ni a palos?


-A rendirme. Porque la gente cree que hay determinadas cosas para determinada edad. Yo tengo una edad espiritual que está en los treinta y algo. Y se mantiene ahí. No siento que tenga que rendirme y pasar a cuarteles de invierno.

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