domingo, 9 de mayo de 2010

ENTREVISTA A EDUARDO ALIVERTI


Por Julia Mengolini y Federico Scigliano.

Varias veces en Marca de radio, a esta altura un clásico de la radiofonía argentina, Eduardo Aliverti se ha referido a este humilde suplemento con entusiasmo. Regodeados en una penosa vanidad, nos decidimos a visitar a este enorme del periodismo para que siguiera hablando bien de nosotros, pero esta vez personalmente. Por suerte, dejamos el ego a un lado y de ese encuentro surgió está conversación.


- Sos uno de los paradigmas del denominado “apoyo crítico”, ¿hay más de apoyo o más de crítico?-

Las proporciones son muy parecidas. No me animo a decir que apoyo más de lo que critico o que critico más de lo que apoyo. Apoyo grandes líneas madre casi hasta más por defecto que por mérito, en función de lo que es el conglomerado opositor. También es cierto que soy muy crítico de la falta de construcción de una herramienta política que sustente aquellas líneas madre. Me parece que ése es el error más grosero de los Kirchner, es una construcción muy aldeana del poder, muy entrópica. Me encantaría alguna vez poder hablarlo con ellos si tuviera la oportunidad de hacerles una nota en lugar de que se la den a Radio 10.


- ¿Por qué pensás que le dan una nota a Radio 10 y no a Aliverti?-

Es una buena pregunta. Yo creo que la apuesta de construcción que tienen ellos basada en la negociación con los grandes poderes, en muchos casos desde alguna posición de fuerza con algunos núcleos duros del establishment, también es así en el caso de los medios. Digamos que en Radio 10, desde la época de Aníbal Fernández en adelante, se han transformado en Carmelitas Descalzas respecto de la visión sobre el gobierno, no así sobre la inseguridad, Cuba o Venezuela. En términos mediáticos eligen los factores de poder de aquello que se escucha. También es cierto que jamás los vi conceder una nota a gente que sea crítica, que repregunte, etcétera. son tipos que evidentemente no tienen una buena relación con lo que se conoce como “la prensa”. Dan charlas, no dan entrevistas.


- Algunos piensan que Cristina es un gran cuadro de la política argentina ¿Vos qué pensás?-

Si lo vas a juzgar por comparación a lo último que se tuvo, sí. Ahora, si la vas a comparar por ejemplo con Mitterrand o con algún gran líder latinoamericano tipo Castro, Chávez, probablemente le quede grande. Yo siempre digo que Carrió, que es una mina muy preparada intelectualmente, es debilísima desde el punto de vista ideológico. Cristina no parece ser una mina con grandes propiedades intelectuales, más bien diría que en ese sentido es una peronista conservadora audaz -yo algunas veces los he definido a ellos como conservadores de izquierda- pero desde el punto de vista ideológico, ellos leyeron muy bien lo que empezó en el 2003.



- Alguna vez dijiste que ellos no son de izquierda, pero que al mismo tiempo no hay nada a su izquierda. ¿Cómo es eso?-

Con dos aclaraciones: dije eso tomando la definición clásica de la izquierda, pero también dije y sostengo que no hay nada a la izquierda de esto en términos de opciones reales de poder. Está claro que en el plano cultural, social, político, etcétera. Tenés movimientos, personalidades, intelectuales, que se podría decir que ideológicamente están a la izquierda de los Kirchner, pero en términos de poder real hasta se podría decir que están a la izquierda de la sociedad.



- ¿Eso te parece una mera estrategia coyuntural o qué?-

A mí me parece que son más gente de táctica que de estrategia. Para valorarlo desde ese punto de vista tal vez habría que tomar los primeros años del gobierno de Kirchner. Después el recueste en el PJ, es táctica y ausencia de miras. Es esta cosa de no construir una nueva herramienta, de apostar por afuera de los aparatos tradicionales. Son muy desconfiados, muy temerosos de lo novedoso por fuera de lo que se les ocurra a ellos. Este es un gobierno que decide en Olivos y en Calafate. Es un gobierno muy chico y eso creo que forma parte del carácter de ellos y es un error estratégico. Eso me parece que revela mucho más un conjunto de buenas propiedades para el tacticismo que para la estrategia.


- Suponiendo que el canto del cisne está sonando para el Gobierno, ¿creés que hay que resaltar el piso de derechos que el kirchnerismo deja?-

Sí, el tema es que yo creo que tienen alto el piso y bajo el techo. Pero yo reniego de los análisis que dan por muerto al kirchnerismo electoralmente hablando, e incluso me niego a pensar que es una quimera el triunfo en una segunda vuelta. Me cuesta muchísimo imaginar que a pesar de la bronca de la clase media, del odio que generan, esta sociedad pueda volver a votar a un radical. Es algo que no me pasa por la cabeza. Me he preguntado si es que a mí no me pasa por la cabeza o si es que no debe pasarme por la cabeza, y creo que a valores de lo que se ha vivido no debe pasarme por la cabeza. El kirchnerismo ha consolidado lo que el colega Natanson describe como una “minoría intensa”. Y me parece que el restante 70 por ciento está partido entre eso que se conoce como el panradicalismo, al que no veo en condiciones de gobernar, y el panperonismo, que tampoco tiene una figura, de manera que analizar de acá al 2011, por lo menos, a mí me resulta absolutamente intrincado. Creo que si hay viento favorable de la economía por vía de cosechas y de cierta reactivación del crédito para la clase media -que es la que fija el humor de la agenda y de la que se nutre el conglomerado de la oposición mediática- pueden cambiar el panorama tranquilamente respecto de creer que ya están derrotados.


- Con ese diagnóstico que vos planteás, se podría pensar entonces en una alternativa progresista, por izquierda al kirchnerismo, que se pare en ese piso y construya desde ahí. Sin embargo eso no parece posible. ¿A qué atribuís esa debilidad?-

Lo que no existe es el liderazgo de esa alternativa progresista. Y yo no creo en ninguna herramienta que carezca de líder. No hay instancia de la humanidad en la que un gran proceso no haya sido conducido por un líder. En tanto y en cuanto yo creo que sin liderazgo no hay alternativa de conducción, me resulta muy difícil dar el salto a cuál sería esa alternativa de izquierda que pudiese aparecer. Hoy no lo veo posible sin los Kirchner. En términos marxistas clásicos: no son ni de lejos la condición suficiente pero son acabadamente la condición necesaria para que esto sobreviva en términos de corto y mediano plazo, visto desde un punto histórico.


- ¿Cómo sería el gobierno de tus sueños?-

Yo soy un tipo de izquierda, aspiraría a otro tipo de distribución de la riqueza, me parece que acá hay demasiada gente que se la levanta en pala y a la que no la tocan. No estoy criticando pelotudeces tales como Moreno y demás, porque además si fuera por eso lo defiendo a Moreno, quiero decir: hay lenguajes y formas que con determinados tipos son las únicas que pueden regir. ¿Te vas a sentar a decir “por favor no me aumenten” con Alfredo Coto? Me parece que el tema de la distribución de la riqueza en la Argentina hace que jamás pudiera ser este el gobierno de mis sueños. Ahora, en términos de lo que hicieron, hay cosas que se acercan mucho a lo más avanzado que uno puede aspirar de un gobierno burgués y por eso insisto en que en ese plano están a la izquierda de esta sociedad. A mí no me interesa, y esto es muy polémico, cuáles son las motivaciones que el matrimonio haya tenido para proceder de esta manera. Las condiciones objetivas de la época les han dado esto. Y esto en el terreno de los derechos humanos, en el terreno del gobierno capitalista como equiparador de algunas diferencias sociales, no lo habíamos conocido.


- Además se discuten poco las políticas concretas y mucho de los gestos y las formas.-

No podrían discutirse las políticas concretas. Ellos no quieren comunicarlas y han quedado retroalimentados respecto de sí mismos y entonces ellos también se han transformado en muchos casos en un conjunto de gestos que rebaten a la oposición. Aunque yo creo que no provocaron este odio con la retórica sino con sus medidas. Para mí es el trío que yo mencioné en la famosa columna de “El odio”: la reestatización de las AFJP, la Ley de Medios y las retenciones agropecuarias. Eso no se puede bancar y eso no fue retórica, fueron medidas concretas.


- ¿Sos consciente que tu programa lo escuchan muchos kirchneristas?-

Y muchos no kirchneristas también. A veces siento como que no hay gris en el tipo de audiencia. Entre la punta de los muchos kirchneristas que escuchan y la punta de los militantes del odio de clase media, se llevan el 80 por ciento sino más de la audiencia. Radicales, ex progres, desarrollistas, no se sienten muy a gusto con el programa.


- En los últimos tiempos mucho se ha dicho y debatido en torno al lugar que ocupan los oyentes en los programas de radio, ¿qué pasa en Marca de radio?-

Los oyentes que salen grabados son un momento de relajo del programa. El tema del oyentismo, no es algo que venga de ahora. En el 2001 la presencia casi totalitaria del oyente al aire fue para reemplazar a los equipos de producción por razones económicas. Lo que ocurrió es que casi no se volvió de eso. El oyente llena espacio y sirve para improvisar en el momento, con lo cual el oyente te fija agenda. Desde la etapa multimediática en adelante, desaparece la radio de autor, desaparecen al frente de las radios los tipos que saben de radio y por lo tanto la radio queda librada a su suerte: es un apéndice de la agenda que fija la gráfica y que después amplía la televisión a la noche y esto se retroalimenta cuando el oyente se convierte en el tipo que te evita garparle más a un equipo de producción.


- Tu programa es como un lunar aislado en La Red. Es imposible imaginar a un oyente tuyo que luego siga escuchando la programación de la radio. ¿No hay un tipo que piense en un oyente para armar la programación?-

No, nadie piensa en eso. Experimentan. Radio 10 y Nacional son las dos radios más coherentes. Hay un tema: como la radio es el negocio más chico es el que se presta para el mayor aventurerismo empresarial en cuanto al pase de manos en las propiedades. Esto supone por lo tanto que es muy difícil que una radio tenga política de estado en el sentido de captación de un oyente tipo, lo que se llama fidelización de audiencia. Esto tiene una contracara muy positiva que es que por ser el negocio más chico junto con el hecho ontológico de que por razones tecnológicas hay muchas más radios y programas de radio que publicaciones gráficas o canales de televisión, es el menos controlado de todos. La radio sufrió otro golpe muy duro, también desde los multimedios en adelante, que es que el tipo que escribe en el diario es el tipo que está a la noche en la tele y el que hace radio a la mañana. Y eso te lleva a situaciones tales como que, haciendo abstracción de lo ideológico, hay tipos haciendo radio que no pueden hablar por un micrófono.



- ¿Vos creés que ha cambiado la percepción que los ciudadanos tienen sobre el rol de los medios? ¿Hay ahora más conciencia que antes?-

La pregunta es jodida, la palabra conciencia es una palabra muy respetable. Me daría la sensación que desde el choque con Clarín, se cayó la estatua del periodismo independiente. Está más claro que son factores de poder y que tienen sus intereses. Por lo menos acordaría en que mucha más gente tomó nota de que la política es una disputa de espacios de poder en donde los medios juegan sus intereses.


- Desde hace más de diez años dirigís Eter (Escuela Terciaria de Estudios Radiofónicos), ¿qué le querés enseñar a los pibes en la escuela?-

Más o menos todo lo que estamos hablando.


- ¿Se puede?-

Es cada vez más difícil. Si vos me hubieras hecho esta pregunta cuando yo monté Eter en el 97, te hubiera contestado: “Sí, se puede”. Trece años más tarde, con una visualización más marcada del deterioro de lo que es la educación formal, más toda la parafernalia del imaginario exitista que trajo la tele, yo te digo que con detectar y estimular dos cuadros por comisión, me doy por conforme.


- Quienes están estudiando ahora van a ocupar lugares importantes dentro de diez años, ¿cómo ves a esta generación?-

Yo mantengo alguna esperanza. Me parece que la etapa que se abrió en el 2003 provocó un reingreso de la política como escenario de disputa y de debate y en ese sentido creo que todo está mucho más claro. Me parece que en alguna medida se revirtió el proceso de idolatrización del periodista como héroe salvador de las necesidades populares que se vivió en el segundo lustro de los 90. Estoy esperanzado respecto de que el marcaje del periodismo como escenario de disputa de poder entre los unos y los otros pueda dar lugar a mejores conciencias.


- Sos un cuadro periodístico de la izquierda argentina, ¿la derecha tiene alguno así? ¿Hay un Aliverti de derecha?-

Creo que hay gente que entrevista muy bien en la derecha. Hay una diferencia entre lo que es entrevistar bien desde el punto de vista del a, b, c de una entrevista, saber llevar a alguien por el sendero de la actualidad estando informado, sabiendo repreguntar, etcétera. Y saber trabajar una entrevista por fuera de la coyuntura, cuando ya te vas a estaturas más altas de la dialéctica. Es muy difícil responderte por lo difusa que es la franja entre la falsa modestia y la pedantería. Pero me da la sensación que no.


- ¿Te entrevistamos bien…?-

Sí, absolutamente. Además no me preparo de la misma manera para cualquier entrevista, sabía quiénes venían porque sigo el Ni a palos.


- Entonces sabés cuál es la pregunta de rigor con la que terminamos toda entrevista.-

Sí, a qué le digo ni a palos. A ponerle la voz a algo en lo que no esté convencido.

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