"Cuando a los gorilas se les cae la banana, se nota que lo único que quieren es desgastar a la Presidenta, pero no lo lograrán."
Oyente de Radio Cooperativa
"No tenemos que desesperarnos por lo que pasó con la senadora Latorre. Hay que darle tiempo a la oposición para lograr frenar las tropelías del kirchnerismo."
Oyente de Radio Mitre
La productora encargada de cortar los mensajes tiene claro cuál es el filtro: "No aceptes comentarios mala onda, porque si pasamos uno se empiezan a reproducir. Los oyentes son como un rebaño: entra uno y pasan todos", le aclaró el primer día el productor general de un programa de AM que lidera la audiencia.Uno de los cambios que adoptó la radiofonía durante la última década fue convertir al público en un generador de contenidos. Dada la inmediatez que permite el medio y el estímulo permanente de los conductores, cada vez más oyentes llaman y opinan, y sus testimonios son incorporados como los de un columnista más. Una suerte de salvavidas a la falta de ideas y la pereza de los equipos de producción. Así, los llamados comienzan, en muchos casos, a ser utilizados para instalar la agenda de los programas."Los oyentes se convirtieron en la variable de ajuste de las producciones y de los conductores. La salida prepotente -porque de eso se trata- de los oyentes al aire, en cuanto a la cantidad, vino a reemplazar el trabajo de producción. El oyente funciona como un programador invisible que sale gratis, con el favor que concede la repentización de la radio", dice Eduardo Aliverti. El conductor de Marca de radio (La Red) y Dos gardenias (Nacional) sitúa el surgimiento de esta modalidad en la crisis de 2001, cuando la situación económica llevó a muchas productoras y emisoras radiales a reducir costos. "Pero de eso no se tuvo retorno", afirma.El humor del aire. El tono que utiliza el conductor radial y la combinación de palabras de impacto comprobado (crisis, caos, inseguridad) produce un efecto inmediato en el oyente. El tratamiento de temas polémicos y su capacidad para manipular el humor de la audiencia provoca en muchos casos el llamado inmediato como reacción del oyente. Nada de esto es inocente. La tentación de ser el interpretador del ánimo del público otorga al conductor un plus de apoyo y fidelización que se autojustifica con el "yo repito lo que dice y piensa la gente". Convertido así en exégeta de multitudes, y luego de generar niveles de fastidio, adopta el papel de humilde moderador y contemporizador de arrebatados ánimos con frases del estilo: "Debemos comprender que la base de la democracia es la tolerancia y el respeto por los que no piensan igual". Pero ya sabe que es tarde, el objetivo se cumplió: los teléfonos estallan, ¡y los oyentes arden!"Hay algunos conductores que emplean la voz del público para tratar de licuarse y, luego de escuchar una barrabasada, mostrar que hay que tener un punto de equilibrio. Primero tiran la piedra, después provocan un terremoto y después dicen que no quisieron desatar semejante sismo, pero el mensaje ya quedó establecido", dice Aliverti."Si todos los canales y radios machacan con un tema las 24 horas, y ese tema habla de los peligros de caminar por la calle, eso sin duda te cambiará el humor", afirma Reynaldo Sietecase, conductor de Mañana es tarde (Radio del Plata). "Como la mayoría de los medios está en manos de grupos que tienen otros negocios que no son precisamente la comunicación, tratan de ponerle el resaltador a intereses particulares vinculados a sus negocios, proponiendo unilateralmente un tema, y así lo instalan, como ocurrió con la inseguridad", dice Horacio Embón (El arranque -Nacional- y Embón por la vuelta, América).Son muchos los productores y conductores del medio que coinciden en que el humor de los oyentes se nota mucho en los mensajes. "La gente se pone loca con los políticos, y muchas veces es tal el nivel de grosería que son irreproducibles", dice María González Bergés, productora de La mañana, conducido por Víctor Hugo Morales (Continental). Carlos Subosky, productor de Carbono 14 en Radio Nacional, cuenta que, por el perfil de los oyentes que sintonizan la radio pública, "los que llaman levantan temperatura cuando se abordan temas que ponen en evidencia el tratamiento de las noticias por parte de Clarín o TN. Macri, Carrió y Pino Solanas están en el podio de los que más llamados críticos provocan".Para Gabriel Michi, al frente de Diapositivas (América), la forma en que reaccionan los oyentes "es una cuestión de causa y efecto. Si les pegas una trompada, los oyentes se defienden".
El conductor asimila al oyente de radio con el que postea en los foros de diarios digitales: "Hay algunos oyentes reaccionarios, que dicen unas barbaridades que no se pueden creer. Es la impunidad de no ser una persona pública lo que los lleva a decir cualquier cosa sin límites".Embón, en cambio, tiene una visión más existencialista sobre los motivos que llevan al oyente a llamar a la radio: "Llama para escucharse y para tener identidad en un mundo donde nadie te escucha. El llamado es un manotazo de ahogado, pensar en voz alta para que alguien escuche".Opinión pública vs. opinión publicada. Ante la pregunta de quiénes son los oyentes, los comunicadores coinciden en que los que levantan el teléfono para dejar su opinión no son un universo representativo del total de la audiencia. Sin embargo, muchas veces los mensajes son utilizados por los conductores para reforzar su línea editorial amparándose en que aquello que sale al aire refleja lo que piensa "la gente"."Muchos llaman para descargarse, pero el que deja un mensaje no es un oyente muy representativo, sino un personaje muy especial que quiere protestar. Si es cuchas muchas radios de primera línea y tuvieses que hacer un termómetro político de los oyentes, tendrías la sensación de que el país se prende fuego en cualquier momento y que se viene una revolución popular", sentencia Gabriel Michi.En contraposición, algunos productores perciben en los mensajes a un público informado, de clase media urbana, lector de diarios, que llama para manifestar su posición desde una mirada más reflexiva. Son los casos de Continental, Del Plata y Mitre. Guido Baistrocchi, productor periodístico de Primera mañana (Nelson Castro, Radio Mitre), afirma que "los oyentes se enganchan mucho cuando se baja el nivel de discusión política y social. Con el entretenimiento se aflojan bastante"."No creo que el público que llama sea representativo, sino significativo -afirma Aliverti-. Creo que los medios pueden manipular la realidad, pero no inventarla. Me parecería necio interpretar que se inventan oyentes o que son todas maniobras. Ahora ¿representan al conjunto de la sociedad argentina? Me parece que no."Llamado a la solidaridad: se ruega a los señores conductores que consideren la estabilidad emocional de los millones de oyentes que no levantan el teléfono y no los inviten a escuchar "qué dice la gente"
Por Victoria Linari
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