LA FIESTA ANDINA DE ALASITA SE CELEBRA EN BUENOS AIRES. EL DIOS EKEKO Y SU MULTITUDINARIA FERIA ARTESANAL POBLADA POR UN UNIVERSO DE OBJETOS EN MINIATURA.
POR NICOLÁS GARCÍA RECOARO
El Ekeko trae suerte. Para los pueblos indígenas que habitan la región altiplánica cercana a la ciudad boliviana de La Paz, la diminuta figura del dios de la abundancia asegura la buena fortuna. La feria de la Alasita es el mágico espacio donde una vez al año, la deidad andina reina en un auténtico universo poblado por miniaturas artesanales que representan los sueños y deseos de toda una comunidad. En los últimos años, la fiesta en homenaje al Ekeko ha dejado de ser patrimonio exclusivo de Bolivia, y miles de migrantes andinos ya la han importado a la Argentina.Desde hace casi una década, los festejos de Alasita reúnen a la colectividad boliviana que vive en Buenos Aires y a un buen número de porteños que se arriman a comprar las miniaturas en el Parque Indoamericanao, el Parque Avellaneda y Villa Soldati. “La fiesta de Alasita se festeja en La Paz desde tiempos anteriores a la llegada de los españoles. Es una festividad que muestra las creencias de todos los originarios que habitan las tierras altas bolivianas”, explica Norma Andía, organizadora del festival en la Sociedad de fomento 6 de Agosto. Desde la mañana del 24 de enero, en el predio ubicado en el Bajo Flores, cientos de artesanos ofrecen las preciadas miniaturas para pedir abundancia y fortuna al famoso Ekeko. En la Feria del “Cómprame” -tal la traducción de Alasita, del aymara al español-, decenas de artesanos venden las miniaturas que representan las necesidades y esperanzas de los concurrentes. Hay de todo y para todos, y casi nada supera el tamaño de lo que cabe en la palma de una mano. Andía explica que: “Durante todo el 24, la gente se acerca a las diferentes ferias y compra toda clase de artesanías en miniatura: casas, autos, títulos de propiedad y pequeños fajitos de dólares, pesos o euros. El año pasado, la que más se vendió fue la miniatura del DNI. Usted sabe, hay mucho paisano boliviano que está esperando los papeles y el Ekeko puede ayudar a agilizar los trámites”.
Comprando sueños. La fabricación de miniaturas para las culturas prehispánicas fue una expresión de religiosidad y tecnología simbólica. Los pueblos originarios andinos volcaban en sus miniaturas sus deseos de poseer alimentos y otros elementos para vivir. “Con mucho esfuerzo, los paisanos venimos luchando para hacer compartir nuestra tradición y han venido miles de visitantes en las otras ediciones. Además, la feria es una buena ocasión para integrar la cultura andina y porteña. Las visitas pueden adquirir productos de Alasita y disfrutar de la típica comida boliviana o de los espectáculos musicales de morenada y tinku”, comenta Andía. Según la liturgia andina, todas las miniaturas compradas serán cargadas sobre el cuerpo del pequeño Ekeko. Sin embargo, hay personas que se las dan a cargar a un sapo o a un toro, símbolos también de la abundancia que se aguarda para el resto del año. Finalmente, luego de adquirir las miniaturas, todas deben recibir la ch´alla de los yatiris –sacerdotes- andinos. “Hacía bendiciones en La Paz y ahora sigo con mi tarea en Buenos Aires. Es una changa que me ayuda a tirar hasta fin de mes”, dice Néstor, un yatiri paceño que combina su trabajo en un taller textil de San Vicente, con las bendiciones de corte andino. Néstor explica que la ch’alla es un ritual de bendición celebrado con hojas de coca, alcohol y diversas esencias andinas. “Normalmente hay que esperar un buen rato para tener turno con los yatiris. Pero la fiesta no está completa si nuestro Ekeko no recibe la bendición”, cuenta Wendy, una artesana boliviana que vende sus productos en la feria del Parque Indoamericano. “El año pasado pedí por mi compromiso y me compré la miniatura de los novios. Harto esperé para hacerlo sahumeriar por un yatiri. Finalmente me casé hace dos meses. El Ekeko siempre cumple”, dice Wendy, garantizando la eficiencia casamentera del dios de la abundancia.“Además de ser todo un cargador de ilusiones, el Ekeko representa cierto humor y picardía indígena frente a las autoridades (Ver recuadro). Y en Bolivia son tradición las ediciones de los diarios de Alasita, con las versiones satíricas de los principales periódicos del país”, explica Guillermo Mamani, director del periódico Renacer, de la colectividad boliviana en Argentina. Mamani cuenta que para la edición porteña de la feria, el medio que dirige sacará a la calle la tercera edición de El Bolita, una mini publicación que intenta rescatar el espíritu irónico y sarcástico que tienen los matutinos de la fiesta paceña.Los organizadores de las ferias porteñas cuentan que desde la llegada de Evo Morales al Gobierno boliviano en 2006, se revalorizaron muchas tradiciones andinas, que antes eran mal vistas por algunos sectores de la sociedad. Andía explica que: “En estos momentos en que Bolivia cuenta con un presidente originario, es importante también mostrar lo original de nuestra cultura. Para los migrantes bolivianos es un orgullo apoyar una actividad que ayuda a mantener vivas nuestras tradiciones, a miles de kilómetros de donde nacieron. Con los años hemos aprendido que los sueños de Alasita también se cumplen a la distancia”. Eso si, solo si el Ekeko lo quiere.
EL EKEKO CLANDESTINO Pequeño, casi enano, robusto, de ralos bigotes, fumador empedernido, con gorro tejido y sombrero, cargado de innumerables bolsas de arroz, fideos, maíz. El Ekeko, ancestral figura de la cultura boliviana, es el auténtico protagonista en la feria de la Alasita. Todo se hace en su nombre, nadie compra nada sin pensar en que éste dios de la abundancia lo hará realidad en el transcurso del año. Según algunos antropólogos e historiadores, el pequeño Ekeko es un dios prehispánico, adorado desde los remotos tiempos de la cultura andina de Tiwanaku (200 A.C - 700 D.C). Deidad de la abundancia, los rayos, las lluvias y la fertilidad. El antropólogo boliviano Carlos Ponce Sanjinés afirma que: “la fiesta del Ekeko siempre fue indígena y no una costumbre introducida por el coloniaje. Por eso, la forma de representar al Ekeko sufrió grandes cambios y sobrevivió en la clandestinidad como producto de las primeras misiones de religiosos españoles, también conocidos como los extirpadores de idolatrías”. Sin embargo, la historia del Ekeko y de la fiesta de Alasita tuvo su institucionalización en la ciudad boliviana de La Paz, en el año 1781, cuando se decretó un festejo comunitario, luego de un importante sitio que llevaron adelante los indígenas comandados por Túpac Katari. El entonces gobernador colonial, Sebastián Segurola, dispuso que todos los 24 de enero se llevara adelante una celebración en homenaje a una virgen y los pobladores que resistieron el bloqueo, con la instalación de un mercado de miniaturas, una costumbre que paradójicamente se tomó de los vencidos indígenas. Fue entonces que la figura del Ekeko se hispanizó y adoptó los rasgos satirizados del gobernador Segurola, a quién los indígenas detestaban por haber decretado una sangrienta represión luego del sitio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario