miércoles, 5 de mayo de 2010

REPORTAJE A ROCAMBOLE


¿Cómo te lo imaginabas a Rocambole? Tal vez estúpidamente lo creías a imagen y semejanza de su obra. Pero el Mono Cohen no se parece en nada al esclavo liberado de sus cadenas. El tipo -además de parecerse un poco a Papá Noel- tiene ese aire de paz y libertad de quien desde los sesentas hasta hoy siempre anduvo en sandalias y nunca le importó si era temprano para tomarse un whisky.


- Si bien sos un artista autónomo, es imposible no relacionarte con Los Redondos, ¿cómo te llevas con eso?-

Siempre piensan que me puedo sentir molesto porque me relacionen con Los Redondos. En mi barrio yo era el Mono Cohen hasta que tuve una perra muy famosa y ahí me preguntaban: “¿Usted es el dueño de Tula?”. Y después, cuando tuve hijos, empecé a ser “el papá de”. Yo soy un agradecido del hecho de que mi historia haya pasado a través de Los Redondos. Un artista siempre quiere mostrar su obra, y si no hubiese estado vinculado al fenómeno de Los Redondos, quizás la posibilidad de difusión hubiera sido bastante diferente. Es más, ustedes no estarían haciéndome este reportaje. Entonces, me parece natural estar vinculado al fenómeno de Los Redondos. No los deploro, al contrario, me siento muy contento de haber participado de toda esa historia.


- Además, tu obra no esta en una galería, es una muestra permanente en todas las remeras.-

Digamos que la difusión de la obra se dio de una manera bastante particular. El artista de galería para mí es como el recuerdo de una época de fines del siglo XIX, donde la gente se iba a encerrar para ver manifestaciones artísticas. Yo creo que en todo el siglo veinte las manifestaciones tanto visuales como musicales fueron masivas. ¿Qué hubiera sido de la música si no hubiera existido un sistema de reproducción como el disco? Para la imagen, vino la fotografía, el cine, las publicaciones… todo eso hizo que la forma de hacer arte cambiara notablemente.


- Ahora, con la digitalización, se da una cosa a la inversa, el arte de tapa empezó a decaer…-

Cuando comencé a hacer tapas, hacía ese maravilloso tamaño que es el vinilo hasta ahora que prácticamente está desapareciendo el formato, porque la gente usa más bien el aparatito. Pero pienso que de todas maneras se puede guardar en formato digital todo el arte que pueda estar vinculado a una gráfica determinada. Tengo un amigo que vive en Mendoza que es un ex Cofradía de la Flor Solar, que edita sus discos solamente por internet y muchas veces me ha encargado trabajos de diseño. Lo cuelga y la gente baja el trabajo de gráfica tanto como se baja la música.


- No te mostrás muy reticente a la tecnología.-

No. No me preocupa demasiado. Para mí son todas paletas. Cada tecnología nueva propone una impronta. Yo soy de ese tipo de ilustradores que siempre está viendo qué pasa con las nuevas situaciones, a mí siempre me gustó explorar en los materiales. Tanto en herramientas manuales como en herramientas digitales. Con lo que aparezca. En Luzbelito empezamos tímidamente a usar algunas cosas con la computadora y ya El último bondi a Finisterre lo hicimos a pura maquina. ¡Casi no hay un boceto ahí!


- Había mucha producción propia para los recitales también.-

Sí, en un momento habíamos organizado un equipo para hacer escenografías que eran básicamente telones pintados colgados. Pero a fines de los ochenta empezaron a venir grupos al país con tecnologías de punta y dijimos “una cosa es ser artesanal y otra cosa es parecer pobres”. Entonces empezamos a inclinarnos por el lado de las proyecciones. Ahí aprendí a hacer animación que era una deuda que tenía de chico.


- ¿Y cómo es el proceso de hacer las tapas de Los Redondos?-

Los músicos se toman muchísimo tiempo para grabar, después se toman muchísimo tiempo para masterizar, ecualizar, hasta que llega un momento en el que consideran que la obra está terminada. En ese momento quieren que salga el disco. Entonces, no existe la posibilidad de esperar a que terminen el disco para escucharlo y sacar ideas. Yo empiezo a trabajar paralelamente, voy al estudio de grabación, a veces tengo las letras a mano, a veces no tanto. Y con Los Redondos, a veces había un concepto previo, una idea sobre la cual trabajar. En Octubre, ya se sabía que iba a ser una especia de homenaje a las revoluciones, a las luchas de oprimidos contra opresores. Ahí tenés un vasto abanico de posibilidades.


- ¿Cómo era La Cofradía de la Flor Solar?-

La Cofradía era un grupo de gente que vivían todos juntos en una especie de comunidad en la que había músicos, artistas plásticos, gente del teatro, gente vinculada a política estudiantil. Primero fue un grupo de desertores de la Escuela de Bellas Artes de La Plata.


- Y del Sistema…-

Claro. El intento fue crear una especie de universidad paralela. Porque justamente era el momento del golpe de Onganía y la vida dentro de las universidades se puso dura. Cerraron los comedores estudiantiles y los centros de estudiantes, sacaron a los profesores más interesantes y las aulas empezaron a tener una disciplina tipo cuartel. Nace como una respuesta política. Pero además se creó una banda que grabó un disco. Una cosa que hoy parece tonta, elemental, pero en un momento dado fue un invento genial, fue hacer música para jóvenes que pudiera incluir poesía en castellano y que fuera a caballo de un género como el rock. En su momento sólo había música en inglés copiada y había una música idiota para bailar, pero no había la unión de poesía y música. Muchos quisieron expresarse así. En ese momento en La Plata La Cofradía de la Flor Solar apareció con ese proyecto, mientras que acá en Buenos Aires aparecieron grupos como Almendra y Manal y en Rosario Los Gatos Salvajes. Hay toda una epopeya acá en Buenos Aires con Tanguito, Moris, Pajarito Zaguri. Todos ellos eran contemporáneos de lo que además estaba pasando en La Plata.


- Vos que estuviste en esa movida hippie tan grosa, ¿cómo ves el rock de ahora, tan ligado a la industria, en comparación al de aquel entonces?-

Bueno, creo que casi todos los géneros en sus comienzos tienen una especie de movida más idealista. Pienso que el rock nació como una necesidad generacional. El rock nacional tiene una historia de represión por el sólo hecho de ser rock nacional. Ya desde esa época a los pelilargos y a los raros que hacían música se los perseguía y se les cortaba el pelo. Cada vez que alguno de La Cofradía tenía que venir a Buenos Aires, volvía pelado. Pero eso fue así siempre, represión hubo desde que nació el rock. La policía se entrenó con los rockeros para la represión más brava que vendría después, sistematizada y usando el aparato del Estado. Mirá, la muerte de Tanguito es confusa, al Negro Julio lo mató la policía, hubo varios rockeros muertos por la represión.


- Nunca termina de quedar claro si los militantes de los setentas escuchaban rock nacional o no.-

En el 73 hubo un encuentro entre peronismo y rock, con el lema “montonero y rock”. No sé si fue en la cancha de Vélez, en el cual tocaron unas cuantas bandas y Montoneros se identificó un poco con el rock. Digo un poco porque muchos sectores lo acusaban de extranjerizante y esas cosas.


- ¿Cómo llegaste a Los Redondos?-

Yo no me vinculé con Los Redondos porque Los Redondos no existían. Yo conocía a aquellos que después serían Los Redondos. Incluso Skay Beilinson tuvo una participación en La Cofradía.

-¿Cuál es tu disco preferido?-

No te sabría decir. Yo soy un fanático más. Creo que me gustan más los primeros. El problema de Los Redondos es que agarras un disco y son todos hits. Con Los Redondos no tenés nada de relleno. Muchas veces le pasa a los artistas que cuando miran sus primeros trabajos les parecen muy rudimentarios y elementales, creen que son mejorables y los músicos de Los Redondos creen que sus primeros discos están mal grabados y no los quieren ni escuchar. Sin embargo hay una impronta de salvajismo o primitivismo creativo que hay en esos primeros trabajos que es muy creativo. Si yo tuviera que hacer el esclavo con la cadena ahora, pienso que lo haría mucho mejor y no estoy seguro para nada que la gente lo aceptaría como aceptó ese. Uno a lo largo de los años piensa que mejora su estilo, pero no sé si es tan así.


- ¿Qué crees que los inspiró a ir por el camino de la Independencia?-

Fue una cuestión de tozudez, mantenerse al margen de lo que te proponía el sistema. Si vos querías ser músico, tenías que tener un productor, un sello grabador, había que conseguirse horas de televisión, horas de radio y todo un paquete armado para el que quería ser músico y trascender. Y todo un sistema donde se mueven montones de personas que no son músicos que sacan la parte del león. Porque realmente yo no he conocido músicos que terminaran millonarios, pero sí he conocido productores que terminaron millonarios. ¿Y el producto inicial quién lo hace? Es un claro ejemplo de que el intermediario es el que gana y que toma al músico como una cosa desechable. De un año para otro, si cambia la moda, el músico se desecha. Y el músico es un ser humano que va a tocar música toda su vida. Es un sistema perverso.


- ¿Qué artes de tapa te han dado vuelta la cabeza?-

Las primeras tapas de los vinilos eran bastante feas. No sé en qué pensaban los primeros diseñadores. Las únicas que se destacaban eran las vinculadas con el jazz. Eran mejores porque en general los jazzistas se sacaban buenas fotografías por fotógrafos de renombre. Pero una de las tapas que primero me llamó la atención es la de Revolver de Los Beatles. Ese es un dibujo de Klaus Voorman, un alemán amigo de John Lennon. Esa tapa nos dio la idea a algunos de que con las tapas se podían hacer cosas. Y el patadón final lo dio Peter Blake con la tapa de Sargent Peppers. Ahí demostró las cosas que se podían hacer a partir del arte visual, vinculado con la música del rock. También estaba Roger Dean, que le hacía las tapas a Yes y en general a casi todo el rock británico.


- ¿A qué le decís Ni a palos?-

No quisiera estar vinculado a algo opuesto a aquello que he estado vinculado durante tanto tiempo. Los Redondos se han distinguido porque mostraron que las cosas se podían hacer de otra manera, que no era necesario hacerlas de la manera que el sistema se los marcaba y que se podía hacer música masiva sin apelar a letras banales. Y me parece que la gente entendió esa honestidad. Ni a palos a hacer un producto pensado para vender.

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