martes, 4 de mayo de 2010

FIRME JUNTO AL PUEBLO


Gabriela Esquivada es la autora del libro Noticias de los Montoneros. Fue el diario de la guerrilla peronista. Contó con las plumas de Walsh, Gelman, Bonasso y Verbitsky. Isabelita lo clausuró.


Por Miguel Russo


Antes de leer esta nota, hay que saber que Noticias fue un diario que salió desde noviembre de 1973 hasta agosto de 1974. Que en ese diario trabajaban tipos como Rodolfo Walsh, Juan Gelman, Horacio Verbitsky, Francisco Urondo. Que lo diagramaba Oscar Smoje, que lo dirigía Miguel Bonasso. Y que, sí, pertenecía a la organización Montoneros. También hay que saber –y de eso se encarga el libro Noticias de los Montoneros, de Gabriela Esquivada, editado por Sudamericana– que el diario trató de reflejar la realidad de entonces (una realidad tan complicada como irrepetible) sin ser prensa partidaria: escribiendo como sólo pueden hacerlo los que quieren escribir y saben qué quieren poner por escrito. Algo así como la frase de Tácito con la que Mariano Moreno encabezaba la Gazeta de Buenos Ayres allá en los años cuando la Revolución era tapa: “Rara felicidad la de los tiempos en que se puede sentir lo que se quiere y decir lo que se siente”.Dicho esto, para mostrar que en noviembre de 1973 la Revolución también podía ser tapa, dice Gabriela Esquivada en la página 137 de Noticias...: “Es difícil transmitir la corriente afectiva que mueve a la gente unida para comenzar de cero un medio de comunicación gráfica. Se parece al enamoramiento. (...) Apenas llegados, vinculados por esa pasión poderosa, ya muchos de los periodistas se desprecian entre sí y en un tiempo de extensión imprevisible –un mes, un año, cinco años– la mayoría odiará a casi cada uno de los otros y habrá construido su red de supervivencia en un universo competitivo, cruel y más de una vez degradante. Pero al comienzo, ¡ah, al comienzo!, todos sueñan que esa vez sí, esa vez se podrá; que con Fulano y Mengano y Zutano se podrá; que ese equipo impar encontrará el modo de hacer equilibrio entre los intereses de la empresa y la función social del periodismo; que allí el talento podrá lucirse y construir autores; que allí habrá libertad para decir dos o tres verdades, para escribir extensas piezas de periodismo narrativo; que allí se conformará una comunidad con los lectores que, caramba, podría cambiar el curso de la historia”.Esquivada se ríe. Mira cómo se vuelve cada vez más verde su té con hebras de menta y se ríe mientras repite que, claro, “Fulano, Mengano y Zutano eran Gelman, Walsh, Urondo, Verbitsky, Bonasso”. Y se ríe cuando escucha que “la empresa esa de los intereses era una organización armada revolucionaria”.Sabe, Gabriela Esquivada. No en vano es una de las mejores editoras del país. No en vano tiene una obsesión con lo ocurrido en los ’70. Y quizá tampoco en vano cuenta la historia de sus dos hermanitos: “Yo perdí dos hermanos. El primero nació en 1961 y murió en 1963, antes de que yo naciera. Mi segundo hermano murió en 1973, cuando yo tenía seis años. Pero en casa nunca se habló de ellos. Eran fantasmas en el altillo de la familia. Igual que la guerrilla lo fue en el altillo de la sociedad”.Noticias de los Montoneros tiene su ADN en la tesis que, en 2004, Esquivada realizó para obtener su maestría en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Publicada ese mismo año por el sello universitario como El diario Noticias. Los Montoneros en la prensa argentina, marcó un final y, al mismo tiempo, un comienzo. “La historia me quedó dando vueltas después de la tesis. En la investigación, y para redondear cuestiones profesionales, sólo entendibles entre profesionales, había tenido que dejar muchas cosas y muchas personas afuera del libro.”Esas cosas a las que se refiere Esquivada son, básicamente, recuerdos: “Me acuerdo perfectamente de ese 24 de marzo de 1976, con mi madre diciéndome que no tenía que ir al colegio. Pero de todas las cosas anteriores tengo recuerdos muy vagos y, creo, falsos”. No es un detalle menor que Esquivada haya nacido en 1967 (cuando mataron a Aramburu tenía tres años, siete cuando murió Perón). “Para mí la liberación de los presos del 25 de mayo de 1973 no fue noticia porque estaba mirando a Pepe Biondi”, dice, y la imagen parece un póster de ciertos personajes muy actuales que ven otra cosa por una elección que no tiene nada que ver con la cronología. Claro que en la vida de Esquivada, algo de todo eso se continuó: “A los nueve años estaba en un colegio del Estado en el barrio de San Cristóbal y tenía dos compañeros a los que les habían secuestrado a sus hermanos. Recuerdo que era un secreto que teníamos entre los tres. Yo formaba parte del secreto por haber tenido, también, dos hermanitos muertos, aunque de enfermedades, muy chicos”.Después vino la secundaria en el Carlos Pellegrini y la revisión de bolsos en la entrada. Después vino la huida hacia un secundario en Barracas. Cuarenta años después, el cruce entre secretos, realidades, obsesiones, periodismo y escritura fue inevitable: “Siempre me atrajo esa época. Y es mucho más heroica la idea del guerrillero que la del Turco Julián o la de Massera o el Tigre Acosta o cualquiera de esos subhumanos. Me faltaba saber, reconocer qué había pasado antes. Al entregar tuve ganas de seguir investigando. Tenía tiempo para hacerlo y dediqué todo ese tiempo a bucear en algo que tenía muy claro: allí, en ese diario Noticias había una historia. Lo que no sabía es que la historia no iba a ser sólo la del diario propiamente dicho. Para entender la historia de Noticias tenía que meterme en las historias de todos los que la cristalizaron, las historias de la sociedad. Una historia que no terminó con la guerrilla, que no terminó con la represión de los milicos, ni siquiera terminó con la extinción de Montoneros. Es una historia que va a continuar porque es la historia del país”.Y la historia de este país es, como señala Esquivada, una historia de violencias. “Si tomamos la organización Montoneros, las personas que secuestran y matan a Aramburu, de chiquitos leían el libro de lectura Evita o Justicialismo. Luisa Galli, una de las secretarias del director de ese diario, Miguel Bonasso, cuenta esto de la infancia peronista. Ella recuerda que le decían que Perón trabajaba día y noche por el futuro de la patria. Y con Perón proscripto, con el país en llamas, eso de la socialización primera quedó en alguna parte de sus memorias.”Ya se mencionaron: Bonasso, Walsh, Gelman, Urondo, Verbitsky. Nombres que hoy, más allá de la muerte y de las edades, parecen mentira dentro de una misma redacción. La pregunta cae en la mesa, entre las tazas de té vacías, ¿se podría haber juntado esa gente sin Perón de por medio; hubiera existido ese diario con otra ideología?“El diario El Mundo, contemporáneo de Noticias, era del PRT –arranca Esquivada–, pero me parece que el peronismo tiene algo más movilizador que la izquierda. Incluso más que la izquierda guevarista, muy seria, muy importante y muy numerosa en ese momento. Allí está, por ejemplo, el genial Enrique Raab. Hubo gente muy talentosa en la izquierda, pero el peronismo era más convocante.”Gabriela Esquivada militó en el regreso de la democracia: “Había ganado Alfonsín y yo pensaba que era muy revolucionario cantar ‘se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar’, pero ocurría que estos muchachos (no es ocioso aclarar que cuando Esquivada dice muchachos se refiere, entre otros tantos, a los que hicieron Noticias) la habían cantado a principio de los ’70 por primera vez. Allí se creyó muy en serio que la cadena que había arrancado en 1930 se iba a terminar. La Libertadora, Onganía, la Noche de los Bastones Largos, Trelew, Lanusse, la revolución cubana, el Mayo Francés, Checoslovaquia, los movimientos de liberación en África, el socialismo en Chile. Un cóctel irrepetible”. Tanto como la afirmación de Esquivada: “Los militantes de los ’70 no tenían nada que ver con los de los ’80. Y hoy ya no hay militantes, hay operadores, la política es otra cosa”. Y también es otra cosa el país y, por supuesto, aquellos militantes, aquellos que realizaron los nueve meses del diario Noticias. Con ese país, con esos hombres trabajó Esquivada: “La actual es una sociedad muy distinta, donde la violencia circula, pero de otra forma. Los personajes que hablaron, en general, tienen cosas que no quieren decir y cosas que no dijeron. Y cosas que dijeron que no quise poner porque me parecían del ámbito privado de los protagonistas. Por ejemplo, el romance de Paco Urondo con una compañera de redacción, por lo cual terminan mandándolo al muere en Mendoza. Esos muchachos eran intelectuales que venían de escribir en La Opinión; no podían estar de acuerdo con la barbarie de los dirigentes de la organización Montoneros”.Y entonces sobrevuelan “los intereses de la empresa” que se mencionaron al principio y la cabeza de esos periodistas: “Hacían equilibrio. Firmenich se metía: los dueños siempre se meten, el capital siempre influye. Había columnas de Roberto Quieto, las cuatro notas del mismo Firmenich tratando de explicar que Montoneros no había matado al Padre Mugica, Armando Cabo, Framini. Las alianzas políticas de Montoneros y los gobernadores de la Tendencia tenían sus columnitas de opinión. Pero ahí estaban escribiendo tipos que cultivaban una escritura heredera de la línea de Primera Plana, de La Opinión. Y, de golpe, pasaron a una orden absurda: no poner adjetivos porque el pueblo no los comprendía. Las marcas de esa especie de violencia simbólica a la que se sometieron voluntariamente, se ve en algunos que durante mucho tiempo no pusieron en sus currículums que habían estado allí. Hubo quienes prefirieron no ser mencionados. Hubo quienes prefirieron el off y hubo quienes se negaron a hablar. Hubo, también, peleas entre los protagonistas. Pero hay que comprender que todos ellos vivieron tiempos muy duros. Así y todo, en la redacción de Noticias se trabajaba con mucha libertad. Claro, libertad, sí, pero andá a decirle a Gelman o a Verbitsky o a Walsh que no te gusta cómo te editaron la nota”.Anécdotas que llevan siempre a una reflexión, como la que Esquivada cuenta de Alicia Barrios, una hermosa y exuberante muchacha de 18 años que trabajaba en el diario El Mundo, del PRT, y llegaba con unas minifaldas infartantes y la ausencia absoluta de corpiño. “Todos los días, el jefe de redacción le recriminaba que tenía que ir a trabajar con corpiño. Un día, la intimó: iba a trabajar con corpiño o la despedían. Alicia llevó el corpiño, lo puso arriba del escritorio y se puso a trabajar ante la mirada de toda la redacción. Por supuesto, la echaron en el acto. Sin dudas, era más interesante Noticias: por periodismo, por diagrama y por indumentaria.”Historias que desentrañan deudas y reescriben la Historia: el por entonces cadete Enrique Gil Ibarra, que un día decidió llevar su arma a la redacción y fue llevado de una oreja a la oficina de Troxler, encargado de la seguridad; Patricia Walsh recordando a su padre, editor de Información General y Policiales; Javier y Ángela Urondo recuperando a Paco; Diego Quieto, que trata de que se haga justicia con los militares que mataron a su padre y contra los miembros de la dirección de Montoneros que no lo defendieron y lo acusaron de traidor.Relatos que abandonan el ensayo para ser narrativa: “Voy a seguir leyendo cosas sobre los ’70, el apasionamiento continúa, pero no pienso escribir nunca más sobre el tema. Me sentí muy cómoda escribiendo Noticias. Pude narrar, algo que tuve que dejar de lado en la tesis de maestría, pero que para este libro era imprescindible, ya que no hay otra manera de contar esa historia”.Un diario, una redacción, una manera de informar, un libro, una autora, una historia: la Historia.

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