El especialista en seguridad Marcelo Saín analiza por qué nadie se atreve a tocar las cajas chicas de la fuerza.
El ex interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), Marcelo Saín advierte sobre la necesidad de una reforma institucional para la Policía Federal (PFA). Saín fue entrevistado en el programa Carbono 14 que emite Radio Nacional. Aquí se consignan los momentos más importantes:
Eduardo Anguita: –Saín es un especialista en seguridad. Saín es un civil, un académico, un tipo que estudió políticas de seguridad. Recomiendo escucharlo explicando por qué habla de la Policía Federal en términos tan claros como lo hizo hoy (por el martes) en una nota publicada en Página 12 que se titula Los Intocables. ¿Cómo surge la idea de esa columna que escribió?
Marcelo Saín: –Yo estaba acostado en mi cama, y ví en la televisión las imágenes de la represión del 14 de noviembre en el recital de Viejas Locas y, realmente me calenté mucho. No se puede soportar, por parte de un Gobierno, que es conducido por un compañero como Néstor Kirchner, que hace un tiempo reclama al progresismo que lo apoyemos porque se viene el intento de restauración conservadora que se lo respalde en todo. Yo, del lado de la izquierda del kirchnerismo, le digo ‘bueno, está bien, vamos contra la restauración conservadora, pero hay deudas con el progresismo y con la sociedad, en materia de seguridad pública. A la Federal no la tocó nadie. No hay político en la Argentina que tenga cojones para desarrollar políticas serias de reforma de la Policía Federal Argentina. Se reformó la Side, en el sentido legal e institucional, se le metió conducción política a la Secretaría de Inteligencia, se la desmilitarizó… Digo esto porque la Side siempre es el cuco. A la Bonaerense se la dio vuelta para un lado para el otro, se le hizo reforma, contrarreforma, se le puso conducción civil, conducción policial, ida y vuelta, es deporte nacional de todo el progresismo pegarle a ella. Pero de la Federal nadie habla. Parecería como que la regulación del delito, la protección de actividades delictivas, la recaudación ilegal, el gatillo fácil, la tortura de personas es un atributo de la Policía de Buenos Aires y no de la Federal.
¿Por qué tenemos una mirada tan tuerta del fenómeno?
Yo soy oficialista, pero soy oficialista para aquellas cosas que son sustentables. Hay otras en las que soy opositor, claramente. Y en esto soy opositor. Yo he sido la cabeza de un proceso de reforma de una institución muy pequeña, contamos con mucho aval político.
¿Por qué no se hace algo parecido en el resto de las fuerzas?
Al mismo tiempo que este mismo Gobierno impulsó un régimen de control policial, por primera vez externo, y asentado en un proceso contradictorio y con la figura del defensor de policía, como fue el caso de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Esto es muy contradictorio. Entonces, tenemos que levantar la voz y decir: ‘Señores, ¿ustedes quieren que nosotros nos opongamos a la restauración conservadora? Pues bien, empecemos por lo que a nosotros nos atañe, que es el tema seguridad’.
Agustín Álvarez Rey: –Cuando se presentó en el Congreso de la Nación el proyecto de seguridad democrática, usted estuvo allí charlando con los periodistas sobre la Bonaerense y los intentos reiterados por descabezarla y la dificultad que esto trae aparejado. Hay una complejidad cierta, más allá de la PF y las policías provinciales, entonces, ¿cómo se saltarían éstas dificultades o cuál es el plan para poder llevar a cabo esta reestructuración, sin pagar un precio político altísimo?MS: –Tocaste bien un tema, el de los precios políticos, vamos a decirle costo político. Toda línea de reforma o de contrarreforma tiene sus costos. El costo de mantener todo como está es que vos tengas el asesinato de un pibe a palazos, de manera encubierta, como en el caso de Viejas Locas. O la regulación del delito, etcétera, etcétera. El costo de la reforma es la resistencia de aquellos sectores que se oponen, dentro y fuera de estas instituciones, a este proceso de reforma. Tenés que elegir qué costos afrontar. Porque no les fue bien a aquellos que han delegado el gobierno de la seguridad a la Policía. También pagaron costos. Preguntale a Mauricio Macri si no pagó costos con darle el poder de la policía y la seguridad al Fino Palacios. Preguntale a Eduardo Duhalde si no pagó costos con la maldita policía. Costos siempre hay, uno tiene que elegir cuáles pagar. Ahora, la Argentina atravesó por experiencias en las que, cuando la clase política se puso firme, no hubo posibilidad de extorsión policial con capacidad de marcar la agenda política. Te doy algunos ejemplos: cuando Duhalde dijo, ‘se acabó el verso de la Policía bonaerense, vamos por la intervención civil y por el proceso de reforma’, le metimos mano a la Policía bonaerense de verdad. Y se terminó convalidando un proceso de conducción civil y León Arslanián era la expresión más acabada de ese proceso. Cuando Néstor Kirchner dijo, apenas asumió como presidente, ‘no voy a permitir resolver los conflictos de la protesta social y las movilizaciones en la calle, a través de los palos, la Policía Federal entendió, comprendió y se allanó a esa orden política, porque era claro el mensaje político del Presidente. El conflicto social se responde a través de lo que es la negociación y el diálogo político. No de la Policía. Porque estaba muy vivo el recuerdo de Kosteki y Santillán. El tercer caso que te puedo citar es el nuestro cuando se acabó el verso en los aeropuertos. Nos metieron a nosotros, nos dieron mucho poder político y dimos vuelta hasta a las empresas de Alfredo Yabrán. Es decir, las sacamos a patadas en el culo del aeropuerto. Las sacamos con el Código Penal y con una culata en la otra mano. Tenemos que ser francos. Yo me basé, en todo, en el marco del Derecho, pero también estaba dispuesto a gatillar si tenía que gatillar. Cuando la clase política quiere no hay comisariato que pueda imponérsele. Hay que preguntarse ¿por qué la clase política no quiere? Porque no quiere enfrentarse a un problema que lleva costos, inevitablemente, aunque, en verdad, el statu quo también lo lleva a pagar costos. Y no estamos en la antesala de que haya una crisis en la Policía Federal, que tiene una enorme habilidad para ocultar estos asuntos y estos negocios. Pero no puede ser que levantemos la voz contra la Bonaerense y aquellos mismos que sabemos del tema no digamos nada cuando ocurren las mismas cosas con la Policía Federal.
EA: –Saín, cuando yo hablo con Ragendorfer que fue uno de los que más esclareció las rutas del dinero y la constitución de mafias, queda claro que en los ’90, Duhalde tenía una telaraña armada, que había un senador de Morón…
MS: –Sí, Román, Horacio Román.
EA: –Exactamente. Que era el hombre que ‘arreglaba’ con intendentes, con fiscales es decir, una red.
MS: –Era el jefe de la policía en las sombras.
EA: –Exactamente. Y, además, manejaba muchísimo dinero sucio, para eso.MS: –Sí, sí, totalmente.
EA: –Ahora, cuando uno piensa en la Policía Federal, no tiene un esquema porque, uno habla con Ragendorfer y dice ‘hay determinadas épocas en las que los piratas del asfalto ganan más, los desarmaderos ganan menos, la prostitución, el juego ilegal… ahora, de la Policía Federal, y esto lo digo yo, no Saín, cuando uno habla con los chicos que están pidiendo plata en la calle Florida y sabe que arreglan con los muchachos de la comisaría de Lavalle. No me da tanta indignación como lo de Viejas Locas pero me da vergüenza porque, además, uno mismo le da una moneda y piensa ‘la mitad de esta moneda va a la calle Lavalle’. Ahora, es temerario, meterse con los temas de la Aduana, por ejemplo. Ha muerto gente.
MS: –Sí, sí, además, la Aduana es la fundadora de la Patria. El contrabando es la primera práctica institucional de la Argentina, antes de que la Argentina fuera la Argentina. Y eso no ha acabado.
EA: –Entonces, la pregunta es, esta gente, ¿realmente mete miedo o comparte negocios?
MS: –No, que la policía la junte no significa que siempre la cosa llega arriba. Hubo muchos períodos en que la Bonaerense la siguió juntando y no desembocaba la valija en el Ministerio. Yo fui viceministro de Juan Pablo Cafiero. Y fui muy crítico de nuestra gestión. Cafiero no juntaba la valija, pero la Bonaerense la siguió juntando. De hecho descubrimos al ex comisario general de la Policía bonaerense, Alberto Sobrado con un palito y medio verde en el exterior. Y era un comisario medio pelagato. O sea que la máquina sigue funcionando. El kirchnerismo no la junta de la Policía Federal Argentina, la valija no llega arriba, pero la policía se autofinancia. Y acá hay un elemento muy importante a tener en cuenta. ¿Sabés por qué se recauda? No es porque hay cuatro comisarios que intentan malversar fondos en función del enriquecimiento ilícito, es porque el presupuesto de las policías no alcanza para financiar sus gastos de funcionamiento. Y gran parte de la recaudación ilegal, va al financiamiento de la propia policía. La Federal tiene el 90 por ciento de su presupuesto destinado a gastos de sueldos. Entonces, a quién se le puede ocurrir que con el 10 por ciento del presupuesto vos puedas financiar gastos corrientes, gastos de capital y gastos de inversión. La pregunta del millón es ¿quién paga esa policía? ¿Por qué no cierra el día 10 de cada mes? ¿Quién paga la luz, quién paga el toner, quién paga la nafta de los patrulleros..? Gran parte de esos recursos proviene de la recaudación ilegal. Entonces, acá hay un problema de responsabilidad política. No hay diputado, del oficialismo y de la oposición, que haya querido discutir cuánto cuesta el financiamiento de la policía, tal cual como está y cuánto costaría una policía reformada. El grueso del financiamiento de la institución se basa en la recaudación ilegal de las cajas chicas ya que el 90 por ciento del presupuesto se destina a sueldos. Es un tema de estructuración política, es un problema político, no policial, no es una cuestión de maldad de los comisarios. Y lo saben, los comisarios te lo dicen.Ninguna norma de las que la regulan actualmente fue promulgada en época democrática, todas son de las dictaduras. ¿No hubo tiempo, en 27 años, para que el Congreso de la democracia le metiera mano a ese tema? ¿Por qué tanta impericia de la clase política argentina?
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