no es tormenta mental que da el prestigio loco;
es mar gruesa y oscuridad,
y el chasquido que quiere proteger
ese grito que no es todo el grito
“Yo no sabía que sabía” se le escucho decir a uno de los 15 pibes en conflicto con la ley penal que tres veces por semana vienen a pintar el mural en el frente de la Subsecretaría Niñez y Adolescencia del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires.
En un proceso de construcción colectiva que comenzó a principio de año con la visita de Ricardo Cohen, el Mono Rocambole al Instituto, los chicos quedaron absortos durante tres horas escuchándolo contar sus anécdotas, su historia y viendo pasar su vida en obras desde aquel boceto en cartulina negra que garabateó una tarde apurada para la propaganda en un diario nacional del disco Oktubre o la inserción del gato muerto por veneno de ratas encontrado en los entretechos de su casa para la instalación que se convirtió en la tapa de “La mosca y la sopa” hasta el último video que presentó en el Cosquin Rock. A partir de allí se sucedieron reuniones en donde cada uno de los jóvenes expresaron sus ideas, sus gustos y comenzaron a tomar fuerte los fibrones y pinceles que muchos dejaron desde pequeños y otros jamás usaron para hacer ningún dibujo.
Como dirigió artísticamente a aquellos 15 en los mediados de los 70 lo hace con estos nuevos 15 para ayudarlos a sacar de su alma imágenes inimaginadas por ellos, lo que los hace más libres, más vivos, más humanos; lo que los descubre capaces de hacer, de pensar, de soñar y de brillar.
“Yo no sabía que sabía” dijo conteniendo la emoción por poder hacer trazos firmes y pinceladas auténticas, nunca nadie le había enseñado, nunca nadie le tuvo paciencia ni se tomó el tiempo de explicarle, siempre quiso sacar lo que tenía dentro y lo sacó con lo que podía; si alguien le hubiera dado una guitarra, un pincel, una lapicera y papel para escribir una canción quizás se hubiese juntado en un barrio de La Plata, hubiese formado otro tipo de banda y hubiese conocido a la negra Poly; hubiese conocido otro mar, otra oscuridad, otra tormenta; si algún chasquido lo hubiese protegido quizás conocería otra libertad…
Son otros quince, el mismo Rocambole y algunos otros que desde el lugar de trabajo que hoy nos toca, queremos darles otros instrumentos de expresión pero la misma libertad…
Lola Rodriguez
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