Por Francisco Yofre
El paco no es la droga de los pobres, es la droga dirigida a los pobres. Por esa razón es tan barata, tan adictiva y tan destructiva. Su efecto es un poderoso viaje seguido de un bajón en caída libre y sin fin, todo en un puñado de minutos. Ese derrumbe, en tan poco tiempo, dispara la ansiedad por una nueva dosis.
No divierte como una pastilla de diseño, no distiende como el cannabis, ni euforiza como la cocaína. El paco le sirve a muchos pibes pobres para olvidar la angustia por los dramas familiares, la exclusión social y la desesperanza. “Me pone duro y no tengo que pensar”, dicen ellos.
“En la 1.11.14 hay muchísimo paco pero también alcohol”, relata Silvia Quevedo, una psicóloga que trabaja en el centro de día La Otra Base, ubicado a dos cuadras de la villa que está en el Bajo Flores y en la que viven 35.000 vecinos.
El paco no mata a los seis meses, como se dice. La duración de una vida maniatada por la base depende del cuerpo del consumidor. Un chico mal alimentado, con bajo peso y problemas de salud está más comprometido con respecto a aquellos que fuman paco y tienen buenos niveles de nutrición. “El problema no es la sustancia en sí misma. El tema es la relación que el usuario tiene con ella y las defensas que posee”, apunta Beatriz Baldelli, coordinadora de La Otra Base. Ella junto a un equipo interdisciplinario, todos los lunes a la mañana hablan con usuarios de varias ranchadas –grupo de personas usuarias de drogas– de la 1.11.14. La deshidratación es una de las primeras consecuencias causadas por la base y por eso llevan jugo, agua, colaciones y un sobrecito de gel que hay en las cajas de preservativos Tulipán para que se curen las quemaduras en los labios provocadas por la circulación de la lata o pipas, todas hechas de metal. Ellos están como aplastados, absolutamente caídos y sin fuerzas. “Es un mito que el paco convierte a una persona más agresiva. Eso depende de la personalidad de cada uno y no de la sustancia en sí misma”, agrega Baldelli.
Su toxicidad. El paco es una droga no apta para el consumo humano. Esto quiere decir que no es metabolizado por el cuerpo, a diferencia de otras drogas, que si bien son dañinas, se eliminan de manera mucho más fácil”, apunta Gustavo Zbuczynski, de la Asociación de Reducción de Daños Argentina (Arda). “Siempre les pido que consuman cualquier otra droga antes que paco, que está hecho con ácido sulfúrico y por ello quema tejidos, agrega. Las drogas no aptas para el consumo humano son los solventes, los pegamentos y el paco, justamente a las que más recurren los pobres. Arda y La Otra Base, se ubican como defensores de la reducción de daños, ponen el acento en evitar la mayor cantidad de perjuicio provocado por el consumo de drogas.
El negocio. Su explosión comenzó tras la crisis de 2001. Según el Sedronar entre ese año y 2005 su consumo aumentó un 200 por ciento. El crecimiento abrió un nuevo mercado de clientes para los traficantes de cocaína optimizando aún más su negocio. Un gramo de cocaína dependiendo de su pureza y su proveedor puede costar de 30 a 50 pesos. Una base de paco tiene de 0,001 a 0,003 gramo de cocaína al costo de 3 a 5 pesos. El precio de una dosis de paco equivalente a un gramo, superaría ampliamente el precio de un gramo de la cocaína de la más alta pureza. La cantidad para un usuario habitual fluctúa entre 5 a 10 bases diarias, lo que hace entre 35 y 70 a la semana. Pero hay usuarios que, si se dan las circunstancias apropiadas, se pueden fumar hasta 50 ó 100 bases en un día. Así lo que se presenta usualmente como una droga barata para los pobres, termina siendo carísima. Ahí entra a tallar la ansiedad por conseguir más y para ello hay que salir a buscar plata.
Las madres. “No hay que despenalizar nada. Se tiene que cumplir la ley y punto”, así se refieren casi al unísono Graciela y María del Valle, mujeres cuyos hijos están enredados con el paco. Interpretan que despenalizar la tenencia para consumo personal es legalizar las drogas. Silvana, integrante de Madres Al Rescate, y cuyo marido murió hace dos años por el paco, entiende que “a un adicto no hay que meterlo preso, pero que si no se atienden otras carencias, seguro volverá a consumir”. Ellas son madres que luchan contra el paco. Pero agregan también que son muchas las mamás que venden base en la Villa. “Las conocemos pero qué les podemos decir. Ni ellas ni nosotras llegamos a fin de mes, no tenemos trabajo. Todo el mundo te dice ‘hacete transa’ para que puedas zafar”, apunta Graciela. “En la 1.11.14 todos los pibes andan en ranchadas. Un chico sano por lo general anda solo”, agrega María del Valle. Ella y Graciela mandaron a varios de sus hijos a comunidades terapéuticas, impulsadas en muchos casos por evangelistas. Es la opción que aparece a mano para muchas madres que están desesperadas al ver cómo sus hijos se consumen.
Allí son encerrados durante semanas o meses, se los contiene en alimentación y cuidado y se les aplican durísimas abstinencias. Muchos escapan, otros salen aparentemente “recuperados”. Sin embargo, cuando vuelvan a su barrio volverán a padecer la exclusión cotidiana, la marginación institucional y la ausencia del Estado. Allí, más a mano que nunca, estará el paco, para olvidar, aunque sea por unos pocos minutos.
Una droga hecha a base de cocaína
Existen “versiones” diferentes acerca de qué es el paco. La primera hace referencia al preparado que se realiza mezclando y calentando clorhidrato de cocaína con bicarbonato de sodio para poder ser fumada, en otros países esta “mezcla” es llamada “crack”. La segunda refiere a la pasta extraída luego del proceso de maceración de las hojas de coca también conocida como “cocaína base” y que puede ser fumada pero no inyectada o inhalada ya que no es soluble. Sometida a ulteriores procesos con sustancias químicas puede convertirse en clorhidrato de cocaína. La tercera, es la “pasta base de cocaína” (PBC) que aparece definida como el residuo del proceso de elaboración de clorhidrato de cocaína. Es decir el tratamiento que se le hace a la “pasta de coca o base” (sulfato de cocaína) que tras diversos procesos de cocción y secado permiten la obtención del clorhidrato de cocaína, el polvo de cocaína que puede ser inhalado o inyectado dado que sí es soluble.
Inicialmente se pensaba que lo que se estaba comercializando en el país con el nombre de paco, era la tercera versión. Por eso se hablaba de “residuo”. Esa línea de pensamientose correspondía con el “supuesto bajo costo”.
Pero los datos que se están manejando actualmente a través de un trabajo que está realizando el Ministerio de Justicia mediante sus laboratorios de Gendarmería y Policía Federal junto a la Universidad de Buenos Aires –en las facultades de Medicina y de Farmacia y Bioquímica– es que se trataría del alcaloide puro. En Estados Unidos para obtener crack, deben partir del clorhidrato de cocaína, ya que no tienen cocaína base, o sea el alcaloide puro, ya que éste se obtiene de la planta y no hay plantaciones de cocaína en ese país. En cambio, en nuestras latitudes, puede conseguirse la “cocaína base” o alcaloide cocaína. Así sucede en Colombia, Perú, Bolivia y norte de nuestro país porque la planta de cocaína (Erytroxylon coca) se cultiva en estos territorios. Sería algo así como “crack latinoamericano”, ya que no tiene ni la apariencia de piedras o cubos claros o blancos, ni hace el sonido que le dio el nombre al ser calentado (“crack”).
El paco es tan nocivo que se estima que un consumidor durante 6 meses equivale a alguienque tomó cocaína durante 10 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario