Washington vigila de manera constante representantes y altos cargos de la Unión Europea. Snowden reveló al semanario Der Spiegel que Washington conserva cada mes unas 500 millones de comunicaciones realizadas por teléfono o por Internet en Alemania. Los responsables políticos del Viejo Continente exigen explicaciones.
Por Eduardo Febbro
Tener un aliado como Estados Unidos es exponerse a recibir en la frente el beso del diablo. Los europeos acaban de descubrir los golpes bajos que se esconden detrás de la palabra “alianza”. Según revela el semanario alemán Der Spiegel, Washington espía de manera constante a representantes y altos cargos de la Unión Europea, y también conserva cada mes unos 500 millones de comunicaciones realizadas por teléfono o por Internet en Alemania. En lo concreto, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) ocultó micrófonos y se infiltró en las redes informáticas de la delegación de la Unión Europea en Washington. Las revelaciones de Der Spiegel levantaron una ola de indignación en toda Europa. Desde la sede de la Unión Europea en Bruselas, pasando por París o Berlín, los responsables políticos del Viejo Continente exigieron explicaciones a Washington. Laurent Fabius, el ministro francés de Relaciones Exteriores, dijo que si “esos hechos se confirman, serían inaceptables”. El canciller agregó que se esperaba que la administración norteamericana “disipe las inquietudes legítimas suscitadas por las revelaciones de la prensa”.
La fuente de la información publicada por el semanario alemán es Edward Snowden, el ex miembro del espionaje norteamericano que ya reveló la manera en que la administración norteamericana tenía bajo control una buena parte de las comunicaciones del planeta. Los documentos de Der Spiegel muestran cómo Estados Unidos lleva a cabo operativos detallados para espiar y colectar datos que obtiene en Alemania. Se trata de correos electrónicos, mensajes, comunicaciones por teléfono o a través de Internet. Todo ese material sensible se conserva luego en la sede central de la NSA ubicada en Fort Meade. El relato que hace la publicación alemana basado en los documentos de Snowden es muy preciso: la NSA espía cada día unos 33 millones de conversaciones, 20 de los cuales son telefónicas y el resto en Internet. Este cálculo corresponde a un día cualquiera. En caso de actividad intensa, la cifra puede llegar a 60 millones. Washington sabe muy bien dónde pone sus antenas. Alemania es espiada siete veces más que Francia y el lugar más espiado por Estados Unidos es Francfort, capital bancaria y financiera de la UE. La ministra alemana de Justicia, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, dijo que estas informaciones sobrepasaban “todo lo imaginable”. La comisaria europea para la Justicia, Viviane Reding, exclamó: “¡Entre socios no se espía!”. El presidente del Parlamento europeo, el alemán Martin Schulz, declaró que este caso “perjudicará considerablemente las relaciones entre la UE y Estados Unidos”. El eurodiputado alemán conservador Markus Ferber dijo que “un Estado de Derecho democrático que emplea métodos dignos de la Stasi (la policía secreta de la ex RDA) pierde toda su legitimidad”.
En Francia, la ministra de Justicia, Christiane Taubira, juzgó que el espionaje era “un acto de hostilidad incalificable”. Para el primer secretario del Partido Socialista, Harlem Désir, esto demuestra que “Europa no debe ser inocente en sus relaciones con Washington”. Jean–Christophe Cambadélis, el secretario nacional del PS y encargado de Europa, observó que, si se comprobaba la veracidad de las informaciones de la prensa, “lo mínimo que habría que hacer es suspender las negociaciones sobre el tratado de libre intercambio transatlántico”. Según Cambadélis, no se puede creer que “la lucha contra el terrorismo necesite el espionaje de parlamentarios europeos. Europa perdería su crédito si dejara el caso en la nada”. El eurodiputado ecologista Daniel Cohn-Bendit –líder de las jornadas de protesta de Mayo del ’68– pidió también que se “interrumpieran” las negociaciones con los Estados Unidos. El líder del Frente de Izquierda francés, Jean-Luc Mélenchon, pidió que “Francia conceda el asilo político a Edward Snowden, el benefactor de Europa que permitió que se desenmascarara el complot”.
Las evidencias presentadas por Der Spiegel son abrumadoras. La Agencia Nacional de Seguridad tiene a la Unión Europea como un “objetivo” prioritario para sus controles secretos. Además de espiar las conversaciones en Europa, la NSA también introdujo dispositivos electrónicos de espionaje en las representaciones de la UE y la ONU en EE.UU. Los agentes de la NSA ocultaron micrófonos en los locales de la ONU y la UE y, gracias a ellos, la NSA tuvo acceso a las conversaciones confidenciales, correos electrónicos y archivos de las computadoras. Todas estas violaciones del espacio de los “amigos” se inscriben dentro del programa Prism de espionaje global. En ese dispositivo, por ejemplo, Francia, Italia y Portugal figuran entre los “38 blancos” controlados por la NSA. En el caso específico de la Unión Europea, los norteamericanos estaban interesados en conocer los desacuerdos entre los países miembro de la Unión. Cada operativo tiene un marco y un nombre preciso: el espionaje de la representación de Francia ante la ONU se llama “Blackfoot”, el de la embajada francesa en Washington “Wabash”, el de la embajada italiana “Bruneau”.
Cabe resaltar que, sea a través del sistema Prism o del ya famoso “Echelon”, Estados Unidos mete sus narices en los circuitos privados de todo el planeta. Los únicos países que se salvan son aquellos que forman parte del grupo de “países muy cercanos”, o sea, Reino Unido, Nueva Zelanda, Australia, Canadá. Según reveló el semanario francés L’Express, el año pasado, luego de la elección del socialista François Hollande a la presidencia de la República, las computadoras del Palacio Presidencial del Elíseo habían sido pirateadas. Los culpables estaban en Washington. Estados Unidos tiene oídos enormes y una potencia tecnológica que pone al planeta entero bajo la supervisión, el control, el espionaje y la manipulación de una potencia que incluso espía a sus propios aliados comerciales e ideológicos.
Fuente: Pagina/12
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