Por Nahuel Gallotta
Cortázar, Tevez y Spinetta son algunos de los que circularán en los trenes, intervenidos por jóvenes pintores.
Primero fueron las lucardas, después algunas paredes de dos estaciones de la Línea H, aún sin inaugurarse. Martín Ron (32), como todos los artistas convocados para hacer arte en los subtes, pidió más: “Che, estaría bueno pintar un tren, ¿no?”, preguntó, sabiendo que al “no” ya lo tenía. Seis meses después lo llamaron y se presentó en “Corralín”, el taller de reparaciones de subtes de la Línea A, en una esquina entre Parque Chacabuco y Caballito.
“Una cosa es verlo en el andén y otra muy distinta es tenerlo ahí, delante tuyo.
Tenía que pintar cien metros en pocas semanas. Pero todo trabajo es una aventura y acepté sin dudarlo”, dice Ron. Era como pedirle una cita a Luciana Salazar, encontrarse con un sorpresivo sí y no saber qué hacer, dónde llevarla, cómo vestirse. Esta vez, el mural a realizar se transportaría de estación en estación. Él contaba con la autorización que soñaría cualquier artista de la pintura.
El viernes 11 de enero fue la última vez de más de cien vagones de la Línea A, con puertas que se abrían manualmente y pisos de madera. Funcionaron durante cien años y se fabricaron en Bélgica. Desde ese día, y hasta el 9 de marzo, no habrá Línea A. En ese lapso el Gobierno porteño trabaja en la compra de vagones chinos y en restaurar algunos pocos (los Fiat más nuevos), que continuarán tras el regreso. Tendrán aire acondicionado y cámaras de seguridad. Y algunos de ellos, mucho de arte. Para un tren, se aplicaron con técnicas mixtas y stencils. “El otro tuvo una consigna: 100 años, 100 metros, 100 ídolos personales de la cultura ”, detalla Ron.
Ahora es última hora del jueves y el tren está ahí, con sus personajes y sus autores. Está Carlitos Tevez, pero no está Riquelme; está Susana Giménez, pero falta Mirtha Legrand. No faltan Messi, Borges, Cacho Castaña, Iorio, “el Flaco” Spinetta, Quinquela Martín, entre muchos otros.
El subte es casi todo celeste, con algo de blanco y un sol en el medio, como la bandera. Y los retratos arriba, por todos lados. “La idea era hacer el ‘tren’ de Argentina. Que cada pasajero se pusiera a buscar a su referente”, cuenta Mariano Gasolo, (36), de los artistas oriundos de Tres de Febrero que participaron del proyecto.
En toda Latinoamérica no hay subtes trabajados por muralistas; en Europa sí. Se trata, además de mostrar el arte urbano en el subte, de una tendencia que comienza a crecer. Arriba y debajo de la tierra. “Muchas veces es más productivo hacer un mural”, aclara Ron. “Para el vecino es el mismo gasto que pintar la pared de blanco, y el mural se respeta. Si lo hace se ahorra el problema de que le pinten grafitis. El arte urbano ya está en otra fase, es mucho más estético”. Con los subtes lo mismo. Muchos estaban pintados por grafiteros. Puede que éste sea un comienzo para incentivar a que los artistas presenten sus proyectos.
Cuando era niño, las paredes de las calles donde se crió Ron decían siempre lo mismo: “En Tres de Febrero, Curto Intendente”, “Almagro no existís” y “Estudiantes capo”, por Estudiantes de Buenos Aires, el equipo de Caseros que milita en la Primera “B”. Cuando se aburrió de pintar a Batman y a Súperman, sus padres lo mandaron a la casa de una maestra de dibujo que vivía en el barrio. A los 13 pintó su primer mural: una calavera en su cuarto. Los compañeros del curso lo invitaban a pintar sus piezas. O banderas de bandas que seguían en recitales. Después, ya recibido, se metió en las convocatorias del Municipio de Tres de Febrero, donde ya se lucen más de 80 murales con su firma. Luego, comenzó a retratar a ídolos populares. Ahora sueña a lo grande: pintar a Leo Messi en Barcelona, a metros del estadio Nou Camp. Total, dice, como cuando pidió pintar el subte, el “no” ya lo tiene.
Fuente: Clarín
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