Francisco ama regalar a sus interlocutores, especialmente a los altos prelados y gobernantes latinoamericanos, una copia del documento final que aprobaron los obispos latinoamericanos en la quinta asamblea del CELAM en el santuario de Aparecida, realizada en mayo de 2007 con la presencia de Benedicto XVI.
POR JULIO ALGAÑARAZ
El entonces cardenal de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, fue el armonizador que con sus diálogos y el rol de presidente de la comisión redactora que gestó este manifiesto que “más que un texto dio vida a una realidad”. La experta católica en comunicaciones del CELAM, la uruguaya Susana Nuín, que vivió 30 años en Argentina, cree que “Francisco es muy consciente de que el Evangelio tiene que llegar a operar cambios sustanciales en la sociedad”. “El Evangelio es la única fuerza que puede transformar la realidad en plenitud y que no caiga en la ideologizaciones”, explicó Nuin a la agencia Zenit. “El Evangelio tiene que poder transformar la realidad estructural de la sociedad”. El documento de Aparecida es, quizás, el más importante documento de la Iglesia latinoamericana, porque reconoce el camino realizado por las cinco conferencias de los episcopados de la región, sobre todo las asambleas de Medellín y Puebla, que volcaron plenamente a los obispos en la realidad del Concilio Vaticano II, en los 60. Nuin sostiene que el documento de Aparecida representa “un diálogo permanente entre la iglesia latinoamericana y el Concilio Vaticano II: asume la novedad de un continente, pero también la trayectoria de la Iglesia universal que se expresó en el Concilio Vaticano II”. En el documento final de Aparecida hay muchas huellas programáticas de la realidad que va tomando cuerpo en el pontificado de Francisco. Hace un salto muy grande al referirse a los “discípulos misioneros”, a la necesidad de una vida en comunión, puesta en la senda de Cristo y el Evangelio, con una conversión profunda de los pastores. Aparecida “propone que la gente vaya al Templo y a la sociedad a llevar la buena nueva”. Y que los pastores vayan a la grey. Nuin afirma: “Este es un gran desafío de Aparecida”. Otro es marcar los rostros de dificultades y dolor que hacen padecer a la América Latina, “que no podemos negar si queremos que nuestro continente sea evangelizado y viva en la evangelización”. Con el método de análisis de “ver, juzgar y actuar”, se afronta la realidad de América Latina en la vida de Jesús en sus discípulos misioneros, que no anteponen “la acción a la comunión”. Entre Río de Janeiro y Aparecida, el pontificado de Francisco se encarrila aún más profundamente en el camino de las reformas radicales, en la inspiración del Concilio Vaticano II y del pontificado de Juan XXIII, que duró solo cinco años pero cambió la historia de la Iglesia, reconciliándola consigo misma y con el mundo contemporáneo. Es lo que quiere Francisco,que también se da un plazo de cinco años para realizar su misión. Cuando sienta que la vejez le quite plenitud en su misión, Bergoglio renunciará y ya no será una sorpresa, con el antecedente de su predecesor. Volverá a la Argentina, para pasar el tiempo de descuento en su Buenos Aires querido.
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