Por Sebastián Chaves
"Ya tocamos cincuenta y seis veces en La Trastienda, es el récord histórico del lugar; es una base de operaciones para nosotros, lo bueno es que la capacidad que tiene te permite hacer ciclos, y eso nos funciona bien. Podemos cambiar el contexto dependiendo del público; ahora manejamos la adrenalina de otra forma, uno ya no se pone nervioso; nos podemos reír de lo que pasa e improvisar la lista de temas durante el show. Éste va a ser un recital muy eléctrico; vamos a tocar hasta que se nos caigan los dedos. Tenemos muchas ganas, nos estamos sacando las vacaciones de encima. Tocamos desde las 22 hasta la hora que queramos", cuenta Ricardo Tapia, cantante y líder del grupo.
Si bien cuando uno piensa en La Mississippi, automáticamente piensa en una banda de blues, su último trabajo, Búfalo , deja en claro que la banda va un poco más allá de la clásica estructura de los doce compases en 12/8 que caracteriza al género. "Es un disco que ni siquiera tiene un blues; en verdad, no nos sale componer blues clásicos, nos sale componer música rock con raíces negras. Este álbum es más concreto, y eso tiene que ver con que cambiamos de formación. Ahora, al no haber vientos, hay más silencios. No hay tantos arreglos ni grandes secciones. Daniel Melero decía que si arreglás mucho la música es porque algo está roto."
-¿Cuáles son las influencias al hacer una música con tanta historia y tantas vertientes diferentes?
-Nos gustan cosas variadas, música muy ecléctica. A mí me gusta mucho Funkadelic y también Bryan Ferry. No escucho toda la música del mundo, pero me muevo de Muddy Waters a John Coltrane sin ningún problema; de todos modos, la música a estas alturas es algo privado, la escucho con mucha pasión, pero para disfrutarla como un buen plato de comida. Si después de 25 años de hacer música todavía te influencian, estás en problemas, la influencia tenés que ser vos mismo.
Y la idea, para Ricardo Tapia, parece ser mucho más que buscar una autosuficiencia en cuanto a influencias. La Mississippi también es autosuficiente artística y organizativamente. "El trabajo independiente creo que fue la clave por la cual no paramos durante estos veinticinco años; si sos inteligente, te podés producir. No es sólo subirte a tocar. Nosotros vivimos de la música y tenemos un control completo de lo que hacemos, nos levantamos muy temprano y estamos conectados todo el tiempo, somos una pequeña sociedad. Tratamos de que todo sea lo más fácil posible para el público, porque el boca en boca siempre fue más fuerte que la publicidad que podíamos pagar. Nosotros anunciamos algo en Facebook y se llena La Trastienda. Lo aprendimos de la Negra Poli, que dice que cuanto más solo trabajás más fácil es. Ella nos enseñó muchas cosas."
Volviendo atrás en el tiempo y recorriendo este cuarto de siglo de historia, en los que La Mississippi ha sobrevivido tanto a los vaivenes de la industria musical como a los de la sociedad argentina, su cantante recuerda cada situación como una etapa de aprendizaje: "Nosotros empezamos en una época muy difícil, no existían las agendas de los diarios ni los suplementos de rock, salíamos a pegar carteles y repartir folletos. Era una realidad totalmente distinta a la actual, estuvimos tres años sin grabar, pero trabajamos mucho, especialmente en Oliverio y en bares de San Telmo. Nos dimos cuenta del público que teníamos cuando tocamos en Parque Centenario, en el festival que se hizo por Walter Bulacio. Cuando grabamos Mbugi no sabíamos si sacarlo en CD o en vinilo, porque era el momento de transición entre ambos formatos; de hecho, para la venta salió en CD, y para difusión, en vinilo. Y tuvimos la suerte de que fue disco de oro en apenas una semana, así que ahí empezamos a vivir de otra forma. No estaba muy claro hacia dónde iba uno, y a nivel político y social también era todo muy raro. Comenzamos a tocar en la época de las revueltas militares y también tocamos en el Ópera la noche que se fue De La Rúa".
Por último, Tapia también analiza el presente y explica el lugar que ocupa La Mississippi en la escena actual: "El blues y el rock clásico están en un lugar de respeto; la gente se divierte escuchándolo, pero no es de consumo constante. Y eso no te perjudica, si lo sabés utilizar, te coloca en un plato especial. Hay que usar eso para no perder la marca, para no aceptar cosas que hagan que lo que ya hiciste se borre de un plumazo. Hay que cuidar la carrera como las alas de una mariposa. Está bueno estar siempre del otro lado de la calle, la gente quiere estar toda del mismo lado, si podés mantener el otro lado, está mejor. Hay que saber cuándo estar, pero también cuándo correrse del medio. Ahora estamos en una etapa de reinvención, musicalmente volvimos a tener 30 años".
Fuente: La Nación.
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