El libro de María Dutil "Escenarios carcelarios" refleja el trabajo que desde 2010 la actriz realiza junto a Lito Cruz en el marco del Proyecto Cultural Teatral Lito Cruz en el Servicio Penitenciario Federal.
Por Ivana Romero.
Nunca vi a un hombre que mirara / con ojos tan ávidos, ese toldito azul / al que los reclusos llaman cielo, / y cada nube indiferente que pasaba / en feliz libertad”, dicen los versos de La balada de la cárcel de Reading de Oscar Wilde, impresos en la tapa de Escenarios carcelarios. No es casual. Porque este libro escrito por María Dutil refleja el trabajo que desde 2010 esta actriz, coreógrafa y bailarina realiza junto a Lito Cruz en el marco del Proyecto Cultural Teatral Lito Cruz en el Servicio Penitenciario Federal. Se trata de una apuesta que se extiende a lo largo de todo el país. Su objetivo es humanizar el espacio carcelario y vincular a las personas que están presas (pero también a toda una comunidad que hace su trabajo muros adentro, desde docentes hasta guardiacárceles) con el teatro como acto libertario. Pero no se trata de mirar obras y nada más. Por el contrario, explican los creadores de esta iniciativa, la idea apuesta a multiplicar espacios de debate y participación que, de hecho, resultaron muy fructíferos: en marzo, los presos se transformarán en actores de sus propias obras y las funciones estarán abiertas a todo público.
Cruz y Dutil –junto a un equipo que completan Iván Varela y Enrique Molinari– llevan a cabo este trabajo gracias al apoyo del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación y la Dirección Nacional del Servicio Penitenciario Federal. Y Escenarios carcelarios (editado por el Ministerio con la colaboración de Pacho O'Donnell) es el relato de esta experiencia. El libro incluye testimonios de los internos y fotografías. La mirada de Dutil también se detiene en asuntos propios de quienes viven privados de su libertad, como el lunfardo, los tatuajes tumberos o el modo en que personas gays y transexuales buscan su lugar en un espacio hostil. Este libro será entregado por Tiempo Argentino a sus lectores de manera gratuita, a cambio de un cupón que acompañará el diario del domingo y que se podrá canjear en la redacción, Amenábar 23.
–¿Cómo surgió el proyecto?
María Dutil: –Comenzó de casualidad. Nosotros veníamos haciendo la obra Sueños de milongueros en distintos lugares, entre ellos, el teatro Maipo. Una vez la hicimos en La Plata. La vio una docente en el taller de arte en la unidad 31 de Florencio Varela y nos invitó a representarla ahí, para los internos. Aceptamos y después armamos un debate que creció lo suficiente como para que empezáramos a recibir cartas de agradecimiento. La idea creció también y con Sueños de milongueros hicimos la primera gira carcelaria, representando la obra en unidades penitenciarias de todo el país.
Lito Cruz: –En 2011 incorporamos además dos ciclos: "El Teatro y la Historia” y “El Teatro del Humor y la Risa”. El primero abarca 40 obras sobre la historia argentina desde 1853 con asesoramiento de Pacho y temas comprendidos entre 1853 y 1920 planteados por Felipe Pigna, Osvaldo Bayer o Hernán Brienza, entre otros. La propuesta es parte del proyecto educativo carcelario porque, de hecho, surgió como un pedido del plantel docente. Durante el mes previo a la representación de la obra entregamos a los profesores materiales que nos proveen organismos oficiales, como libros y películas, para trabajar en el aula. Y al finalizar la representación hay un debate.
MD: –La faceta del humor tiene que ver con mejorar las relaciones en un ámbito que tiene sus hostilidades. Hay todo un grupo de gente; es decir, docentes, penitenciarios, guardias, que se benefician con eso. La risa no sólo le hace bien a un preso sino a todos los que forman parte del sistema carcelario. Además, cuando empieza la obra, desaparece la cárcel. Uno entra en un teatro, del cual todos, actores y comunidad carcelaria, somos parte. Por otro lado, el humor aborda temas difíciles como el alcoholismo, la violencia de género, el exilio o las diferencias de clase. Y el debate posterior a la obra sí es con seriedad.
LC: –El humor, el conocimiento, son modos de que en la cabeza de un preso deje de existir sólo el discurso de la reclusión, de la angustia para dar lugar a otras experiencias.
Cruz y Dutil –junto a un equipo que completan Iván Varela y Enrique Molinari– llevan a cabo este trabajo gracias al apoyo del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación y la Dirección Nacional del Servicio Penitenciario Federal. Y Escenarios carcelarios (editado por el Ministerio con la colaboración de Pacho O'Donnell) es el relato de esta experiencia. El libro incluye testimonios de los internos y fotografías. La mirada de Dutil también se detiene en asuntos propios de quienes viven privados de su libertad, como el lunfardo, los tatuajes tumberos o el modo en que personas gays y transexuales buscan su lugar en un espacio hostil. Este libro será entregado por Tiempo Argentino a sus lectores de manera gratuita, a cambio de un cupón que acompañará el diario del domingo y que se podrá canjear en la redacción, Amenábar 23.
–¿Cómo surgió el proyecto?
María Dutil: –Comenzó de casualidad. Nosotros veníamos haciendo la obra Sueños de milongueros en distintos lugares, entre ellos, el teatro Maipo. Una vez la hicimos en La Plata. La vio una docente en el taller de arte en la unidad 31 de Florencio Varela y nos invitó a representarla ahí, para los internos. Aceptamos y después armamos un debate que creció lo suficiente como para que empezáramos a recibir cartas de agradecimiento. La idea creció también y con Sueños de milongueros hicimos la primera gira carcelaria, representando la obra en unidades penitenciarias de todo el país.
Lito Cruz: –En 2011 incorporamos además dos ciclos: "El Teatro y la Historia” y “El Teatro del Humor y la Risa”. El primero abarca 40 obras sobre la historia argentina desde 1853 con asesoramiento de Pacho y temas comprendidos entre 1853 y 1920 planteados por Felipe Pigna, Osvaldo Bayer o Hernán Brienza, entre otros. La propuesta es parte del proyecto educativo carcelario porque, de hecho, surgió como un pedido del plantel docente. Durante el mes previo a la representación de la obra entregamos a los profesores materiales que nos proveen organismos oficiales, como libros y películas, para trabajar en el aula. Y al finalizar la representación hay un debate.
MD: –La faceta del humor tiene que ver con mejorar las relaciones en un ámbito que tiene sus hostilidades. Hay todo un grupo de gente; es decir, docentes, penitenciarios, guardias, que se benefician con eso. La risa no sólo le hace bien a un preso sino a todos los que forman parte del sistema carcelario. Además, cuando empieza la obra, desaparece la cárcel. Uno entra en un teatro, del cual todos, actores y comunidad carcelaria, somos parte. Por otro lado, el humor aborda temas difíciles como el alcoholismo, la violencia de género, el exilio o las diferencias de clase. Y el debate posterior a la obra sí es con seriedad.
LC: –El humor, el conocimiento, son modos de que en la cabeza de un preso deje de existir sólo el discurso de la reclusión, de la angustia para dar lugar a otras experiencias.
–¿El libro es, entonces, un modo de mostrar esta experiencia?
MD: –Todo actor que va a la cárcel siente una emoción especial. A veces lo podés contar y a veces elegís hacerlo de manera escrita. Lo que viví, lo que escuché, lo que me dijeron. Como un comentario extendido que recibimos donde nos dicen “les agradecemos que vengan porque tenemos un rato de libertad”. Eso es tan fuerte que había que ponerlo en algún lado y así se fue formando el libro.
–En Escenarios carcelarios también se cuenta cómo fueron invitando a otros artistas.
LC: –Sí, gente como Miguel Cantilo, Rudy Chernicof, Juan Acosta o Edda Bustamante, por citar algunos. Y vamos a seguir sumando gente en la medida en que sigan teniendo difusión los procesos de humanización de las cárceles; no de los presos, no de los internos solamente, sino de toda la comunidad.
MD: –Al libro ya lo hemos distribuido entre los maestros, los internos y los penitenciarios. Ha tenido una muy buena repercusión desde todos lados porque están incluidas todas las voces. Uno de los internos me contó que lo que más lo impactó es una carta que escribió un actor, donde dice que durante la función él miraba las caras esas llenas de avidez por el hecho de que alguien les llevara algo de la calle, del afuera, por el hecho de que les cuenten una historia. Pero el actor también contaba que mientras los miraba, pensaba que entre ellos podía estar el que lo había violado de chico o el que mató a su papá, que era seguridad en un camión de caudales. Cuando el preso leyó esta carta me dijo "lo que más me impactó es que una víctima nuestra quisiera venir a darnos algo a nosotros, que le sacamos mucho a él".
–Es decir que se pueden derribar prejuicios propios y ajenos.
MD: –Sí. Cuando algunos dicen cómo es que el Estado gasta dinero en las cárceles, están desconociendo una situación compleja que involucra a los internos y también, a muchos trabajadores. Y por otro lado, los internos te dicen "gracias por recordarnos que somos seres humanos porque el hecho de que hayamos hecho cosas feas pareciera condenarnos para muchos a perder esa condición". El teatro humaniza a tal punto que ahora ellos mismos están armando sus obras. Pero no las van a montar sólo para ellos sino para que toda la gente vaya a la cárcel, conozca de primera mano de qué se trata algo que en general está muy negado para los que viven de puertas afuera. Eso comenzará a fines de marzo de este año y seguramente allí habrá material suficiente como para escribir un segundo libro.
LC: –No se valora el tema porque no se lo conoce. Lo que está haciendo el Estado es poner la discusión afuera de las cárceles para pensar las cosas como se deben pensar; o sea, entre todos. Porque el tema carcelario no es sólo cuestión de quienes están encerrados, sino de toda la sociedad. Y tiene que ver con el trabajo que está haciendo Cristina en distintos frentes, abriendo el juego a la discusión sobre asuntos que hacen a la dignidad de todas las personas. «
Fuente: Tiempo Argentino.
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