Por Enrique Arrosagaray.
En una plaza pequeña de Atenas, junto a una iglesia bizantina de ochocientos años de antigüedad, dos o tres centenares de personas se juntaron, en rueda amplia, para mostrar productos que estaban dispuestos a canjear por otros productos. Animaba el encuentro una orquesta de siete ejecutantes y se destacaba un laúd que sonaba como los dioses, griegos.
A doscientos metros por los mismos senderos de pastos, flores y olivos, se levanta el edificio de la radio y televisión nacional, cerrado por el gobierno griego hace once días, dejando en la calle a 2.700 trabajadores. Plan de ajuste con miles de despidos y el surgimiento del “canje” como opción “salvadora”. Los argentinos sabemos de esta fatal coincidencia.
Estuvimos en la planta tomada conversando con los despedidos. Por gentileza de una de sus trabajadoras, Xara Lianou, pudimos pasar los molinetes del hall central de la planta baja que nadie pasa si no tiene algún tipo de salvoconducto. La palabra de Lianou fue nuestra luz verde. Con ella recorrimos la planta conversando en un inglés de principiantes. Pero ella tuvo una buena idea: busco y encontró a Babis Kokosis, un periodista de la radio nacional, quien se presto, con gran alegria, a conversar con nosotros. Flaco, alto, algo desgarbado, sonriente. Por suerte los argentinos somos especialmente bienvenidos. Algo habremos hecho.
“De los 2.700 trabajadores, el gobierno dijo que echaría a 2.000. Nosotros protestamos, luchamos y el gobierno, entonces, dijo que echaría nada más que a 1.500. Ahí nos dimos cuenta de que no tenían ningún plan –define Kokosis–”. En todos los pisos de la planta permanecen cientos de personas ejecutando la toma, pero además hay familiares, chicos corriendo y un salon comedor atestado de mesas y personas con un buffet trabajando a destajo. Hay clima de mucha preocupación y de fuerte convicción.
La noticia del martes, de que la Justicia declaraba inconstitucional la medida de cierra ejecutada por el gobierno, aún no se ha cumplido y las señales siguen mudas y ciegas.
Kokosis tiene la certeza del triunfo. “Estoy seguro de que la decisión de los trabajadores va a impedir tremenda injusticia. Estamos confiados por nuestra lucha, pero además por la inmensa solidaridad internacional. Hasta Obama tuvo que hablar sobre esto”.
En los amplios jardines de la entrada, todas las noches hay conciertos y la calle que une la estación Panaskevi, del metro, y el edificio de esa central de radiodifusión, se puebla por miles de personas que van y vienen del conflicto.
El responsable de las relaciones internacionales del Siryza –el frente de fuerzas que disputa la hegemonía política con el oficialismo–, se llama Costas Isijos y nos recibió en su oficina frente a la plaza Koumoundourou. Campechano, afable, lo primero que nos preguntó fue por el Club Atlético Independiente. Se puso triste con las noticias que le dimos. Es argentino, nacido en Quilmes, radicado en Grecia desde sus 18 años. No olvidó nada de su lengua aunque con pesar cuenta que en Grecia le dicen el argentino y en Argentina le dicen el griego. “Samaraz está desarrollando un gobierno liberal típico y atroz. La ola de despidos es increíble, pero también la ola de protagonismo crece. Se nota con lo de la Televisora oficial. Y el acto que hicimos el lunes pasado en la Plaza Sintagma –nuestra Plaza de Mayo–, en donde hablo Alexis Tsipras, también lo demuestra”. Estuvimos en ese acto junto a alrededor de 15.000 personas. Fue un buen acto sin dudas, pero no vimos un entusiasmo que nos sorprendiera. Tal vez habitualmente no lo hay. “Y con la juventud están haciendo un desastre. Hay un 60% de desocupación entre los 18 y los 30 años”.
Conversamos con Dimitris Papayajarias quien hace poco terminó de cursar en el Politécnico estatal. “Nosotros estudiamos, nos formamos, pero no tenemos expectativa y el desanimo se nos va al piso. Hay poca confianza por la política entre los jóvenes y ya hay muchos miles buscando trabajo fuera del país. La represión es muy fuerte...”.
Justamente fue la denuncia de torturas sobre detenidos en manifestaciones, lo que provocó que un valiente periodista fuera echado de la Televisión nacional hace cinco meses. Costas Arvanitis conducía varias horas de la mañana en la televisión nacional, un periodista de gran prestigio. Tras una de las tantas situaciones represivas que los manifestantes soportan regularmente, Arvantis supo de torturas en una dependencia policía y lo dijo ante miles de televidentes al otro día, sin empacho.
Lo echaron inmediatamente. Ahora dirige la Radio 105.8 FM Kokkino. Tiene sus estudios en la calle Sarri. Lo visitamos y nos atendió sin reservas. “La consigna de nuestra radio es nosotros podemos escuchar. Es así, desde acá nosotros queremos dar vuelta el concepto y lo estamos logrando”. Le preguntamos por el fascismo creciente, por lo menos, en lo electoral. Fue muy sencillo: “No le tengo miedo al fascismo; ya estuvo y lo derrotamos con los partisanos. A lo que le tengo miedo es a nosotros mismos, a que no seamos capaces de hacer todo lo que tenemos que hacer”.
Mientras caminábamos por un acto en la Plaza Sintagma, nos sorprendió un gran cartel con dos palabras solamente: “democracia verdadera”. Ese cartel tenía dibujado en un ángulo, un helicóptero. Preguntamos. Nos dijeron que querían que con el presidente local pasara lo mismo que con un presidente argentino, a quien sacaron de la casa de gobierno en helicóptero.
A doscientos metros por los mismos senderos de pastos, flores y olivos, se levanta el edificio de la radio y televisión nacional, cerrado por el gobierno griego hace once días, dejando en la calle a 2.700 trabajadores. Plan de ajuste con miles de despidos y el surgimiento del “canje” como opción “salvadora”. Los argentinos sabemos de esta fatal coincidencia.
Estuvimos en la planta tomada conversando con los despedidos. Por gentileza de una de sus trabajadoras, Xara Lianou, pudimos pasar los molinetes del hall central de la planta baja que nadie pasa si no tiene algún tipo de salvoconducto. La palabra de Lianou fue nuestra luz verde. Con ella recorrimos la planta conversando en un inglés de principiantes. Pero ella tuvo una buena idea: busco y encontró a Babis Kokosis, un periodista de la radio nacional, quien se presto, con gran alegria, a conversar con nosotros. Flaco, alto, algo desgarbado, sonriente. Por suerte los argentinos somos especialmente bienvenidos. Algo habremos hecho.
“De los 2.700 trabajadores, el gobierno dijo que echaría a 2.000. Nosotros protestamos, luchamos y el gobierno, entonces, dijo que echaría nada más que a 1.500. Ahí nos dimos cuenta de que no tenían ningún plan –define Kokosis–”. En todos los pisos de la planta permanecen cientos de personas ejecutando la toma, pero además hay familiares, chicos corriendo y un salon comedor atestado de mesas y personas con un buffet trabajando a destajo. Hay clima de mucha preocupación y de fuerte convicción.
La noticia del martes, de que la Justicia declaraba inconstitucional la medida de cierra ejecutada por el gobierno, aún no se ha cumplido y las señales siguen mudas y ciegas.
Kokosis tiene la certeza del triunfo. “Estoy seguro de que la decisión de los trabajadores va a impedir tremenda injusticia. Estamos confiados por nuestra lucha, pero además por la inmensa solidaridad internacional. Hasta Obama tuvo que hablar sobre esto”.
En los amplios jardines de la entrada, todas las noches hay conciertos y la calle que une la estación Panaskevi, del metro, y el edificio de esa central de radiodifusión, se puebla por miles de personas que van y vienen del conflicto.
El responsable de las relaciones internacionales del Siryza –el frente de fuerzas que disputa la hegemonía política con el oficialismo–, se llama Costas Isijos y nos recibió en su oficina frente a la plaza Koumoundourou. Campechano, afable, lo primero que nos preguntó fue por el Club Atlético Independiente. Se puso triste con las noticias que le dimos. Es argentino, nacido en Quilmes, radicado en Grecia desde sus 18 años. No olvidó nada de su lengua aunque con pesar cuenta que en Grecia le dicen el argentino y en Argentina le dicen el griego. “Samaraz está desarrollando un gobierno liberal típico y atroz. La ola de despidos es increíble, pero también la ola de protagonismo crece. Se nota con lo de la Televisora oficial. Y el acto que hicimos el lunes pasado en la Plaza Sintagma –nuestra Plaza de Mayo–, en donde hablo Alexis Tsipras, también lo demuestra”. Estuvimos en ese acto junto a alrededor de 15.000 personas. Fue un buen acto sin dudas, pero no vimos un entusiasmo que nos sorprendiera. Tal vez habitualmente no lo hay. “Y con la juventud están haciendo un desastre. Hay un 60% de desocupación entre los 18 y los 30 años”.
Conversamos con Dimitris Papayajarias quien hace poco terminó de cursar en el Politécnico estatal. “Nosotros estudiamos, nos formamos, pero no tenemos expectativa y el desanimo se nos va al piso. Hay poca confianza por la política entre los jóvenes y ya hay muchos miles buscando trabajo fuera del país. La represión es muy fuerte...”.
Justamente fue la denuncia de torturas sobre detenidos en manifestaciones, lo que provocó que un valiente periodista fuera echado de la Televisión nacional hace cinco meses. Costas Arvanitis conducía varias horas de la mañana en la televisión nacional, un periodista de gran prestigio. Tras una de las tantas situaciones represivas que los manifestantes soportan regularmente, Arvantis supo de torturas en una dependencia policía y lo dijo ante miles de televidentes al otro día, sin empacho.
Lo echaron inmediatamente. Ahora dirige la Radio 105.8 FM Kokkino. Tiene sus estudios en la calle Sarri. Lo visitamos y nos atendió sin reservas. “La consigna de nuestra radio es nosotros podemos escuchar. Es así, desde acá nosotros queremos dar vuelta el concepto y lo estamos logrando”. Le preguntamos por el fascismo creciente, por lo menos, en lo electoral. Fue muy sencillo: “No le tengo miedo al fascismo; ya estuvo y lo derrotamos con los partisanos. A lo que le tengo miedo es a nosotros mismos, a que no seamos capaces de hacer todo lo que tenemos que hacer”.
Mientras caminábamos por un acto en la Plaza Sintagma, nos sorprendió un gran cartel con dos palabras solamente: “democracia verdadera”. Ese cartel tenía dibujado en un ángulo, un helicóptero. Preguntamos. Nos dijeron que querían que con el presidente local pasara lo mismo que con un presidente argentino, a quien sacaron de la casa de gobierno en helicóptero.
Fuente: Miradas al Sur.
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