Entrevista a El cuatro. Rapero. Matías Escobar, el rapero del Oeste del Gran Buenos Aires que grabó un disco único y testimonial desde la cárcel de González Catán, disfruta de sus primeros días en libertad. “Tenía ansiedad, pero todo fue muy tranquilo”, dice.
Por Guillermo E. Pintos
Matías Escobar, alias El Cuatro (o simplemente El Cua), disfruta de sus primeros días en libertad después de más de cuatro años preso en la Unidad Penitenciaria 43 de González Catán, partido de La Matanza. Desde que salió el miércoles 12, se bebió todo el tiempo para estar con su familia y sus amigos (“mi crew”, define él) mientras piensa en cómo ganarse la vida y también, a la vez, cómo publicar todo el material que grabó en la cárcel, más de 20 canciones que esperan por ver la luz pública. El Cuatro, que ahora tiene 31 años, es un rapero del Oeste del Gran Buenos Aires que cayó preso en agosto de 2008 junto con dos de sus tres hermanos, después de un confuso episodio que incluyó una pelea con un oficial de la policía bonaerense que, después de un breve forcejeo, recibió tres balazos. Suficiente para el inicio de una causa que terminó en una condena de siete años y dos meses que, de mediar buena conducta, contemplaba su salida anticipada. “Tuve que hacer muy buena conducta y pude salir después de cuatro años y once meses. Ese fue el tiempo necesario que debió transcurrir para obtener el beneficio de la libertad condicional”, cuenta por teléfono desde su casa en Ciudad Madero, su lugar en el mundo.
Los beneficios de la libertad, sin embargo, no quitan que haya en su vida una continuidad de una vida que transcurre no sin sobresaltos. Así es el Gran Buenos Aires profundo que habita y transita. “Uf man… Perdoná que no te atendí antes pero venía en el tren desde Buenos Aires, y en el camino tuvimos un encuentro con unos pibes que yo conozco desde chico y con los que estaban las cosas un poco mal… Nada que no conozca, pero ¿viste? Son cosas que pasan cuando andás en la calle”, relata sin mayores precisiones, aunque no hacen falta muchos detalles para entender de qué se trata. Igualmente, la semana y media de vuelta a su barrio y sus afectos ha sido muy positiva. “Desde que salí hice un montón de cosas, tenía mucha ansiedad… Yo pensé que iba a ser más shockeante igualmente. Estuve mucho con mis amigos, en la casa de uno de ellos rapeé como diez temas, estuvo muy bueno… Fue una cena que la llamamos ‘el retorno a la calle’, así le pusimos a la maqueta que grabamos…”
Matías grabó en la cárcel un disco de hip hop, titulado La tecni-K Salva-G, único en su especie por lo visceral del testimonio que brinda: pensamientos en rima sobre beats clásicos de la cultura rapera, escritos en la soledad multitudinaria de un pabellón de reclusos, sin intermediarios, directo a los oídos y al corazón. El disco, disponible de forma gratuita en la web, revela además cuán profundo es que penetró la cultura hip hop en esta parte del mundo, que llegó desde los Estados Unidos en los años ’80 y luego prendió fuerte en los barrios de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires desde los ’90 hasta hoy. “La palabra escrita es el poder al que me aferro”, se escucha en una de sus canciones y la frase opera como un brutal resumen de cómo enfrentar el encierro, cómo aferrarse a un medio de expresión que abría una puerta para soñar con la libertad.
“Viví estos años como si fuera una penitencia, y para pasar todo este tiempo la música me ayudó desde el primer día”, dice Matías a modo de resumen de los años pasados en un ámbito verdaderamente duro. Por suerte, cuenta, encontró la forma de construirse una rutina diaria que le sirvió para pasar el tiempo, en cierta forma, de buena manera. “Desde 2010 trabajé en la biblioteca de la escuela de la Unidad, que tiene primaria y secundaria para adultos. Tenía una rutina de lunes a viernes, jueves y sábados tenía visitas y fueron muchas gracias a Dios…”
Los beneficios de la libertad, sin embargo, no quitan que haya en su vida una continuidad de una vida que transcurre no sin sobresaltos. Así es el Gran Buenos Aires profundo que habita y transita. “Uf man… Perdoná que no te atendí antes pero venía en el tren desde Buenos Aires, y en el camino tuvimos un encuentro con unos pibes que yo conozco desde chico y con los que estaban las cosas un poco mal… Nada que no conozca, pero ¿viste? Son cosas que pasan cuando andás en la calle”, relata sin mayores precisiones, aunque no hacen falta muchos detalles para entender de qué se trata. Igualmente, la semana y media de vuelta a su barrio y sus afectos ha sido muy positiva. “Desde que salí hice un montón de cosas, tenía mucha ansiedad… Yo pensé que iba a ser más shockeante igualmente. Estuve mucho con mis amigos, en la casa de uno de ellos rapeé como diez temas, estuvo muy bueno… Fue una cena que la llamamos ‘el retorno a la calle’, así le pusimos a la maqueta que grabamos…”
Matías grabó en la cárcel un disco de hip hop, titulado La tecni-K Salva-G, único en su especie por lo visceral del testimonio que brinda: pensamientos en rima sobre beats clásicos de la cultura rapera, escritos en la soledad multitudinaria de un pabellón de reclusos, sin intermediarios, directo a los oídos y al corazón. El disco, disponible de forma gratuita en la web, revela además cuán profundo es que penetró la cultura hip hop en esta parte del mundo, que llegó desde los Estados Unidos en los años ’80 y luego prendió fuerte en los barrios de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires desde los ’90 hasta hoy. “La palabra escrita es el poder al que me aferro”, se escucha en una de sus canciones y la frase opera como un brutal resumen de cómo enfrentar el encierro, cómo aferrarse a un medio de expresión que abría una puerta para soñar con la libertad.
“Viví estos años como si fuera una penitencia, y para pasar todo este tiempo la música me ayudó desde el primer día”, dice Matías a modo de resumen de los años pasados en un ámbito verdaderamente duro. Por suerte, cuenta, encontró la forma de construirse una rutina diaria que le sirvió para pasar el tiempo, en cierta forma, de buena manera. “Desde 2010 trabajé en la biblioteca de la escuela de la Unidad, que tiene primaria y secundaria para adultos. Tenía una rutina de lunes a viernes, jueves y sábados tenía visitas y fueron muchas gracias a Dios…”
–¿Cómo te surgió la idea de grabar música en la Unidad?
–El día que yo encano no se me ocurrió pensar en la música, imaginate… Pero después empecé a escribir un par de cosas, que creí que estaban buenas como para grabar. Ahí me acordé del programa de tele Cárceles en el que mostraban a unos pibes que estaban en cana, que grababan conversaciones para la familia en casete. Yo me acordé de eso, y decidí hacer eso. Le conté a Aes, mi productor, al que conozco de rapear juntos desde el ’97. Le dije: “Vamos a hacer este proyecto, a ver si sale”. Él me conoce, sabe cómo yo rapeo y me conoce de una banda de tiempo. Era el único que podía hacerlo conmigo. Al principio hice todo en silencio, y recién cuando lo tuve grabado empecé a mostrarlo. Incluso le regalé cds a gente del servicio… Grababa desde las 6 de la tarde en adelante, cuando volvía de trabajar. Lo hice en dos días, en sesiones de dos horas cada día. Tenía muy estudiado cada tema, imaginate que ahí adentro tenés bastante tiempo… (risas). Grababa a capella, pero el principio de la pista la copiaba antes de la voz para seguir el ritmo. Con eso armaba en cada tema una hoja de ruta para tener en claro el camino que yo quería, para producir cada uno. Después intervino el ingenio de Aes, yo sabía que iba a ser una bomba. Es un disco producido en una etapa de transición que retrata el dolor. Eso se nota en el estado anímico de la voz. Mi amigo Aes venía, se llevaba los casetes y los digitalizaba. Para él también fue una experiencia distinta, porque tuvo que laburar con casetes, algo impensado en 2010. Pero juntos rompimos la barrera de la libertad.
–¿Qué dirías de la vida cotidiana en un lugar así?
–Yo te voy a contar… ¿Viste que ahora están de moda las banditas piraña? Eso sale de ahí adentro, así se manejan las cosas. Corte que hay un cacique con una banda de polvoritas que salen, así se roba a los pibes. Es la ley de ahí adentro. Pero también se aprende mucho, a valorar a la familia y a los seres queridos. El verdadero valor que tienen, la familia que te da la vida y la familia que elegís, y las dos nunca me defraudaron. Pasaron cinco años y yo sigo teniendo a los mismo pibes como amigos de siempre. El sábado pasado fuimos a ver a Mixmaster Mike, el Dj de los Beastie Boys, y la pasamos bárbaro… Estuvo rezarpado, y pasaron cinco años y los pibes siempre están conmigo. Esa es mi crew de toda la vida.
–¿Qué pensás hacer ahora, en libertad?
–Estoy a full, quiero hacer muchas cosas porque estoy actualizado con lo que están haciendo los pibes. Eso me pone muy contento, tantos años de lucha no fueron al pedo. Me parece que hasta se está generando un mercado y todo… Lo veo de ese modo, yo tengo diecisiete años en el rap y algún día me gustaría vivir de lo que me gusta hacer.
–¿Creés que podrás volver a tener una vida normal?
–Antes de caer estaba estudiando. Ahora pienso volver y mientras me puse a buscar trabajo, estoy tirando currículums por ahí. Y por el momento, aprovecho el tiempo para meterme de lleno con la música. Tengo mucho material que ya está grabado, y que me gustaría editar. No se cómo hacer todavía, no lo tengo bien proyectado. Son como veintipico de temas que ya podrían estar hechos.
En la cárcel
El rap austero que nació en un momento muy especial
El rap austero que nació en un momento muy especial
Durante el tiempo de condena en prisión que le tocó cumplir, Matías fue dándole forma a un original desahogo poético a través de sus textos en rima, el germen de lo que fue su disco y parte de lo que será también el material a incluir en futuros proyectos que ahora se permite soñar con concretar. Con su flamante libertad recuperada desde hace un par de semanas apenas, buena parte de esos textos están siendo recuperados en encuentros espontáneos con amigos músicos, durante veladas que recuperan el placer de las palabras al ritmo bailable del hip hop que todos llevan en el corazón. Y que de alguna forma, le permiten reflejar y comunicar a los demás un tiempo especial que le tocó vivir, privado de la libertad y lejos de todos los afectos.
Un momento apropiado para reflexionar en profundidad, tal como se puede leer en “Así Dios me dijo”: “Concreto parte de mi proyecto, /cada línea de este capítulo redacto con afecto, /porque el hip hop lo merece, hoy al MC le sobra pose pero de esencia carece, /crece la falta de mérito, /a mi manera de entender se perdió en el pretérito/ la cuestión primordial, /de usar nuestra cultura cuan arma en el área cardinal /que tu suelo representa, /el límite el cielo para lo que a universales fundamenta, /aumenta mi lírica para la venta, /si se perfecciona me solventa, /el precio es simbólico más una herramienta, para generar mi aporte,/ el sobre la muestra de mi reporte, /si la rima no le satisface le devolvemos su dinero,/ mi rap es austero /capaz de pilotearla por el mundo entero”.
Un momento apropiado para reflexionar en profundidad, tal como se puede leer en “Así Dios me dijo”: “Concreto parte de mi proyecto, /cada línea de este capítulo redacto con afecto, /porque el hip hop lo merece, hoy al MC le sobra pose pero de esencia carece, /crece la falta de mérito, /a mi manera de entender se perdió en el pretérito/ la cuestión primordial, /de usar nuestra cultura cuan arma en el área cardinal /que tu suelo representa, /el límite el cielo para lo que a universales fundamenta, /aumenta mi lírica para la venta, /si se perfecciona me solventa, /el precio es simbólico más una herramienta, para generar mi aporte,/ el sobre la muestra de mi reporte, /si la rima no le satisface le devolvemos su dinero,/ mi rap es austero /capaz de pilotearla por el mundo entero”.
Fuente: Miradas al Sur.
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