viernes, 11 de junio de 2010

ASEGURAN QUE EL ABURRIMIENTO PUEDE SER BUENO PARA LOS CHICOS


En épocas de gripe A, bombardeados por las recomendaciones de mantener a los hijos dentro de las casas, lejos de los virus y de las muchedumbres, y empujados a intentar acatar a rajatabla esos consejos, poco demora en llegar el reclamo de chicos y adolescentes con una breve y no por eso menos contundente frase: "Me aburro".


Pero esta circunstancia, más allá de no ser exclusiva de estos tiempos de pandemia y si de toda etapa en la que se cuenta con largos períodos de horas libres, no debiera preocupar a los padres más de lo debido. Así lo manifiesta un estudio publicado en la edición dominical del diario El País de España, en donde se asegura que no sólo que el aburrimiento no es nocivo, sino que su existencia cuenta con varios factores positivos para el desarrollo intelectual de los más jóvenes.


CONTRAPRODUCENTE. Lejos de lo que pudiera imaginarse, el bombardeo de actividades no sólo que en oportunidades no ayuda a entretener, sino que en muchos casos es responsable del hastío: "Se aburren porque tienen todo el tiempo ocupado, pautado, y en un tiempo muerto no saben qué hacer", aseguró Angustias Roldán, psicoterapeuta y profesora de Psicología Clínica Infantil y Adolescente de la Universidad de Madrid.



Porque, según la profesional, "no sólo es el aburrimiento, ahora los chicos están estresados, los padres los anotan en todo, pensando que lo están haciendo mal si el hijo se aburre, y no es así en absoluto. No podemos solucionar su aburrimiento jugando siempre con ellos".



Aquí es cuando la psicoterapeuta destaca los aspectos positivos: "Es bueno porque estimula la creatividad; ayuda al niño a observar, a reflexionar, a imaginar, a crear. Antes nos inventábamos juegos con un palo y unas piedras; ahora, en cambio, todo está pautado y el margen de creatividad es mínimo. Además, la sobrecarga de actividades también favorece el aburrimiento. El tiempo muerto es un espacio en el que el niño aprende a estar consigo mismo, así gana autonomía y no depende tanto de cosas externas, como horarios o actividades impuestas, o de los mayores", subrayó Roldán.


CALIDAD. Los psicólogos definen el estado opuesto al entretenimiento como aburrimiento, embotamiento, malestar vago e indefinido, hastío, monotonía, aislamiento, ensimismamiento. Sensaciones que en lugar de remediarlo con profusión de estímulos o actividades, "la receta consiste en prescribir calidad", aseguran.
"Muchos de los estímulos que reciben los niños son apabullantes, lejos de desplegar los sentidos los bloquean. Si pensamos, por ejemplo, en la televisión, a menudo, se produce un asedio por dos sentidos -vista y oído- que dejan al niño desprovisto de parte significativa de su actividad mental. A la larga, como la televisión se lo da casi todo hecho, se reduce la imaginación y es probable que cuando no esté frente a la pantalla le cueste más hallar actividades gratificantes", aseguró el psicólogo Valentín Martínez.

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