El cardenal brasileño y arzobispo de Sao Paulo Claudio Hummes, conocido en Brasil como el "obispo obrero" por su labor en defensa de los sindicatos y los trabajadores.
Hummes, de 72 años, sustituye en el cargo, uno de los más altos del Vaticano, al cardenal colombiano Dario Castrillón Hoyos, de 77 años, que presentó su dimisión por motivos de edad y que siempre se caracterizó por sus posiciones conservadoras.
El cardenal brasileño, hasta ahora responsable de la mayor diócesis (Sao Paulo) del país con mayor número de católicos en el mundo (133 millones), se encargará de la Congregación del Vaticano responsable de vigilar, formar y guiar a los cerca de medio millón de sacerdotes católicos en todo el mundo.
Hummes, hijo de inmigrantes alemanes, era considerado como un "papable" durante el pasado cónclave que eligió al cardenal alemán Joseph Ratzinger como sucesor de Juan Pablo II.
Nacido el 8 de agosto de 1934 en Montenegro, una pequeña ciudad próxima a Porto Alegre, en el sur de Brasil, Hummes sucedió en 1998 en la archidiócesis de Sao Paulo a Paulo Evaristo Arns, un importante defensor de la Teología de la Liberación.
Como su antecesor, Hummes, formado en filosofía y teología por los franciscanos, también tuvo una importante actuación política durante la dictadura en defensa de los obreros que desafiaron al régimen con sus huelgas en el cinturón industrial de Sao Paulo.
Ordenado sacerdote en 1953 y consagrado obispo en 1975, Hummes asumió ese año y hasta 1996 como obispo de la diócesis de Santo André, un municipio de ese cinturón industriales desde el que ayudó a los sindicatos de metalúrgicos a organizarse y apoyó sus huelgas.
Además de abrir las puertas de las iglesias a las reuniones clandestinas de los sindicalistas, el cardenal llegó a esconder en los templos a líderes sindicales como el propio Lula. Desde entonces tiene una estrecha amistad con Lula, el ex líder sindicalista de los metalúrgicos que el domingo fue reelegido presidente de Brasil para un nuevo mandato de cuatro años.
"Don Claudio ejerció una diócesis progresista y llegó a disgustar al clero brasileño, que lo recriminaba por su posición en favor del movimiento sindical", según uno de los documentos en que la Confederación Nacional de los Metalúrgicos narra su historia.
Hummes, uno de los principales impulsores de la Pastoral Operaria del episcopado brasileño, participó en varias de las asambleas sindicales comandadas por Lula, en las que se dieron los primeros pasos para la creación de la Central Unitaria de los Trabajadores y, en 1980, del Partido de los Trabajadores (PT), la formación socialista con la que Lula llegó a la Jefatura del Estado.
"El religioso, por varias veces, llegó a poner su propia vida en riesgo para proteger a los trabajadores al colocarse en medio de las tropas enviadas a los municipios industriales para dispersar las asambleas de sindicalistas", según el sindicato de los metalúrgicos.
En los últimos años, como arzobispo de Sao Paulo, se ha caracterizado por su enérgico combate al desempleo. "Tenemos que estar atentos porque el no tener trabajo es la mayor desgracia social. Ya se comienza a hablar de hambre en América Latina", afirmó en una reciente reunión de obispos de Latinoamérica.
Fue por intermediación del "obispo obrero" que el Papa Juan Pablo II recibió a Lula en la visita que hizo a Brasil en 1980, pese a que el entonces líder sindical era perseguido por el régimen militar y le habían suspendido los derechos políticos.
La estrecha vinculación entre ambos llevó a la prensa brasileña a identificar a Hummes como la persona a la que Lula se refería cuando, poco antes del cónclave, manifestó su deseo de que Juan Pablo II fuese sustituido por un cardenal brasileño.
Hummes también salió en defensa de Lula cuando el arzobispo de Río de Janeiro, Eusebio Scheid, afirmó que el jefe de Estado no era un católico sino un "caótico". "Lula es cristiano a su modo y católico a su modo", respondió entonces.
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