"La libertad de expresión es de la gente, y los periodistas debemos defender la posición de periodistas libres, no la de independientes"
Por Julia Mengolini
Estar frente a Pablo Llonto es estar frente a uno de esos periodistas imprescindibles que llevan su integridad hasta las últimas consecuencias. Aquí repasa su historia en Clarín, cómo fue echado, sin pelos en la lengua para apuntar contra esa elite periodística que parece intocable para los medios de comunicación. Conversar con el autor de La Noble Ernestina, libro fundamental sobre la complicidad del multimedios durante la dictadura, es un placer.
- Ya hablabas del tema Clarín y Magneto cuando nadie hablaba cuando era un tema tabú. ¿Qué te pasó a vos cuando empezaste a ver el calco del “Clarín miente” pegado en los subtes?
- Los trabajadores del diario sacamos un volantito de “Clarín miente” en 1991 y también hicimos afiches. Pero no tenía que ver con la información de Clarín si no con que Clarín había iniciado una ofensiva contra los laburantes. En el año 89, durante la hiperinflación de Alfonsín y Menem, reclamábamos un aumento de salarios del 200 por ciento mensual y Clarín nos contesta con el 100. Se hace una asamblea a la madrugada, se toma la planta, y Clarín no sale. Hicieron una denuncia penal y mandaron la infantería a desalojarnos. Al día siguiente se hace una asamblea multitudinaria -con toda la infantería alrededor de la fábrica- y hubo dos posiciones: la de levantar, y la de los más troskos, que planteábamos seguir y aguantar, pase lo que pase. Ganó la de levantar la medida, así que nos retiramos. A partir de ese momento Clarín inicia una ofensiva contra los más radicalizados para corrernos, echarnos, suspendernos. Empieza una persecución con denuncias. Se la agarran básicamente conmigo porque yo era el secretario general de la comisión interna. Todas las semanas tenía un juicio nuevo. Como era delegado le pedían al juez que me excluyera de la planta, que tomara una medida preventiva para sacarme porque decían que era un elemento peligroso para la producción. En la última demanda me acusaron de haberle pegado a un jefe durante una asamblea, una causa inventada con testigos falsos, y logran que un juez me excluya. A partir esta mentira se vota sacar unos afiches que decían “Clarín miente”. Cuando veo estos carteles la verdad me emociona. Lo primero que sentí fue que era una reivindicación nuestra, de un eslogan viejo, y que por fin alguien decía lo que dijo esa asamblea, en la que no estuve por orden judicial. Fueron los trabajadores que estaban adentro del diario y muchos periodistas como Ricardo Roa. Que Roa diga ahora qué piensa de “Clarín miente”.
- Existe una leyenda que dice que no te dejaron entrar desde el 91 al diario pero que seguiste siendo delegado hasta 1999, que ibas con un banquito a la puerta a atender demandas gremiales, ¿qué hay de cierto?
- Hay una parte real y otra exagerada. Durante un tiempo, que fueron 5 meses, fui a la puerta del diario, cumplía mi horario. Y sí, alguna vez llevé el banquito famoso. Los compañeros me bancaban la guita del sueldo. Como seguía siendo delegado a veces algún compañero me hacía alguna consulta y hacíamos algún reclamo desde ahí afuera. En febrero del 92 mandé una carta a los compañeros planteándoles que me parecía un gesto espectacular todo eso pero que sentía como trabajador que tenía que ganarme la plata trabajando, que iba a seguir siendo el delegado de ellos, pero les pedía autorización para salir a buscar laburo. Entonces empecé a trabajar en la revista Noticias. Seguía yendo cada tanto a la puerta del diario, me seguí presentando, y me siguieron eligiendo como delegado.
- Vos decís, “nadie puede gobernar sin el consentimiento de Clarín”, ¿qué hace que este gobierno pueda?
- Puede gobernar pero se le está haciendo complicado. El gobierno está dando una pelea para ver cómo se gobierna sin el apoyo de Clarín. Pero creo que todo lo que ha pasado ha demostrado la idea de que Clarín no es un multimedios, es un factor político en la Argentina. En la época del alfonsinismo y el menemismo fue muy claro que Clarín era un factor político que chantajeaba al gobierno, que lo apretaba y que nos usó a nosotros para toda una serie de cuestiones políticas. Cuando sos trabajador de un medio, te agarra esa cosa de defender la fuente de trabajo y qué sé yo. A mí me llevó un tiempo darme cuenta cómo te utilizan, que estabas en un lugar en donde lo que menos se hacía era periodismo. Darte cuenta de que sos parte de sus curros y de sus negocios, que formás parte de un aparato que tiene otras intenciones muy lejanas a las del periodismo. Cuando Clarín se empezó a meter en el negocio del fútbol dejamos de ser periodistas que escribían libremente. Mis compañeros de deporte durante años no pudieron hablar de Grondona y la AFA porque Clarín era socio de Grondona. Cuando se les cae todo el negocio de los derechos de televisación empezás a ver que hay vía libre para pegarle a Grondona. Se ve la orden de “a partir de ahora le pegamos”. Yo viví la época en política en la que estaba toda la información sobre hijos de desaparecidos y todo lo que tenía que ver con hijos o nietos recuperados tenía que pasar por el filtro de Morales Solá, que iba a consultarlo al tercer piso, que es donde está Magnetto. Ahí empezamos a darnos cuenta algunos que algo había con el tema de los hijos de Ernestina.
- Pero también fue un diario heterogéneo, capaz de ubicarse en el centro de la democracia, como el gran diario de la clase media que maneja los matices y los guiños.
- Sin dudas que hay una cintura periodística para estar o tratar de estar donde está ese sector de la clase media.
- ¿No es una cintura que ahora se perdió un poquito?
- Me parece que no es casual la pérdida de lectores. Hay un sector de la clase media que se le fue a Clarín. Por primera vez se le está cuestionando la credibilidad, eso es cierto, todos miran con otro ojo todo lo que dice Clarín, saben bien que es un diario que se convirtió en líder de la oposición. Clarín tiene una dimensión política impresionante, porque llega un momento en que todo es negocio. Se metieron con el negocio de los celulares, del correo, de la televisión, del fútbol televisado, en el negocio del cable, en el negocio del papel, no había frente, se metieron en el merchandising de los clubes, después en la venta de las entradas para espectáculos, hubo un momento en los 90’s en donde había un listado de temas en los que no te podías meter porque en todos esos negocios se estaba metiendo Clarín y para muchos de esos negocios necesitó el acuerdo político de Menem. Lo que hicieron con Liliana López Foresi no tiene nombre. Liliana era la voz de Canal 13, era la que conducía el noticiero, y Liliana tenia una opinión en contra de algunas de las cosas del gobierno de Menem, sobre todo en las privatizaciones y en la liquidación del estado. Hay una reunión famosa entre Menem y Ernestina de Noble, en la que hacen un canje: Clarín pide la cabeza de Guillermo Patricio Kelly, que le venía dando al diario por Canal 7, y Menem pide la cabeza de Liliana. Y la sacan. Fue así de grotesco, así de contundente.
- ¿Por qué crees que Magdalena Ruiz Guiñazú se cuida tanto cuando habla de Ernestina?
- Magdalena fue la cara de Radio Mitre, con esos afiches totalmente mentirosos que decían “la periodista más creíble de la Argentina”. ¿Quién carajo dijo que era la periodista más creíble de la Argentina? Y segundo, porque Magdalena lo que menos tiene es ovarios para enfrentarse con el poder económico. Ella cree que decir “¡qué barbaridad!”, que es lo único que dice a la mañana, es enfrentar al poder económico. Una vez en la mesa de Mirtha Legrand hablaban sobre libertad de expresión y Rolando Graña le dice a Magdalena: “Vos no hablaste de los despedidos de Clarín” y ella le contesta una de las más grandes mentiras que ha dicho: “Yo vi los legajos y estaban bien despedidos”. Primera mentira: nunca vio los legajos. Segundo: ¿bien despedidos? Fueron echados porque hubo por primera vez después de mucho tiempo, desde el 91 que a mí me prohíben la entrada, una reorganización sindical. En el 2000 un grupo de jóvenes, eligen una comisión interna de 10 periodistas. A los 3 meses Clarín los echa a ellos, y a la mayor parte del activismo, con un agregado que pocos conocen, echó a toda la sección corrección, que era una de las secciones más combativas con varios compañeros que se la jugaron.
- Debés conocer, por amigos, ¿cómo es la vida interna del diario hoy?
- Hay de todo, tenés compañeros que están intentando dar la batalla para que ahí haya una reorganización gremial, aunque por supuesto que la masacre del 2000 fue tremenda y dejó huellas. Tenés otro sector que está totalmente embanderado con Magneto y con Ernestina, que no les importa nada, que están ganando muchísima plata, como Kirschbaum o Roa. Son tipos que hace 20 años te decían todo lo contrario de lo que están diciendo hoy.
- ¿Hasta dónde se puede justificar ser periodista si decís lo que te dicen que digas? ¿Para qué sos periodista?
- Vamos al tema del miedo. Está bueno que se plantee la discusión del miedo desde lo profesional y desde lo filosófico, ¿los periodistas tienen miedo? Sí, tienen miedo. Ahora, ¿eso justifica que no hagamos lo que tenemos que hacer? Ahí viene una interesante discusión, yo digo que no, yo digo que hay que arriesgarse a fondo. Hay que entender esta profesión como una profesión que tiene un altísimo contenido político por no decir que es una profesión política. Ha venido bárbaro todo este debate en la Argentina. Por primera vez se empieza a discutir el rol de los medios y el rol del periodista.
- No hay periodistas independientes, aquellos periodistas que pertenecen a grupos cercanos al gobierno también enfatizan aspectos y silencian otros, tampoco podemos creer en un ideal que va a ser insostenible.
- En realidad, lo que deberíamos hacer es correr la palabra “independiente” y usar la que corresponde, que es “libre”. El “libre” no tiene vueltas, no hay media libertad, un cuarto de libertad. Además no es solamente la libertad del periodista, es la libertad de la mujer y el hombre, del ciudadano, del niño que tiene ese derecho de expresión, que tiene que manifestar en los medios, entonces el periodista tiene que ser libre y también tiene que serlo el lector que tiene que escribir cartas y deben salir publicadas como las manda. La libertad de expresión es de la gente, y los periodistas debemos defender la posición de periodistas libres. Te dicen “tenés que escribir 30 líneas de esto” y vos estás en contra pero las tenés que escribir. ¿Por qué? ¿Por qué no nos plantamos frente a eso? Yo pongo otro ejemplo: en el año 87 mandan a Clarín y a otros medios, una solicitada de 5 mil firmas a favor de Videla, reivindicando el terrorismo de estado. Los correctores tenían que corregir los apellidos con la prueba que salía impresa para que no hubiera errores y muchos compañeros no querían prestar sus manos y su trabajo para hacer eso. ¡Aparecía la cuestión de la conciencia en un corrector! Hubo una asamblea, la más espectacular que hubo en Clarín creo que en toda su historia, en la que se discutía por primera vez si los trabajadores teníamos derecho a oponernos sobre un material que iba a salir en el diario y encima pago. Y ganó la posición de que no íbamos a trabajar para hacer esa solicitada. Se dictó una medida cautelar que prohibió que saliera esa solicitada por “tentativa de apología del delito” y llegó uno o dos días antes del día que tenía que salir la solicitada. No salió la solicitada y festejamos. Fue histórico.
- ¿Cómo creés que va a impactar la Ley de Medios en este tema?
- Va a depender mucho de nosotros, la Ley de Medios seguramente ayudará a que haya mayor diversidad y que en esa diversidad de medios el combate y la discusión exista de medio a medio y que la gente pueda optar en vez de por periodistas, por medios. No es lo mejor, porque implica que dentro de los propios medios exista de uno o de otro lado periodistas censurados. No hay programas de debate político y de discusión política entre periodistas en la Argentina, ponés TN y tenés las parejitas que están siempre de acuerdo en todo. Del otro lado no debería pasar lo mismo, por eso, me parece que 678 u otros programas podrían ir por ese lado.
- Te escuché hablar de algún defendido tuyo en la causa de Campo de Mayo y que te conmovía ver que eran pibitos, delegados gremiales de su fabrica a los 18 años, ¿cómo ves la juventud de ahora?
- Creo que hoy, sobre todo en los sectores más militantes de la estructura del gobierno o que están más cerca, hay un sector de juventud en el que está renaciendo algo de aquella mística. Yo estoy convencido que aquella juventud fue espectacular y que es espejo para mostrársela a ésta, a la que viene y a las que vendrán, porque demostraron que era posible, porque tuvieron un nivel de abnegación impresionante, de desprendimiento a favor del otro, una solidaridad enorme. Podemos discutir si la guerrilla fue un error o no, pero lo que viene atrás es la aparición de esa masa juvenil que se volcó a una transformación, a la solidaridad y a la pelea por la libertad. Estaban convencidos de que estaban cerca del sueño. Quizás haya que exponer estos ejemplos a los chicos para que vean que ser jóvenes es otra cosa, es una maravilla que la vida te da una sola vez y si vas a estar en el pelotudeo y no haces algo para cambiar el mundo, no vale la pena. Cuando sos joven tenés todo el tiempo en tus manos.
- ¿A que le decís Ni a palos?
- Ni a palos ingresaría a un medio de comunicación donde hubiera una sola directiva que te pusiera límites.
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Magdalena cree que decir “¡qué barbaridad!”, que es lo único que dice a la mañana, es enfrentar al poder económico. Kirschbaum o Roa son tipos que hace 20 años te decían todo lo contrario de lo que están diciendo hoy.
Yo viví en Clarín la época en política en la que estaba toda la información que tenía que ver con hijos o nietos recuperados debía pasar por el filtro de Morales Solá, que iba a consultarlo al tercer piso, que es donde está Magneto. Ahí empezamos a darnos cuenta algunos que algo había con el tema de los hijos de Ernestina.
Podemos discutir si la guerrilla fue un error o no, pero lo que viene atrás es la aparición de esa masa juvenil que se volcó a una transformación, a la solidaridad y a la pelea por la libertad. Hay que exponer estos ejemplos. Si vas a estar en el pelotudeo y no hacés algo para cambiar el mundo, no vale la pena. Ser jóvenes es otra cosa, es una maravilla que la vida te da una sola vez.
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