Sus intervenciones urbanas en Londres, Israel o Nueva York parecen encarnar el nuevo arte antisistema. Pero sus obras empezaron a trepar en las subastas, absorbidas por el mercado.
Por: Matías Repar
Nadie conoce su nombre real. Nunca nadie vio su cara. No se conoce su dirección. La verdadera identidad del activista político más famoso del mundo sigue siendo un misterio, y eso explicaría, en cierto modo, su reciente consagración en el sistema del arte, pero al mismo tiempo, abre nuevos interrogantes. En clave meta-ficción, al filo de la conspiranonia, Banksy puede ser un nombre para definir al activismo político como nuevo estado del arte contemporáneo.
ARCO cerró sus puertas hace dos semanas elevando la figura del artista español Eugenio Merino, al exhibir –cual premonición– a Fidel Castro como zombi; y su actual uniforme militar –el equipo jogging donde se mezclan socialismo y capitalismo– destrozado a cuchillazos a lo Lucio Fontana. Mientras la brasileña Marta Neves, sacrificaba mil ositos de peluche para configurar el rostro del terrorista árabe más peligroso y más buscado del mundo, las fotografías del colectivo ruso Blue Noses –en especial Kissing Policemen: dos policías besándose– seguían el vuelo iniciado en octubre pasado, cuando Alexander Sokolov, ministro de cultura soviético, ordenó retirarla de Sots-Art. Political Art in Russia, la muestra realizada en la Maison Rouge de París. Los artistas, beneficiados por la censura, argumentaban que la obra no aludía al mundo gay, sino que era un "homenaje" al misterioso hombre del grafiti y sus mensajes antisistema: el enigmático Banksy. Intervenciones en los principales museos de Nueva York; una falsa pintura rupestre en el British Museum; una rata muerta en el Museo de Ciencias Naturales de Londres o su último golpe, en el muro que construye Israel en Cisjordania.
Sin embargo, la línea que separa territorios enfrentados, recién la cruzó el 15 de enero, cuando eBay. com vendió la pared de Portobello Road con uno de sus dibujos a 409 mil dólares. La despedida del activismo, mostraba a un pintor, con un pincel en la mano, firmando un grafiti con la palabra Banksy. La conversión de Banksy –de la calle a las galerías– se confirmó en la subasta que Bonhams le dedicó al arte urbano.
En Laugh Now (2002), Banksy muestra a unos monos comiendo pizarrones con advertencias: "Ahora podés reírte, pero un día nosotros vamos a estar a cargo". Los 410 mil dólares marcaron su primer récord. Di Faced Tenners (2004), serigrafía con el rostro de Lady Di reemplazando a Isabel II en los billetes de 10 libras, 28 mil euros; Kate Moss (2005), retrato de la modelo según las variables de Warhol– Monroe. Los precios demostraron que sus críticas al sistema del arte, se consolidan como una buena opción para los que desean invertir y tener éxito en ese mismo sistema. En la subasta, también tuvieron éxito otros artistas callejeros –como Nick Walker o Adam Neate– reforzando la idea del Guerrilla-Art como movimiento.
Y al grafiti, como un nuevo recurso de arte. "La gente que lo condena, o que no lo entiende, cree que nada tiene derecho a existir a menos que sea redituable", decía el mismo Banksy en una entrevista secreta, anunciando la parábola épica del 14 de febrero. Bono, el líder de la banda de rock U2, junto al artista británico Damien Hirst, recaudan en Sotheby's de Nueva York 42,5 millones de dólares en una subasta benéfica. Estrellas de cine, deportistas, modelos y rockeros, lanzan sus ofertas por pintadas callejeras. Y el Día de los enamorados, se transforma en la venta de caridad más importante de la historia, destinada a los enfermos de sida en Africa. Las siete obras donadas por Hirst, lograron un total de 19 millones; artistas consagrados como Georg Baselitz, Howard Hodgkin, Jasper Johns, Anish Kapoor o Jeff Koons, venden por tres o cuatro veces su valor. Al ser un evento benéfico, es difícil pronosticar el impacto de esos precios en el mercado del arte.
Pero Bono está tranquilo. Camina por el escenario y canta en voz baja un tema de los Beatles mientras suben las ofertas por Keep It Spotless. La obra de Banksy llega a los 1. 8 millón de dólares, seis veces su valor original. Se baja el martillo. Termina All You Need is Love. Y nadie conoce a Banksy.
ARCO cerró sus puertas hace dos semanas elevando la figura del artista español Eugenio Merino, al exhibir –cual premonición– a Fidel Castro como zombi; y su actual uniforme militar –el equipo jogging donde se mezclan socialismo y capitalismo– destrozado a cuchillazos a lo Lucio Fontana. Mientras la brasileña Marta Neves, sacrificaba mil ositos de peluche para configurar el rostro del terrorista árabe más peligroso y más buscado del mundo, las fotografías del colectivo ruso Blue Noses –en especial Kissing Policemen: dos policías besándose– seguían el vuelo iniciado en octubre pasado, cuando Alexander Sokolov, ministro de cultura soviético, ordenó retirarla de Sots-Art. Political Art in Russia, la muestra realizada en la Maison Rouge de París. Los artistas, beneficiados por la censura, argumentaban que la obra no aludía al mundo gay, sino que era un "homenaje" al misterioso hombre del grafiti y sus mensajes antisistema: el enigmático Banksy. Intervenciones en los principales museos de Nueva York; una falsa pintura rupestre en el British Museum; una rata muerta en el Museo de Ciencias Naturales de Londres o su último golpe, en el muro que construye Israel en Cisjordania.
Sin embargo, la línea que separa territorios enfrentados, recién la cruzó el 15 de enero, cuando eBay. com vendió la pared de Portobello Road con uno de sus dibujos a 409 mil dólares. La despedida del activismo, mostraba a un pintor, con un pincel en la mano, firmando un grafiti con la palabra Banksy. La conversión de Banksy –de la calle a las galerías– se confirmó en la subasta que Bonhams le dedicó al arte urbano.
En Laugh Now (2002), Banksy muestra a unos monos comiendo pizarrones con advertencias: "Ahora podés reírte, pero un día nosotros vamos a estar a cargo". Los 410 mil dólares marcaron su primer récord. Di Faced Tenners (2004), serigrafía con el rostro de Lady Di reemplazando a Isabel II en los billetes de 10 libras, 28 mil euros; Kate Moss (2005), retrato de la modelo según las variables de Warhol– Monroe. Los precios demostraron que sus críticas al sistema del arte, se consolidan como una buena opción para los que desean invertir y tener éxito en ese mismo sistema. En la subasta, también tuvieron éxito otros artistas callejeros –como Nick Walker o Adam Neate– reforzando la idea del Guerrilla-Art como movimiento.
Y al grafiti, como un nuevo recurso de arte. "La gente que lo condena, o que no lo entiende, cree que nada tiene derecho a existir a menos que sea redituable", decía el mismo Banksy en una entrevista secreta, anunciando la parábola épica del 14 de febrero. Bono, el líder de la banda de rock U2, junto al artista británico Damien Hirst, recaudan en Sotheby's de Nueva York 42,5 millones de dólares en una subasta benéfica. Estrellas de cine, deportistas, modelos y rockeros, lanzan sus ofertas por pintadas callejeras. Y el Día de los enamorados, se transforma en la venta de caridad más importante de la historia, destinada a los enfermos de sida en Africa. Las siete obras donadas por Hirst, lograron un total de 19 millones; artistas consagrados como Georg Baselitz, Howard Hodgkin, Jasper Johns, Anish Kapoor o Jeff Koons, venden por tres o cuatro veces su valor. Al ser un evento benéfico, es difícil pronosticar el impacto de esos precios en el mercado del arte.
Pero Bono está tranquilo. Camina por el escenario y canta en voz baja un tema de los Beatles mientras suben las ofertas por Keep It Spotless. La obra de Banksy llega a los 1. 8 millón de dólares, seis veces su valor original. Se baja el martillo. Termina All You Need is Love. Y nadie conoce a Banksy.
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