lunes, 14 de junio de 2010

ODIO, XENOFOBIA Y RACISMO, TODO JUNTITO EN VERSIÓN 2.0






El INADI recibe 45 denuncias semanales por discriminación en internet, por eso lanzó un observatorio de redes sociales.

Qué harías si un día entrás a Facebook y encontrás que miles de personas se unen para odiarte? ¿Creés que no puede pasar? No estés tan seguro. No sólo es sencillo crear un grupo en la red social más popular, sino que las posibilidades de propagar el odio multitudinario se multiplican por mil, por los escasos filtros de moderación y el uso compartido entre distintas plataformas.
Y así lo confirma la existencia de páginas y grupos como: “Fumigar a los negros cabeza”, “Odio a los judíos”, “Odio a los bolitas que usan ropa trucha”, “Yo también odio a los pobres”, “Mataría a un villero si me dicen que nadie se entera”, y “Tres razones para odiar a Romina Perrone”.



Cientos de perfiles que se abren a diario y siguen miles de personas. Un plano apto para la catarsis textual y visceral, sin límite de edad, y con diversidad de conflictos.



Mientras el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), señala que por semana recibe 45 denuncias de hechos discriminatorios a través de la web; un informe de la Fundación Wiesenthal, dice que en la red existen 10 mil sitios que incitan el odio. Un combo perfecto, donde conviven la intolerancia, el anonimato, y una gran posibilidad de difundir el peor costado del resentimiento humano.


Víctimas 2.0. Romina Perrone tiene 10 años, un hermano y una mamá que haría cualquier cosa por verla feliz. Va a un colegio de Villa Urquiza, y nunca imaginó que Cleopatra Loyacono, su compañera de quinto grado, iba a ser capaz de crear un grupo en Facebook, mencionando tres razones para odiarla. Hoy suma cinco mil fans y la inquisidora comunidad sigue inalterable en el ciberespacio.



Eliana Giovanaz, madre de Romina, continúa su lucha por distintas vías para frenar el sitio que la tiene como protagonista a su hija, pero sin demasiados resultados.



“Intenté hacer la denuncia en la comisaría, me derivaron a la fiscalía y como no podían hacer nada, porque se trataba de una menor, me sugirieron el Inadi. Nadie me respondió, por eso hice público el caso”, cuenta Eliana.



Hace dos meses que la tranquilidad de la familia Perrone dejó de ser rutina. Fue tal el impacto del caso, que la preocupación se extendió en la escuela, en el Inadi y en la misma Romina. Fue el disparador para que el organismo oficial tomara una posición más activa ante la discriminación en la red.



“Romi no durmió tres noches seguidas, todo esto le hizo muy mal. Se obsesionó tanto que tuve que eliminar su perfil. No entiendo como una nena de 10 años puede hacer tanto daño”, dice la mamá.



Claudio Morgado, titular del Inadi, a raíz del caso Perrone y otras denuncias, anunció la creación de un Observatorio de Redes Sociales.



“No queremos regular ni censurar los contenidos de las redes sociales. No es sencillo establecer el límite. ¿Hasta dónde la libertad de expresión en Internet puede vulnerar los derechos de los ciudadanos?”, adelanta Morgado.



El ciberacoso puede involucrar o no un acto de discriminación, “por este motivo, la incumbencia del Inadi debe considerarse en cada caso, según las características de la agresión”, aclara su titular.



El Observatorio funciona dentro del área de medios del organismo. Ahora se encuentra en la etapa de reuniones con los responsables de las plataformas locales y extranjeras con sede en el país, como: Facebook, Yahoo, Sónico y Taringa, entre otras.



“Sin duda el ciberbulliyng (acoso a los más pequeños a través de la web) crece. Por eso buscamos un acuerdo con los administradores de las redes para monitorear las páginas que vulneren derechos. La idea es ingresar en esos espacios y explicarles a sus seguidores lo que expresa la legislación en materia de discriminación. Queremos buenas prácticas. No regular contenidos”, culmina Morgado.


El impacto interior. El psiquiatra Harry Campos Cervera, sostiene que las redes sociales presentan dos inconvenientes difíciles de contener. “Por un lado, abarcan una gran capacidad de difusión de los mensajes, y por el otro la ausencia de modulación. Es decir que el vínculo presencial modula las reacciones que se puedan suceder. Disminuye la agresividad. Es con el anonimato donde el factor emotivo está ausente. Por eso se agravan estas situaciones en las redes sociales”.



En cambio, para la psicóloga Beatriz Goldberg: “Las redes potencian todo. La sensación de plenitud que tiene una persona al subir un contenido y que miles de internautas le contesten es excitante. Y en los casos de hostigamiento aún más. Pero éstas vías de comunicación, en general afectan a personas más vulnerables, puntualmente al adolescente”.



Para María Zysman, psicopedagoga y especialista en bullyng, el error más común de las redes sociales es fomentar la competencia. “Por un lado tenemos un grupo ‘Odio a los judíos’, pero por el otro está el de ‘24 hs. para que cierren el grupo odio a los judíos’. Se debate una resistencia entre buenos y malos, a ver quién suma más adeptos. Los que piden que se cierre creen hacer la buena acción. Pero también están dentro del juego aunque con una actitud más pasiva”.



Todos los especialistas coinciden en el diagnóstico: la educación y la conciencia social son los dos pilares para disminuir la violencia. Y alegan que el problema no es la herramienta, sino el mal uso y la falta de controles.


Efecto ciberbullying. Los casos de acoso a través de medios electrónicos se extienden a la par del desarrollo de las nuevas tecnologías.



Argentina no posee una ley que regule las redes sociales, ni los contenidos que se publican en ellas. Sólo cuenta con una norma que tipifica el delito la pornografía infantil por Internet u otros medios electrónicos; violación, apoderamiento, intercepción y desvío de comunicaciones electrónicas, y fraude informático, entre otros.



Una encuesta de Slonje y Smith, realizada en siete países –entre ellos Estados Unidos, España, Colombia y Chile– dio como resultado que 2.542 escolares sufrieron ciberbullying o ciberacoso, es decir un total de 12,1 por ciento. De los 9.433 estudiantes varones de la muestra, el 22,4 por ciento usaron el celular o Messenger para perjudicar, mientras que sólo el 13,4 por ciento de las 11.508 chicas reconoció acosar a otros. El dato hace pensar que el acosador digital es un rol que desarrolla más el sexo masculino. Por otra parte, el 19,25 por ciento de los chicos encuestados fueron víctimas de ciberbullying. Las chicas afectadas por la violencia digital fueron el 13,8 por ciento.

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