miércoles, 23 de junio de 2010

"LOS MÉTDOS DE ARGEL SE APLICARON AQUÍ"


La periodista e investigadora Marie-Monique Robin, explica de qué manera los militares franceses influyeron en los argentinos y habla de Escuadrones de la Muerte y de la Escuela Francesa.

Por Ana Bianco

El documental Escuadrones de la muerte: la escuela francesa, realizado por la periodista e historiadora francesa Marie-Monique Robin, que se estrena mañana en el cine Cosmos (con el auspicio del CELS), describe la participación y colaboración de los militares franceses con las dictaduras sudamericanas en las décadas del ’70 y del ’80, y particularmente con la junta militar argentina. En charla con Página/12, Robin hace memoria: “El Estado Mayor argentino propuso en 1959 un acuerdo para que expertos franceses en la llamada ‘guerra antisubversiva’ dictaran cursos y fueran asesores pagados por el Ejército Argentino. La misión militar francesa permanente en Buenos Aires, compuesta por veteranos de la guerra colonial en Argel (1954-1962), se mantuvo hasta 1981, con el apoyo de los gobiernos de la Argentina y Francia. Los métodos de la denominada batalla de Argel fueron exportados a la Escuela de Guerra de Buenos Aires, importando la concepción del enemigo interno, que era la base de la doctrina francesa, por su experiencia en la lucha contra un enemigo en un medio urbano: un enemigo interior. Hasta la llegada de los franceses, para los militares argentinos el enemigo provenía del exterior, Chile o Paraguay, pero con esta nueva concepción el enemigo podía ser un vecino, un maestro, un peronista o un militante de izquierda que ponía en peligro los valores occidentales. Y para derrotar a ese enemigo escondido, entremezclado en la población, que no tiene uniforme, se necesitaba recabar información en la doctrina o escuela francesa. La inteligencia es fundamental: quien dice inteligencia dice interrogatorio, y entonces tortura (para sacar información) y luego, para deshacerse de los torturados, los hace desaparecer”.


Escuadrones de la muerte: la escuela francesa parte de las propias voces de algunos ex combatientes franceses en Indochina y en Argelia, y en ese recorrido prestan testimonio algunos alumnos ejemplares como el ex ministro del Interior de la dictadura Albano Harguindeguy, el ex presidente de facto Reynaldo Bignone, y Manuel Contreras, jefe de la DINA, la policía secreta chilena, entre otros. Se suman a este registro testimonial e histórico los relatos de dos ex cadetes de la Marina encarcelados y dados de baja por denunciar el uso de la tortura, más las historias de algunos sobrevivientes y de Horacio Méndez Carrera, abogado de los desaparecidos franceses en la Argentina, y de María del Rosario Cerruti, una madre de Plaza de Mayo.

–¿En que consistió la participación de los militares franceses durante la última dictadura en la Argentina?
–En 1957 llegaron a París los primeros oficiales argentinos para recibir cursos durante dos años en la Escuela de Guerra; entre otros, Alcides López Aufranc. Por entonces, Fidel Castro no estaba en el poder en Cuba, la guerrilla argentina no existía como tal y el Partido Comunista no tenía un peso importante. En ese año, López Aufranc estudió en París, época de la Guerra Fría, cuando no había un enemigo, pero ellos estaban convencidos de que se venía la Tercera Guerra Mundial. En la película, el general Balza lo explica con claridad cuando se refiere a que los militares argentinos de fines de los ’50 se preparaban para una guerra virtual, ficticia. En la práctica, la llegada de los franceses a la Argentina multiplicó los servicios de inteligencia y la tortura como arma principal de la guerra antisubversiva dentro del concepto de guerra moderna. Como la población civil es sospechosa, aconsejaron cuadricular el territorio. Es decir que cada general tenía una zona y otras subzonas a cargo de un capitán o un teniente.

–¿Cuáles son las diferencias en el uso de la técnica militar en Argelia y en la Argentina?
–Bignone lo expresa muy bien en la película cuando dice textualmente: “La orden de batalla de marzo de 1976 es una copia de la batalla de Argel”. Los decretos firmados durante el gobierno de Isabel Perón para aniquilar a la guerrilla del ’75 y los decretos militares que instauraron la dictadura se realizaron con base en los textos franceses. La famosa batalla de Argel se caracterizó por el hecho de que los poderes de la policía fueron delegados al Ejército, y especialmente a los paracaidistas. La policía estaba bajo el control del Ejército, los militares mismos hacían los interrogatorios, la desaparición forzada de personas se implementó en Argelia y dejó un saldo de 3 mil desaparecidos.

–Su película sostiene que los militares argentinos fueron los mejores alumnos de la escuela francesa. ¿Por qué?
La Argentina es el único país donde hubo una misión militar permanente durante 20 años. En los Estados Unidos, los militares franceses se quedaron dos o tres años. En Brasil dieron cursos puntuales en Manaos. La presencia en la Argentina se mantuvo durante 20 años sin parar, esto no responde a una casualidad. Existieron lazos entre la extrema derecha francesa y la Argentina desde los años ’30. El integrismo católico francés tuvo un papel muy importante para la exportación de la doctrina francesa, le dio una base ideológica, especialmente a través de la llamada “Ciudad católica”. La Cité catholique fue creada por Jean Ousset, un ex secretario de Charles Maurass, quien fue uno de los líderes de extrema derecha de Francia. La Cité editaba una revista, Le Verbe, que influyó mucho a los militares durante la guerra de Argel para justificar el uso de la tortura. Al final de los ’50, la Cité catholique se instala en la Argentina, con el mismo nombre y con la misma revista, El Verbo, organiza células dentro del Ejército y alcanza un desarrollo importante durante el gobierno del general Onganía. El hombre clave era el padre Georges Grasset, quien fue confesor personal de Videla y sigue viviendo en la Argentina. Guía espiritual de la OAS (la organización del ejército secreto, que con sus Comandos Delta, escuadrones de la muerte), intentó impedir con las armas la independencia de Argelia. En el Ejército Argentino existió una corriente ultracatólica integrista que explica por qué la influencia de los franceses fue tan importante. Cuando está en Buenos Aires –Grasset vive en Tucumán 1561 4º 37–, tiene lazos con la congregación de Lefebvre, un obispo integrista francés que fue excomulgado por el Vaticano. La congregación lefrebvista tiene cuatro monasterios en la Argentina, el principal en La Reja. Cuando estuve en La Reja hablé con un cura francés que me dijo: “Para salvarle el alma a un cura comunista, hay que matarlo”. Me encontré ahí con Luis Roldán, ex subsecretario de Culto de Menem, quien me fue presentado por Dominique Lagneau, el cura director del monasterio, como el “señor Ciudad católica de la Argentina”. La influencia francesa fue teórica, técnica e ideológica. Bruno Genta y Juan Carlos Goyeneche representan esta ideología compartida por los oficiales que iban a tomar el poder en la Argentina 20 años después. El golpe militar del ’76 fue una preparación lenta que empezó en los años ’50.

–¿Debió usar cámara oculta para algunas secuencias?
–La usé para la entrevista con Bignone. El me recibió con motivo del libro –que editará Sudamericana el próximo año, con el mismo título que el documental– donde me presenté como una historiadora de extrema derecha. No tuve ningún problema ético, estaba frente a un victimario, un violador de los derechos humanos. La prueba está en lo que han hecho y quieren ocultar. El general Ramón Díaz Bessone debe de estar furioso por lo que grabé, pero luego de dos horas, cuando cree que he dejado de grabar y cambia completamente, se transforma y, relajado, muestra ese otro personaje y dice lo que realmente piensa: “¿Cómo sacás información, si no torturás, si no apretás?”.

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