Los casos de pedofilia, los fuertes cuestionamientos al celibato y la poca valoración del compromiso para toda la vida menguaron el reconocimiento Social del sacerdocio. Un obispo, un “cura villero” y un seminarista opinan.
Sergio Rubin
No son tiempos fáciles para los sacerdotes. Los abusos sexuales cometidos por curas, el creciente cuestionamiento en la sociedad al celibato y la falta de valoración del compromiso para toda la vida en una cultura que prioriza vivir el aquí y el ahora, los lleva a remar contra la corriente. Aún así, el obispo de Gualeguaychú, Jorge Lozano; el "cura villero", Pepe Di Paola, y el seminarista próximo a ordenarse Juan Ignacio Alonso, coinciden en que sigue habiendo mucha gente, sobre todo entre la más sencilla, que aprecia y reconoce la entrega total a Dios en el ministerio sacerdotal.
— ¿Creen que la entrega a Dios de por vida en el sacerdocio perdió reconocimiento en la sociedad?
Jorge Lozano: No podría generalizar. Tal vez esa pérdida se da en algunos estratos sociales no tan numerosos como influyentes. Sin embargo, en la vida de los santuarios y entre la gente sencilla de nuestro pueblo se percibe aprecio, cariños y reconocimiento. También es cierto que para valorar cabalmente la entrega a Dios es necesario creer en El, amarlo y saberse amado por El. Algunos opinan desde miradas reduccionistas, sin tener en cuenta esa dimensión trascendente.
Juan Ignacio Alonso: Yo también creo que hay muchas personas que siguen valorando la vida sacerdotal. Que son muchos los que la siguen viendo como una opción radical, de entrega a Dios y al prójimo, digna de ser valorada. No obstante, puede ser cierto que haya disminuido el reconocimiento en la sociedad, tal vez porque la opción por una vida en la que no se busca la fama, el éxito y el dinero no es tan atractiva en el mundo de hoy.
Pepe Di Paola: Convengamos que en la sociedad actual, cualquier opción de vida que signifique un compromiso para siempre entró en crisis. Creo que eso es parte de la inestabilidad que se vive en nuestra cultura. Por eso, es importante en este momento de crisis valorar las opciones de familia, sacerdocio u otro tipo de entrega que impliquen un compromiso para siempre.
— Ahora bien, precisamente por esto de que el mundo prioriza el vivir el aquí y el hora, ¿no sienten que van contra la corriente?
JL: Además, las opciones de vida "para siempre" implican reconocer la capacidad de la persona de entregarse libremente. En algunos ámbitos culturales se valora sólo este instante sin vinculación con opciones radicales. Hay un modo de vinculación emotivamente intensa, pero fugaz. En este panorama, no se comprende el compromiso estable. Como se dijo antes, el hedonismo y el narcisismo, tan comunes en este tiempo, empañan los ojos para poder mirar la riqueza de la entrega generosa.
PDP: De todas maneras, quiero subrayar que, pese a que no es una opción que se realiza comúnmente en la sociedad, en la opción sacerdotal vivida como entrega cotidiana -en mi caso en las villas- nos sentimos acompañados en las luchas y en las ilusiones de la gente y lo podemos vivir como algo muy plenificante.
— ¿Qué influencia le otorgan en esa pérdida de reconocimiento a los casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes?
PDP: Si bien es cierto que los pecados de los miembros de
JIA: En mi opinión, tienen una influencia importante, porque lamentablemente se mete a todos los sacerdotes en la misma bolsa.
— ¿Consideran que su opción celibataria no es comprendida y hasta severamente cuestionada?
Es como si alguien dijera: "Reclamo derecho a casarme con quien quiera, a convivir omo me parezca, pero no tolero que otro opte por ser célibe". Esos cuestionamientos son minoritarios.
PDP: Por otra parte, la valoración del sacerdocio creo que se da en ejemplos concretos. Por caso, cuando vemos la figura del padre Carlos Mugica y la valoración que, en general, hace la sociedad de él como un cura entregado a su pueblo y con un compromiso que lo llevó hasta derramar su sangre.
— ¿Qué le dicen a aquellos que opinan que debería ser optativo?
JIA: Coincido. El celibato no es una carga sino una vocación. Uno elije consagrar su vida y su corazón a Dios. El celibato antes que un "no" es un "si". Un sí a Dios que nos llamó a dejarlo todo para seguirlo, que nos eligió para continuar su misión en el mundo poniendo nuestra vida al servicio de los demás.
PDP: Pero, además, vivir el celibato para nosotros significa reconocer en la propia comunidad una familia y asumir el papel de padre en la capacidad de disponibilidad, amor y entrega generosa hasta las últimas consecuencias.
— ¿Cómo viven el hecho de que muchos se manifiesten creyentes, pero que no vayan a la iglesia y prescindan de los sacerdotes?
JIA: De todas maneras, debemos ser muy respetuosos de la fe de las personas y de cómo cada uno la vive y la expresa. Son muchos los que creen en Dios, pero por distintos motivos no se acercan a
PDP: Ahora bien personalmente valoro mucho la actitud del pueblo creyente que vive su fe en la vida cotidiana y aún cuando no siempre participe de la misa dominical se siente parte de
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