El movimiento indigenista mexicano comenzó 2013 con una serie de iniciativas políticas para reinstalarse en el tablero local como el principal foco de resistencia al naciente gobierno del priísta Enrique Peña Nieto.
Por Emiliano Guido
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) nunca creyó en las lecturas apocalípticas del calendario maya que vislumbraban un inminente fin del mundo. Todo lo contrario, el movimiento indigenista del sur mexicano –integrando, por supuesto, por múltiples etnias originarias– interpretaba que esa fecha implicaba para dicha cosmovisión, en realidad, el inicio de una nueva era para la humanidad. Por eso, decidieron utilizar el mediático 21 de diciembre para impulsar una gigantesca movilización –silenciosa y disciplinada, según los cronistas– en cinco municipios del Estado de Chiapas, el núcleo duro de su poder territorial. No fue, claro está, la primera vez que la expresión insurgente liderada por el Subcomandante Marcos se vale de días y escenarios simbólicos para hacer notar su presencia. Ahora, este 1º de enero –en coincidencia con el histórico levantamiento armado de 1994– fue tomado por el EZLN como el punto de partida de un nuevo capítulo para su organización política.
En principio, el resurgimiento del movimiento zapatista llamó la atención de todos los medios de comunicación porque el EZLN había cortado los lazos de comunicación pública desde hace bastante tiempo. En concreto, la última vez que habló el subcomandante Marcos, jefe militar de la organización y vocero zapatista, fue durante el intercambio epistolar con el famoso escritor mexicano Luis Villoro, en diciembre del 2011. Además, la última iniciativa política más encumbrada del zapatismo fue el denominado Festival de la Digna Rabia, al que convocaron a movimientos sociales de México y del mundo, en diciembre del 2008. Pero, evidentemente, por la reciente serie de iniciativas políticas desarrolladas, el zapatismo ha decidido volver a ganar espacio en la agenda nacional como un actor de peso en la resistencia “de los de abajo” contra “los planes de los de arriba”.
Es más, según la última carta pública de Marcos aparecida esta semana, la vuelta del PRI al gobierno es sólo una prolongación de lo que ellos denominan como “gobiernos ilegítimos” porque considera que “Enrique Peña Nieto ganó las elecciones gracias a un golpe de Estado mediático que encumbró en el Poder Ejecutivo Federal a la ignorancia mal disimulada y peor maquillada”. Además, a renglón seguido, Marcos enfatizó que la nueva coyuntura está lejos de amedrentarlos porque “los malos gobiernos de todo el espectro político, sin excepción alguna, han hecho todo lo posible por destruirnos, por comprarnos, por rendirnos. Ahora, llegó el turno de construir los puentes necesarios hacia los movimientos sociales que han surgido y surgirán”.
Entonces, a qué refiere Marcos cuando habla de unificarse con otras expresiones de la lucha social mexicana. Qué metas y objetivos tiene, en definitiva, el nuevo calendario zapatista. Miradas al Sur consultó al profesor universitario Gilberto López y Rivas, un ex diputado del centroizquierdista PRD que asesora y difunde el programa zapatista tanto en México como en el exterior. Según López y Rivas, asiduo columnista del prestigioso diario azteca La Jornada, el EZLN está priorizando retomar el vínculo político con las diversas organizaciones indigenistas de México, un país donde dichos movimientos sociales tienen mucha presencia. “El zapatismo busca reafirmar y consolidar la pertenencia al Congreso Nacional Indígena. En la actual ofensiva de las corporaciones capitalistas contra los pueblos originarios para despojarlos de sus territorios y sus recursos, es vital la presencia de los mayas zapatistas para unificar esfuerzos, compartir experiencias y consolidar estrategias comunes”, puntualizó Gilberto a este semanario vía telefónica desde el Estado mexicano de Morelos.
Por otro lado, otros analistas locales, como el reconocido politólogo Eduardo Nava Hernández, enfatizan que el movimiento chiapanesco pretende nacionalizar su voz y su presencia política. “Los tres comunicados del 1º de enero del EZLN tienen propósitos muy claros: reafirmar la presencia del zapatismo como organización política y social en Chiapas; tomar posición frente al nuevo gobierno del PRI y Peña Nieto; recuperar un papel dirigente en el Congreso Nacional Indígena; anunciar la reasunción de los vínculos con las agrupaciones que en su momento se integraron al zapatismo a través de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y La Otra Campaña; buscar la vinculación con los nuevos movimientos y organizaciones que han aparecido en el período más reciente (se alude principalmente al núcleo estudiantil de protesta #YoSoy132); deslindarse una vez más de la política electoral y de todos los partidos integrados al sistema político, y exigir al nuevo gobierno federal el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés”, enumeró Nava Hernández al ser entrevistado este fin de semana por el periódico Cambio, de Michoacán.
Por último, en líneas generales, la política nacional mexicana parece estar dibujando un cuadro muy diferente al de los últimos años. El conservador y ex gobernante PAN atraviesa una fuerte crisis después de su reciente derrota electoral, el progresista PRD intenta suplir sin mucho éxito el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, que se retiró de la fuerza para fundar su propio movimiento, y el histórico partido PRI inicia una nueva era donde deberá más pronto que lejos sanar el reguero de sangre que está dejando la guerra contra los carteles de la droga. En este contexto, los hombres y mujeres de Chiapas, los más pobres entre los pobres de México, parecen intuir que hay un vacío y han decidido ocuparlo. Por el momento, sin hacer mucho alboroto. “Impresionante. Hubo mucha gente. Todos en silencio, muy organizados, muy disciplinados. Yo no sabía que seguía tan vigente, pero evidentemente sí”, se sorprendía y lo taquigrafiaba en la red social Twitter un turista colombiano apodado El Paisa que visitaba la colonial ciudad de San Cristóbal de las Casas y, de repente, se topó en el camino con la monumental marcha del EZLN. No fue el único, claro está, que abrió la boca de asombro y tomó nota de que algo nuevo está sucediendo en México.
Fuente: Info News
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