Entrevista al sacerdote de la villa 31 de Retiro, Guillermo "Willy" Torre.
Por Marina Cavaletti.
Guillermo Torre es uno de los sacerdotes de la villa 31 de Retiro, en Buenos Aires. Llegar a la capilla no es complejo, esa parte de la villa tiene asfalto y hasta la terminal de una empresa de micros. Caminar una cuadra desde allí hasta el templo puede llevar diez minutos o más, porque todos saludan al “padre Willy”. El invita a las madres a inscribir a sus hijos para recibir la primera comunión, impulsa a los adolescentes: “Estudiá para rendir las materias”, le dice a una chica mientras le palmea el hombro. También, como hincha de San Lorenzo, habla feliz con otros futboleros: “Un Papa argentino y cuervo tenemos”. Y ese es el motivo de la conversación: el Papa.
La capilla es humilde y en ella ya se ve sobre el altar una foto de Francisco, otra de Carlos Mugica y diferentes advocaciones de la Virgen María. Mientras un sol inmenso se posa sobre la canchita de la villa y los chicos juegan un picadito en uno de los salones del lugar, comienza la charla.
“Fue una gran alegría, no solo para nosotros los curas que lo conocimos y compartimos actividades en nuestros barrios. Ese día miércoles la gente estaba emocionada, vino a rezar y agradecer a la capilla. Fue una sorpresa linda que le dio ánimo espiritual a la gente. Así lo vivimos todos: con sorpresa y alegría”, asegura Guillermo Torre.
¿Considera que hará reformas importantes en la Iglesia?
Creo que va a ser un papa innovador, seguro. Va a renovar muchas cosas hacia adentro y hacia afuera. De hecho, él mismo expresó de entrada que quiere una Iglesia pobre. Eso ya va dando a una mirada de una Iglesia muy diferente. Además del ejemplo que él da con su propia vida. Su testimonio de vida es lo que hace que quede todo el mundo impactado. El que es, entre comillas, el más importante, es el primero que está dando el ejemplo de cómo hay que vivir y de cómo hay que cambiar para poder transformar el mundo. Eso le hace mucho bien a todo el mundo: ver a alguien humilde, sencillo, que es el primero que hace lo que dice.
¿Cómo piensa que impactará este hecho en América Latina y el mundo?
Sin duda, ya hay un cambio. En estos primeros días se nota que fue algo histórico y que comienza a haber signos de un cambio muy importante en la Iglesia y en el mundo. De hecho, impactó en el mundo entero, tuvo gran resonancia. Su presencia y su testimonio de vida han generado un impacto muy fuerte y esperanzador.
Un papa no es sólo un líder religioso, sino un estadista ¿Habrá impactos a nivel político?
En su primera homilía él dio un mensaje al mundo entero: cuidar la vida, no destruirla. Tener en cuenta a los más débiles y sobre todo aquello que dijo hacia el final: el poder es un servicio y uno tiene que estar para servir. Y el Papa porque es Papa tiene que estar para servir. Se puso él en primer lugar, dando el ejemplo. Y eso a todos los gobernantes, al mundo entero: el poder no es algo para dominar y destruir, sino que hay que cuidar al mundo, a la naturaleza, a las personas, y ponerse al servicio de ellos.
A veces la humildad en los altos cargos, sorprende ¿recuerda alguna anécdota en este sentido?
Hay muchas porque para nosotros no es algo extraordinario sino natural. Desde que asumió como arzobispo de Buenos Aires, hace quince años, siempre fue una persona sencilla, de viajar en subte, de no tener chofer, de vivir de una manera muy austera y sentirse cercano a los que sufren. Eso era algo muy natural, que le salía del corazón. Por eso, las cosas que a otros les parecen asombrosas, a nosotros nos parecen muy naturales, porque lo veíamos día a día en el compartir. Por ejemplo, el año pasado en la Fiesta de Juan hizo las confirmaciones y se quedó a comer un asadito con la gente, compartía con ellos y todos lo vivían con emoción: “El cardenal está comiendo un asadito conmigo, en mi humilde mesa, en mi humilde silla, en mi casita precaria”. El se quedó y habló con las familias, hizo bromas y habló de fútbol. Toda esa cercanía es lo que ha provocado el afecto en la gente, que sentía realmente el cariño de él, que él quería a los pobres. Muchos están impactados con eso: “Confirmó a mi hijo”, “Bendijo mi casa” Esas pequeñas cosas son realmente las grandes cosas que quedaron grabadas en el corazón de la gente.
En los últimos días se dijo que Francisco beatificaría a Juan de Dios Murias, un sacerdote desaparecido que siguió la opción por los pobres.
No sé, no es una información oficial. De hecho, los mismos franciscanos han desmentido eso. Es muy prematuro hablar de algo de ese tipo. Sí me parece que han dado su vida y la han ofrecido por los más pobres. Hace quince años, cuando trajimos los restos del padre Carlos (Mugica) él vino, quiso estar, acompañar, caminar con la gente y pedir perdón en nombre de la Iglesia por no haberse comprometido más en esa causa. Y él, aunque en esa época no era ni arzobispo de nada, pidió perdón por esa falta de compromiso de muchos en la Iglesia de aquella época. Porque así como había muchos que se comprometían, hubo muchos que no. Ha tenido gestos muy importantes que son reconciliadores. Reconocer errores ayuda a sanar heridas y a caminar de otra manera. Eso fue apenas él fue arzobispo de Buenos Aires. No me extrañaría que haya más gestos de ese tipo desde el lugar donde a él le toca estar.
A partir de esto ¿algunos fieles alejados volverán a la Iglesia?
La experiencia el otro día en Plaza de Mayo fue algo así. Había mucha gente que decía que hacía mucho que no se acercaba a la Iglesia para nada y que el impacto de esto hizo que se acercara nuevamente. Los primeros días del Papa han impactado mucho en los fieles en general. Por supuesto, en los pobres que reconocen toda su ayuda y su obra, pero también en mucha gente que estaba alejada de la Iglesia y que ha pegado una vuelta. Todo esto que se ha vivido ha suscitado algo muy fuerte. En la plaza nos decían eso: “Yo hacía años que no venía a la iglesia, estaba en otro mundo” y esto los ha acercado, los ha emocionado. El (Bergoglio) se comprometió no solo con la gente de los barrios, también con la tragedia de Cromañón, las víctimas de Once, la trata de personas, los cartoneros, todo lo que tenía que ver con los más pobres y la gente sufriente, él siempre tuvo un compromiso serio y acompañó como líder espiritual.
Fuente: El Tribuno.
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