domingo, 7 de abril de 2013

"TODO EL MUNDO ES PERONISTA"

Juan Maresca, artista ideológico. Nació en La Boca, vive en Brasil y expone en Tecnópolis. Descree de los museos y reivindica el arte popular. El colectivo 33 que definió su vocación.
 
Por Leandro Filozof
 
En uno de los pabellones de Tecnópolis, Juan Maresca, con aerosol en mano, se queja de los olores que produce el producto. Termina los últimos retoques para dar vida a su muestra “Orgulloso de ser argentino”. Trece cuadros con breves textos explicativos recorren distintos tópicos: trabajadores, soldados de Malvinas, familias, parejas gays, son algunas de las pinturas que para Maresca reflejan y explican su concepto: “Cuando yo estudiaba Ciencias Económicas me enseñaban que el crecimiento de un país se da por varias razones, pero jamás me hablaron de que era porque la gente está orgullosa. Para mí la variable para que crezca un país es que la gente esté orgullosa y por eso esta muestra. Reivindico el orgullo de ser argentino, hay cosas buenas pero sin eso, no funciona”.

–¿Qué buscás con la obra?
–Mostrar las aristas del orgullo. El Gobierno no puede quedarse sólo en la comunicación de hechos de gobierno. También debería entrar en la comunicación de los valores que nos unen. Esos valores existen, son muchos y el orgullo es lo que mejor representa esa unión de valores comunes.

–¿Cuáles son esos valores?
–La solidaridad me parece un valor nuestro que murió por millones de razones. Desde la dictadura, pero para mí está ahí y hay que rescatarla. Evita dijo que el trabajo dignifica. Esa frase no la entendí hasta que trabajé. Yo era de familia peronista pero de chico veía la frase y no la entendía. Cuando trabajé, me dieron el salario y me sentí digno. La libertad me parece importante y por eso hay un cuadro que toma como ejemplo el casamiento gay. Yo estaba en Brasil cuando salió la ley y me sentí orgulloso de ser argentino. Luchar hace bien, es un valor y es importante. Y me parece que hay que estar contento como los brasileños.

–Tu familia es peronista, ¿vos también?
–Yo soy re peronista. Creo que todo el mundo es peronista pero no se dio cuenta. Hay millones de peronismos y esa es la trampa o la genialidad, o las dos. Pero dentro de todas las variables del peronismo creo que tenemos algo en común que es tener conciencia social. Yo soy del peronismo que dice: “Donde hay una necesidad hay un derecho”. Y: “Che, pará, hay gente que la está pasando mal”. Después no sé si hacemos algo, capaz que sí o no, pero tenemos la conciencia del problema. Creo que los otros no tienen el ruidito en la cabeza. Ahora, si me decís a mí que eso lo tienen los comunistas, socialistas, también soy de esos entonces. Meteme dentro de los que tienen conciencia social y los que dicen “donde hay una necesidad, hay un derecho”.

Maresca cuenta que de chico quiso estudiar diseño gráfico pero un día, viajando en el colectivo 33, “frenó y se fue a la mierda la maqueta. Largué todo. Ya venía pensando que me iba a costar ser artista porque para serlo hay que dar el paso y abandonarse al arte. Pensé: ‘Me voy a cagar de hambre, voy a estudiar Ciencias Económicas o Abogacía’. Abogacía no me cerraba, estudié Administración y me recibí”. Al tiempo consiguió un trabajo en Brasil en una empresa de marketing, “que está más relacionada al arte pero desde el negocio. En paralelo seguí haciendo mis cositas, en la oficina tengo un atril. La inspiración viene en cualquier momento. Nos parecemos a Dios en que somos creadores. El trabajo que genera creación nos hace a imagen y semejanza de Dios. Si la Iglesia en vez de hablar boludeces dijera que trabajar dignifica y trabajar es crear, estaría mucho mejor todo”. En uno de esos momentos de inspiración llegó POPulismo mágico, una obra que pensaba al peronismo en Brasil –a Perón lo llamarían “O primer trabalhador”, y a Evita, “Evinha”– y al getulismo en la Argentina.

“Cuando hice el populismo mágico de Eva, Perón y Getulio, un crítico me dijo que mi obra tenía mucho color. Yo soy de La Boca, de Caminito. Y lo reafiancé hasta llegar al fosforescente. Y el mismo crítico fue el que definió mi estilo sin darse cuenta. Me dijo: ‘Tu arte es ideológico y hoy el arte no es más ideológico’. Claro que es ideológico mi arte; hacer la naturaleza muerta no existe más, el arte es comunicación y provocación. Y yo hago comunicación, trabajo de eso. Si no generás algo, nadie te da pelota porque estamos expuesto a tres mil mensajes publicitarios por día”.

–¿Por qué unificar Brasil y Argentina?
–Porque el orgullo por tu país hay que ampliarlo a la patria grande. Aparte vivo en Brasil y está bueno ampliarlo. Allá contaba el concepto de patria grande y todos los brasileños decían “yo firmo eso”. Cuando venía en avión para acá pensaba, “qué bueno hacer una publicidad que diga: ‘Dejá tu patria y vení a la patria grande’”.

–Sostenés la idea de arte para todos…
–Claro, se puede y no es complejo. El museo es un lugar muerto y frío. Yo prefiero estar en el living de la casa de un tipo que camina acá, que en un museo de Costantini. ¿Qué carajo hago con Costantini? Hay varios modelos de arte que murieron y yo no soy artista. Yo ni sé cómo se vende esto de la obra. Lo que sí entendí es que hacer la naturaleza muerta, el retrato de alguien, no va más. Uno tiene que hacer algo del lugar de lucha y yo quiero comunicar estos valores.

–¿Por eso en la muestra te definís como artista callejero?
–El arte debe ser popular. El museo para pocos es algo del pasado, esos museos donde se hacen brindis con champagne y canapés. Debería existir un museo al aire libre, que esté en las calles, en los barrios, algo que sea para todos.

–Hiciste un collage de Mao Tse Tung...
–Con Mao es interesante porque para mí es un tema estético. Siempre me gustó mucho la propaganda política. Para mí, los mejores fueron los soviéticos y la China maoísta de esa época. No porque adhiera a los pensamientos sino porque adhiero a la estética que habla del orgullo de un país. Si fuera de los norteamericanos, estaría todo bien: no soy ni comunista ni pronorteamericano.

–¿Y entonces intentaste emular esa propaganda?
–Quería copiar la propaganda soviética y busqué cómo la hacían. Probé varias cosas y después dije es collage, sí o sí. Esa gente tenía los colores negro, rojo y amarillo. Y dije no, quiero darle color latino. Empecé con collage, que es importante porque podés hacer mil copias o millones y con eso comunicás. Para que sea arte popular y para todos, lo que hablábamos antes, hay que seriar la obra. No son obras únicas, hay que seriarlas quinientas mil veces y vender cada una a un peso, no vender una a 500 mil pesos. No existe una sola, un David de Miguel Ángel. Hacé ochenta mil y rompele a uno el dedo, a otro el ojo y son todos únicos.

–Después dejaste el collage.
–Empecé con esténcil pero no me gustó porque con collage la línea quedaba mejor. Hasta que agarré los collage, los escaneé y los llevé a vectorizar. Así los podía ajustar mejor y darles colores más vivos. Estoy en esa etapa. Después de vectorizar, les quito partes, los dejo en blanco y les agrego aerosol. Y así puedo imprimir muchos y los regalo, los doy al costo. Le encontré el estilo. Uno tiene que buscar la diferenciación total. Yo hago arte ideológico, le pongo colores, le meto fosforescente y dejo un mensaje.
 
Fuente: Revista Veintitres

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