domingo, 6 de junio de 2010

LA DIETA DE MAURICIO CAE PESADA


En los comedores escolares de la capital, los menúes para los pibes cada vez son menos nutritivos y más baratos.


Por Diego Rosemberg


En las escuelas porteñas se está cocinando el malhumor de los padres. Cinco cooperadoras de diferentes colegios del barrio de Saavedra ya acordaron elaborar un plan de acción conjunto, las familias de la escuela primaria Nº2 de Parque Patricios comenzaron a juntar firmas para peticionar ante el Ministerio de Educación y en la Defensoría del Pueblo ya se radicaron decenas de denuncias. Todos se quejan de la implementación de un menú de emergencia en los comedores escolares de la Ciudad en el que se reduce casi hasta la extinción a las carnes rojas y blancas.


Hasta el final del año pasado, los 90.000 chicos que almorzaban en colegios públicos comían pollo y carne al horno con papas, bifes a la criolla o milanesas a la napolitana. Desde el comienzo del actual ciclo lectivo abundan las pastas y el arroz. Sólo un día cada dos semanas comen milanesa, salchichas y sendos medallones de pescado y pollo triturado, del que los padres desconfían de la calidad de sus contenidos nutritivos.

El almuerzo de los alumnos de jardines de infantes y primarias porteñas se convirtió en la variable de ajuste del conflicto que sostiene la Cámara Argentina de Concesionarios de Servicios de Comedores y Refrigerios (Cacyr) y el Gobierno de la Ciudad. Durante los primeros meses del año, las empresas responsables de catering solicitaron rescindir los contratos que rigen hasta finales de 2010 y suscribir otros nuevos que contemplen un aumento de precios. Mientras que el Gobierno paga 7,90 pesos por menú diario, los concesionarios exigen elevar la cifra a 11,37.

Los concesionarios cambiaron el menú basándose en los artículos 7º y 95º del pliego de licitación, que establecen que la prestación del servicio puede modificarse si los costos aumentan más de un 8 %. La normativa también señala que las modificaciones deben llevarse a cabo con previa autorización de la cartera educativa. “Todo indica que el Ministerio de Educación de la Ciudad optó por un atajo, a fin de atender los reclamos de las concesionarias: autorizaron la modificación de hecho de los menúes estipulados sin brindar información oficial a los padres y madres de los alumnos. Esos funcionarios deberían recordar que nuestro ordenamiento jurídico privilegia el interés superior de los pibes y adolescentes de las escuelas bajo su órbita”, subraya Gustavo Lesbegueris, responsable del Área de Derecho a la Educación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.

A medida que comenzó a recibir denuncias, este organismo público suscribió un acuerdo con la facultad de Medicina y envió a un grupo de estudiantes avanzados de nutrición a visitar diferentes escuelas para que elaborara un informe técnico. “Estos nuevos menúes –concluye el trabajo– se observan monótonos e insuficientes en cuanto a su valor nutricional, ya que disminuye tanto el aporte de proteínas (esencial para el crecimiento y desarrollo de los niños, en tanto favorece la formación de los tejidos) como de calcio, importante para el fortalecimiento de huesos y dientes de los niños en edad de crecimiento. Al mismo tiempo, se observa un incremento de los carbohidratos, con riesgo de generar a futuro condiciones para el sobrepeso o la obesidad al aumentarse el aporte calórico.”

El informe señala que la cantidad de proteínas diarias que aporta el menú escolar descendió de 47 gramos a 30 y recuerda que la recomendación de la Academia Nacional de Ciencias consiste en una ingesta diaria de 43 gramos. La situación –amplían las especialistas– se ve agravada por la eliminación del huevo de las ensaladas, alimento que fue reemplazado por arroz, arveja o tomate. El trabajo también subraya la desaparición de los flanes y postres de vainilla y chocolate a base de leche, reemplazándolos por gelatinas “que prácticamente no tiene valor nutritivo ni poder de saciedad” o por una sola fruta.

“El gobierno macrista prioriza arreglar los baches del asfalto antes que la alimentación sana de los chicos y prefiere subsidiar a la escuela privada antes que invertir en la educación pública”, denuncia Eduardo López, secretario general de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), el gremio docente que decidió hacer pública esta problemática después de que sus afiliados escucharan una catarata de quejas de los padres.

Daniela Capristo, madre de una alumna de la Escuela Nº2 de Parque Patricios, comenzó a juntar firmas para realizar una queja formal ante las autoridades. “Pero no es fácil –admite–. No se trata sólo de una cuestión de tiempos, acá vienen chicos de barrios muy humildes, de villas, y sus familias se conforman con que reciban un plato de comida. A veces los mandan principalmente para eso. Están en una situación tan precaria que no les importa tanto el valor nutricional de lo que comen. Incluso algunos reciben algún tipo de plan y tienen miedo de que se los saquen si firman alguna carta.”

El viernes 9 de abril, en una reunión realizada en la Escuela Nº14, los representantes de cinco colegios del Distrito Escolar 15, de Saavedra, decidieron enviar una carta conjunta al Ministerio de Educación de la Ciudad. “No se sumaron todas las escuelas del distrito porque algunas no sufrieron el cambio de menú”, aclara Claudio Bruchman, delegado de cooperadoras de ese distrito, y agrega que no todas las concesionarias decidieron cambiar el menú. Algunas, como la que presta servicio en el Instituto Bernasconi, sostienen el menú original, dejando en evidencia que el cambio de dieta es más una presión empresaria que una necesidad económica. De acuerdo con los cálculos de UTE, el menú de emergencia afecta a 45.000 alumnos porteños de entre cuatro y 12 años, la mitad del total de los que reciben el servicio de almuerzo.

Miradas al Sur intentó comunicarse infructuosamente con Cecilia Klappenbach, responsable de la Dirección General de Proyectos y Servicios a Escuelas de la Ciudad. La funcionaria no respondió a ninguno de los seis llamados que se efectuaron a su secretaria privada y a su equipo de prensa. Tampoco se prestó a dialogar Luis Cervera, gerente de la Cámara empresaria. En Cacyr sólo atendió una mujer que se presentó lacónicamente como Haydeé. Escuetamente corrigió a este cronista: “No es un menú de emergencia, es un menú alternativo”. Y después ofreció una insólita argumentación: “La Cámara sólo comunica su opinión a través de solicitadas. No damos ninguna información porque si no, nos empiezan a llamar todos los vendedores de cucharitas de plástico para que se las compremos”.

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