lunes, 7 de junio de 2010

"LOS JUICIOS SON UN MODELO PARA EUROPA"


El abogado alemán Wolfgang Kaleck, analiza los procesos contra represores argentinos.


Por Raúl Arcomano

Habla en un casi perfecto español. El idioma lo perfeccionó en la docena de viajes que ha hecho a la Argentina, a lo largo de los últimos quince años. El abogado alemán Wolfgang Kaleck está de visita en esta oportunidad para observar y acompañar a los organismos de derechos humanos en el inicio de tres de los más importantes juicios por crímenes de lesa humanidad que se están realizando en simultáneo: el de la Esma, el de Campo de Mayo y el del circuito Atlético, Banco y El Olimpo (ABO). “Los argentinos han logrado algo que no consiguieron los españoles, ni los franceses ni los alemanes: buscar y juzgar a quienes cometieron homicidios, torturas y crímenes de lesa humanidad. Es un modelo para Europa”, dice a Miradas al Sur.


Kaleck es vocero de la Comisión contra la impunidad en Alemania –desde hace doce años– y director ejecutivo del Centro Europeo para los Derechos Constitucionales y Humanos (Ecchr), con base en Berlín. El organismo empezó a funcionar en 2007 y tiene como consejo asesor a Human Rights Watch, Amnesty Internacional y Theo Van Boven. El holandés Van Boven es comisionado especial de la ONU contra la tortura y, en los ’80, mientras era director de Derechos Humanos de ese organismo, fue expulsado por denunciar lo que pasaba en la Argentina. Por eso fue condecorado días atrás por la Cancillería.


El Ecchr trabaja en causas de derechos humanos de Argentina e investiga el papel de las empresas transnacionales involucradas en diversos delitos. Desde hace varios años, Kaleck está al frente en su país de una causa contra la empresa alemana Mercedes Benz, por su rol durante la última dictadura militar (ver aparte). Hay otros procesos abiertos en Europa. Por ejemplo, hay órdenes de detención contra Jorge Rafael Videla y Eduardo Massera dictadas por la Justicia alemana en una causa que investiga la desaparición de la ciudadana alemana Elizabeth Kasseman, en 1977. Ese país pidió la extradición de los represores, pero les fue negada por Argentina. “Si algún día se les ocurre viajar a Europa, van a ser detenidos”, asegura el abogado.


El Ecchr también monitorea las condiciones de detención de los detenidos en la prisión estadounidense de Guantánamo, ubicada en Cuba. Por esta causa, Kaleck reclamó la detención de Donald Rumsfeld, secretario de Defensa de George Bush. El Ecchr investiga –además– las torturas realizadas a ciudadanos en Alemania y Francia. Y la actividad ilegal de las las prisiones secretas de la CIA en Europa.


–¿Cuál es el principal problema en Europa con relación a los derechos humanos?
–El tratamiento a los inmigrantes. Sin lugar a dudas. También hay actores europeos que están actuando fuera de Europa. Como algunas empresas. Estamos dispuestos a tomar causas fuera del continente y llevarlas a tribunales europeos.


–¿Y en Latinoamérica?
–Hubo progresos en el campo de los derechos políticos y civiles. No hay militantes políticos o activistas asesinados. Pero hay un problema sin solución, al menos por ahora: el tratamiento que se les da a los detenidos, el sistema carcelario y los numerosos casos de gatillo fácil.

–Participó en el país de varias audiencias de juicios contra represores en Argentina. ¿Cómo fueron las experiencias?
–Fui al juicio por la Esma, al del circuito ABO y Campo de Mayo. Son primeros pasos muy importantes. Tienen que seguir. Estoy muy contento de haber encontrado jueces y fiscales muy comprometidos. Reconozco el trabajo de los organismos de derechos humanos. Los equipos de los abogados, que hacen un trabajo tan importante. La mayoría como militante, porque no ganan ningún dinero.


–¿Ve obstáculos?
–El Estado tiene que apoyar a los abogados de las víctimas. Hay que darles fondos a los investigadores, a los fiscales. Son causas complejas, que duran mucho tiempo. Si se enjuician este tipo de crímenes con el derecho penal, hay que tener paciencia. Porque el derecho penal no está adecuado para tratar una causa con cinco mil muertos, torturados y desaparecidos en un campo de concentración. También me preocupa que, en algunos casos, no se trate a los imputados como imputados.

–Por los beneficios que suelen tener.
–Exacto. No hay que inventar algo excepcional para juzgar a los militares, porque consideremos que son malos o vivitos. Ellos deben ejercer sin problemas sus derechos jurídicos, pero tampoco merecen ningún privilegio. De todos modos, consideramos que es muy importante todo lo que está pasando en Argentina con relación a los juicios de lesa humanidad. Es un modelo para Europa.

–¿Por qué considera que es muy importante?
–Porque los argentinos en los últimos 33 años han logrado algo que no consiguieron los españoles, ni los franceses ni los alemanes. Buscar y enjuiciar a quienes cometieron homicidios, torturas, crímenes de lesa humanidad. Los españoles en la Guerra Civil, los franceses en Argelia y los alemanes con la Shoah (Holocausto). Ninguno persiguió a sus criminales. Los europeos tienen siempre una vista desde arriba hacia abajo de los países de fuera del continente. Hay que mostrar que hay otro tipo de lucha social, política y jurídica que logró más de lo que logramos nosotros. Es importante el rol de los organismos de derechos humanos en todo este tiempo. Sin ellos, nada hubría pasado; las causas no se hubieran reabierto. Eso me parece un modelo muy interesante.


–¿Alemania no persiguió como hubiera debido a los criminales nazis?
–Claro que no. Hace poco detuvieron a un guardia de un campo de concentración de Ucrania. El tipo era uno de los últimos en la cadena de mando. En los años posteriores a la guerra, los integrantes de las elites nazis pudieron insertarse en la sociedad y fueron líderes económicos, jurídicos, académicos. En todo este tiempo los alemanes no hicieron mucho para perseguir a los criminales de guerra.


–En Nuremberg fueron juzgados sólo una porción de los jerarcas.
–Sí. Nuremberg fue un juicio de los Aliados. La justicia de los ganadores. Los alemanes en los primeros años posteriores a la guerra no persiguieron a los nazis. Desde el ’45, y hasta el ’68, no pasó nada. Luego fue muy importante el juicio de Auschwitz, en Frankfurt, porque se investigó y se documentó el sistema de exterminio. Con ese material trabajaron historiadores, artistas, escritores. Esos documentos, así, fueron transmitidos a la sociedad. Pero eso pasó en Alemania muchos años después.


–¿Con qué cree que tiene que ver esa no búsqueda de justicia?
–Hay varias razones. Acá se mató a activistas, gremialistas, militantes políticos. En Alemania, la mayoría de las víctimas fueron judíos, perseguidos por ser judíos. No tenían una identidad política o sindical. El otro tema es que después de la guerra aún no existía un sistema de derechos humanos tan elaborado como hoy. Ese ha sido un gran progreso. No había organismos y casi no hubo en muchísimos años. En Argentina lograron hacerlo real. Los judíos de la Shoah no tuvieron esa posibilidad.


–¿Hay actualmente juicios en Alemania contra nazis?
–De vez en cuando se descubre alguno. No es como en Argentina, donde hay una Justicia que persigue la cadena de mandos, de arriba hacia abajo. En Alemania quizá se descubre algo, o la Justicia de otros países los extradita. Es una muestra de la falta de la cultura alemana en este tipo de juicios.


–Mencionó el caso de España. En Argentina algunos sectores buscan imponer una especie de Pacto de La Moncloa. No sólo como acuerdo político, sino como una forma de amnistía para los militares involucrados en crímenes durante la dictadura.
–Es el viejo conflicto entre la política y el derecho. Hay convenios en el derecho internacional que deben respetarse. Por ejemplo, la Convención contra la Tortura o el Estatuto de Roma. Estos pactos internacionales los deben respetar los países que los firmaron. En todos los países en los que ha habido crímenes de lesa humanidad, si no se juzgan, se nota en la sociedad.


–Acá se plantea como una forma de “pacificación”.
–Es un desconocimiento total de la materia. Y un desconocimiento del concepto de la tortura. Todas las víctimas de la tortura viven con eso todo el tiempo, hasta el fin de su vida. Los familiares también, al igual que la sociedad. No sirve evitar los problemas. Hay que luchar contra ese concepto a nivel jurídico, pero también a nivel social. La sociedad debe reconocer que hay miles de víctimas que quedarían no sólo sin reparación judicial, sino traumatizadas. Una sociedad que deja eso que pasó en la oscuridad, es una sociedad perdida.


–¿De qué manera?
–Quedan los cadáveres bajo el suelo, esperando justicia.

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