lunes, 7 de junio de 2010

EL OFICIO DE REIRSE DE LAS TRAGEDIAS


Una reflexión sobre el humor de Diego Capusotto-Pedro Saborido y la Revista Barcelona.


En una sala colmada de gente asustada por aquello que pasaba en la ficción de la película catástrofe Aeropuerto, dos personas no paraban de hacer chistes. Sin habérselo propuesto de antemano, practicaban el ejercicio de reírse, conociendo los trucos del cine, de aquello que estaba destinado a atemorizarlos. Las dos personas que se reían en esa sala de cine estadounidense a mediados de los años 70 terminarían siendo artífices de una de las películas más disparatadas y taquilleras de la historia del cine contemporáneo, estrenada en la Argentina a principios de la década siguiente bajo el título de ¿ Y donde está el piloto? A los directores y productores David y Jerry Zuc-ker y Jim Abrahams nada les causaba más gracia que los trucos de sus colegas de profesión a la hora de manipular las conciencias de los espectadores, que a veces pagan para pasarla mal.

El cómico argentino Diego Capusotto cuenta la anécdota -él era un joven bastante joven cuando aquellos hechos ocurrieron- para graficar la certeza de que la risa y el miedo están unidos por un cordón umbilical a veces invisible. "Yo pienso que nos reímos de la tragedia, como una forma de sublimarla. Un tipo patinando no nos causa mucha gracia por más que patine muy bien, pero si el tipo se da un porrazo bestial, casi instintivamente nos reímos de él. Nos reímos de su desgracia"

El guionista y productor de Diego, Pedro Saborido, sólo lee a la hora de informarse sobre la actualidad argentina la revista satírica Barcelona. "Es mi antídoto contra la estupidez de la mayoría de los medios, me los filtra", explica. Es que el discurso de los medios, que puede ser el discurso de los miedos, de los que, entonces, hay que reírse, se ha vuelto por momentos intoxicante. Un día de este año, por la mañana, Saborido viajaba en taxi rumbo a la casa de Capusotto, atravesando la ciudad. El taxista escuchaba una radio cuyo conductor hubiera causado gracia de no haber causado espanto.

"Eran una onda todo mal, en todos los terrenos, todos el tiempo, una cosa siniestra y para nada inocente", describe. Al bajar del taxi, Saborido tuvo la idea que derivó en el programa radial Capusotto en el cielo con diamantes, en el aire desde mayo, los sábados y domingos de 20 a 21, por FM Rock and Pop. Citando en el nombre una canción de Los Beatles cuyas iniciales en inglés son LSD (Lucy in the Sky with Diamonds), la dupla lleva adelante un falso programa radial matutino, Todo mal, cuyo conductor, Arnaldo Pérez Manija, se parece en demasía, de ahí la gracia, de ahí el espanto, a varios profesionales caracterizados del micrófono.

Más que el Abuelo Mierda, que le da a su nieto consejos como "guita y felicidad son una misma palabra", Tino Volonté, "el hombre más forro del mundo" y Daniel Donato Restivo, el policía comprensivo al estilo de los programas televisivos que retratan, para bien, las andanzas de los uniformados que Argentina supo conseguir, más que los movileros de estrechez mental y el crítico de cine que piensa como un financista, los protagonistas secundarios del programa de Pérez Manija son los oyentes.

Los oyentes están a la derecha de un conductor muy de derecha: reclaman penas de muerte por doquier, renuncias masivas de todos los funcionarios habidos y por haber, y básicamente, parecen débiles mentales obsesionados por la patología de la inseguridad. Para los oyentes de Todo mal, el mundo está repleto de montoneros, y son montoneros tanto Obama como Carrió, tanto Bilardo como Patricia Bullrich o Macri. Todos deberían renunciar y al resto habría que fusilarlos, dicen los mensajes que entran y entran al contestador.

Pensado en la vigilia del retorno del programa televisivo Peter Capusotto y sus videos, el experimento radial de la dupla creativa ha logra do el milagro de hacer radio satirizando a la radio, una vuelta de tuerca que debería hacer escuela en un medio en que la repetición de fórmulas y el imperio de las mediciones han terminado por sepultar la creatividad.

El programa de televisión de la dupla, en tanto, tendrá mañana su tercer envío de un ciclo pensado en principio sólo para ocho semanas consecutivas des pués de haber logrado una extraordinaria repercusión, teniendo en cuentas sus características históricas, en las dos primeras ediciones. Peter Capusotto..." no sólo es el programa más visto de la televisión pública, fuera de los partidos de fútbol, sino que además tiene un enorme recorrido posterior en Youtube, un consumo paralelo, que deja sin aliento.

El primer programa obtuvo, para Ibope, 4 puntos de rating de promedio, según el resultado de las mediciones en 700 aparatitos conectados en televisores de Capital Federal y Gran Buenos Aires. Pero 48 horas después, varios de sus fragmentos tenían más de 90 mil entradas en la red de redes, lo que significa que los vieron en un lapso corto el doble de personas de lo que marca la contabilidad oficial de la televisión. En el segundo programa, el rating promedio fue de 4.6 puntos, pero el viernes siguiente el sketch de Violencia Rivas, la cantante pre punk de los años '60, acumulaba más de 94 mil repeticiones.

En este sentido, el fenómeno Capusotto es casi imposible de dimensionar. El primer video del personaje Bombita Rodríguez, que salió al aire en mayo del año pasado, ha sido visto hasta ahora en la red ¡832.411 veces!, en un consumo que seguirá, y en el que pocos reparan a la hora de mensurar fenómenos. ¿Cuántos posters del cantautor melódico montonero están pegados en paredes de la Argentina sin que nadie se atreva a contarlos?

Los responsables de Barcelona también miran y escuchan los programas de Capusotto, aunque su mayor placer periodístico, confiesan, sea leer en voz alta los titulares de las notas del diario Clarín. "Así como hay gente que se reúne a leer Barcelona fumando, nosotros nos divertidos fumando mientras leemos Clarín", asegura Pablo Marchetti, uno de los artífices de una revista que incluye en su tapa una leyenda que dice "No toda la información aquí publicada ha sido debidamente chequeada". Recargada una vez más, la edición de esta semana despide a "un grande de la libertad de expresión", con la misma palabra con que Crónica despidió al presidente Juan Domingo Perón en 1974: "Murió".

Periodismo puro, la tapa de Barcelona no nombra aquello de lo que habla, incluye una lápida con la frase "Ahora dicen Q.E.P.D. 1945-2009" y está decorada con esta bajada: "El diario de mayor circulación del país habría dejado de existir. ¿Quién lo reemplazará? El emotivo adiós del grupo Telefónica: 'Este viejo monopolio despide a un colega'". La tragedia convertida en risa, para ahuyentar el miedo, ya se sabe*

Por Carlos Polimeni

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