miércoles, 3 de abril de 2013

LOS OBSTACULOS DE LA CONSTRUCCION POLITICA

Por Jorge Muracciole.

La alternativa a construir deberá ser un modelo sustentable que garantice el bienestar de las futuras generaciones.
 
 
Atravesadas por la era de la globalización, las sociedades contemporáneas sufren del síndrome uniformador de un modelo económico y cultural que trasciende especificidades nacionales o tradiciones religiosas ancestrales. Las pautas de cultura dominantes en una suerte de biopolítica rigen nuestra vidas, más allá de las fronteras y las soberanías estatales, formateando el ser y el hacer de los habitantes del planeta, más allá de sus coordenadas geográficas y su lugar de residencia.
El comienzo de la segunda década del siglo XXI ha puesto bajo el signo de interrogación décadas de bienestar en la vieja Europa. Las recetas recomendadas por los gobiernos de derecha y los organismos financieros internacionales han sido profundizar los ajustes usando como justificativo el concepto de la "austeridad" como la gran excusa para privatizar la salud, recortar la educación y abaratar los despidos; ideas-fuerza que se esfuerzan en instalar en la opinión pública los medios hegemónicos, diagnosticando que servirán para "seducir a los inversores" que, tras el objetivo de disminución del déficit fiscal y la recomposición de la tasa de ganancia, "recrearán un escenario de crecimiento y creación de nuevos empleos a futuro". Mientras tanto los efectos de las medidas recesivas llevan al récord histórico de desocupados en España, hunden en la pauperización a millones de griegos e instalan en la incertidumbre a los asalariados italianos, portugueses y franceses.
La respuesta a esta crisis sistémica por parte de los partidos mayoritarios, tanto los conservadores como la socialdemocracia, no ha sido otra –en su alternancia en el gobierno de sus respectivos países– que gestionar la crisis: los conservadores aprovechándose de la misma para implementar sus recetas ajustistas y crear las condiciones "ideales" para optimizar los beneficios de las grandes corporaciones económicas; y los socialdemócratas prometiendo medidas en sus plataformas electorales reactivadoras, que son morigeradas o incumplidas una vez en el gobierno.
Esta suerte de "extremismo de centro", según denominan determinados analistas, horada día a día el caudal electoral de los partidos históricamente mayoritarios y deja abierto un escenario incierto entre el crecimiento de la derecha xenófoba o el crecimiento de opciones de la izquierda radical que apuestan a una refundación de la Europa basada en las necesidades de sus pueblos y no de las corporaciones y las grandes entidades financieras.
Mientras tanto, en los países emergentes, con distintos ritmos y disímiles situaciones, en la última década han crecido los PBI de sus economías a tasas chinas. Pero pese al sideral crecimiento de la producción en el conjunto de la sociedad, no se han modificado profundas inequidades que hacen que importantes contingentes humanos subsistan en el subconsumo y sufran las consecuencias de déficits estructurales en materia sanitaria, alimenticia, educativa y habitacional.
El principal obstáculo para una profundización de estas alternativas heterodoxas al neoliberalismo dominante a escala global, especialmente en los procesos abiertos en América Latina, son sectores determinantes de las clases propietarias del agro, las finanzas y la corporación mediática, principal sostén ideológico del proyecto neoliberal, potenciados durante los años de dictaduras cívico-militares en la región. Pero más allá de las consuetudinarias minorías defensoras del orden conservador, no son un tema menor los dispositivos y las prácticas internalizadas en amplios sectores de la población, atravesadas por el paradigma del individualismo consumista, donde la competencia despiadada del todos contra todos y el sálvese quien pueda es naturalizado como el modus operandi más idóneo para alcanzar el éxito social, prácticas que refuerzan y expanden una mirada y un discurso construido bajo el terrorismo de Estado y retomado en el menemato. Relato que denosta la política como herramienta de transformación social, ponderando lo individual sobre lo colectivo. En este escenario y no en otro es donde se da la batalla cultural de aquellos sectores que pretenden la construcción de una sociedad más justa. Difícilmente podrá consolidarse y extenderse un proyecto alternativo a la lógica neoliberal, si no se multiplican los agentes de comunicación sociales que en las últimas décadas han nacido producto de la resistencia a la lógica del capital financiero. Pero debemos ser conscientes que con estas redes comunicacionales que expresen a la multitud de voces ante la hegemonía de las grandes corporaciones no alcanza.
La extensión de los nuevos proyectos de emancipación tendrán que echar raíces en prácticas y dispositivos que se propongan disputar por la hegemonía cultural. Para poder articular la multitud de singularidades con proyectos colectivos donde la política no sea funcional con las corporaciones, se deberá avanzar en un proyecto que tenga en cuenta el crecimiento, la equidad social, y la preservación del ecosistema.
No hay futuro para la humanidad con la generalización a escala planetaria del dislate consumista que intentaron instalar los países centrales como modelo global. La alternativa a construir deberá ser un modelo sustentable en el tiempo, que garantice el bienestar de las futuras generaciones, debiendo inexorablemente romper con esa lógica suicida de "consumismo = felicidad". -
 
Fuente: Tiempo Argentino

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