Pobre diablo: Una Biografía de Satanás, de Henry Ansgar Kelly. En línea con obras anteriores que abarcan trabajos de José Saramago o la popular canción de los Rolling Stones, el trabajo del académico norteamericano descree de la idea del diablo como encargado de sostener un imperio maligno.
Por Ivana Romero
Que el diablo no es tan malo como parece es una idea que le ha dado tela para cortar a distintos artistas. Uno de los hits tempranos de los Rolling Stones es, justamente, Simpatía por el diablo, escrita a finales de los años sesenta por Mick Jagger luego de que su musa Marianne Faithfull le deslizara en los bolsillos libros como El maestro y Margarita, del ruso Mijaíl Bulgákov (a quien seguramente también leyó Sokurov para componer a su Fausto, que se puede ver en los cines por estos días). El diablo de Mick es irónico y mordaz, capaz de cometer atrocidades como desatar la Segunda Guerra Mundial aunque pide ser tratado como el caballero que considera ser, tal como proclaman malvados de todas las épocas. Mucho más acá en el tiempo está El evangelio según Jesucristo, de José Saramago. Uno de los momentos más estremecedores de ese largo relato es la conversación que Jesús tiene con Dios durante los 40 días que se retira del mundo, en la que está presente el diablo. Allí Dios le revela a su hijo sus planes de violenta expansión y conquista del mundo. Al propio diablo se le eriza la piel, a tal punto que le pide a Dios que lo perdone y lo acepte en el cielo –de donde Dios lo exilió– si ese es el precio para que no se pierdan millones de vidas. Pero Dios no acepta porque, asegura, tan grande como su territorio, deberá ser el del diablo. Sin el mal, explica, es imposible la existencia –y la hegemonía– del bien. Algo similar observa el multifacético Alejandro Jodorowsky cuando en su libro La vía del Tarot explica que la naturaleza de este arcano no es el mal sino la afloración de deseos inconscientes y reprimidos. Inclusive sugiere que en una tirada de cartas, puede resultar un gran aliado para potenciar la fase creativa del consultante.
Ahora, el diablo acaba de meter la cola una vez más. Esta vez, para cuestionar la tradición cristina que lo hace encarnación de todo mal. Pobre diablo: una biografía de Satanás, es un libro del medievalista norteamericano Henry Ansgar Kelly, que acaba de ser publicado en español, y que se puede conseguir en las librerías locales, distribuido por Océano. Se trata de un trabajo de 40 años de investigación, que cuestiona la idea del diablo como oponente de Dios, para presentarlo en cambio como un "funcionario divino" injustamente tergiversado. Fue publicado originalmente en 2006 con el nombre Satanas: A Biography.
Los textos cristianos identifican a Satanás con Lucifer, un ángel que por orgullo se rebela contra Dios y, ya caído en desgracia, instiga el pecado más fecundo y persistente de la historia. Se trata de una estampa que según el historiador no tiene rigor bíblico sino que fue fabricada por los patriarcas de la Iglesia Católica parta atemorizar a los fieles, según lo que publica un cable de la agencia Télam.
Filólogo e historiador, Henry Ansgar Kelly ejerce como catedrático en la Universidad de California, donde se desempeña como especialista en Cultura Medieval y Renacentista. El investigador asegura que para rastrear el origen de una figura mítica que lo desvela desde pequeño, según confesó, hay que remontarse al Nuevo Testamento. Allí aparece como una suerte de "burócrata" encargado de la vigilancia del género humano, aunque se trata de un administrador tan mentiroso que el propio Jesús amenaza con dejarlo sin trabajo. El autor recupera esta fábula para ilustrar sus consecuencias sobre una civilización como la occidental, asentada en el miedo, a partir de imaginarios arraigados como una culpa heredada de padres a hijos, la presencia de un demonio vitalicio y el eterno castigo de los réprobos en las llamas del infierno.
Por el contrario, Kelly cuestiona la "biografía original" del funcionario, siempre a punto de ser cesanteado en los despachos de la Divina Providencia. Según demuestra en su libro, más que el arquetipo del mal, el diablo es apenas un alto burócrata celeste: no es ni enemigo de Dios ni se llamó Lucifer y ni siquiera fue él quien indujo a pecar a Eva y Adán. "Una lectura estricta de la Biblia muestra que Satán es menos como Darth Vader (el villano principal de la trilogía Star Wars) y más y más como un fiscal excesivamente celoso. No es tanto una figura orgullosa y enfurecida que se aleja de Dios sino un funcionario convencido de que debía cumplir con su deber como Joseph McCarthy", sostiene Kelly en alusión al tristemente célebre senador estadounidense, famoso por su caza de brujas entre políticos, activistas y artistas en nombre de la moral y las buenas costumbres.
"La intención básica de Satán es descubrir cosas mal hechas y traiciones, por estrictos y poco escrupulosos que sean los medios. Pero así y todo es parte de la administración de Dios", agrega el investigador. Y apunta que nada de esto está en la Biblia, quizás para no salpicar el buen nombre del Altísimo. Para Kelly, Satanás fue transformado en sinónimo del mal merced a la acción del cristiano Justino de Samaria, mártir del siglo II que fue el primero en argumentar que el diablo se apareció como serpiente para tentar a Eva y Adán. Posteriormente, en el siglo III, el teólogo y exégeta Orígenes de Alejandría concluyó que un pasaje del libro de Isaías sólo podía aludir a Satanás, ya que se dice que Lucifer cayó del cielo, aunque según el historiador esto no puede aludir a Satanás, pues en los textos hebreos se llamaba Lucifer al monarca tiránico de Babilonia.
Kelly argumenta que en general los textos bíblicos retratan a Satanás como el policía malo, que acicatea a los delincuentes amenazándolos con el infierno, mientras que el policía bueno –Jehová en el Antiguo Testamento, Cristo en el Nuevo Testamento– busca llevarlos al bien en una especie de dicotomía que no acepta matices. Como ejemplo, cita el hinduismo y el budismo, donde existen criaturas maléficas pero sin tanto poder. "A fin de cuentas, Satanás es alguien que trabaja para Dios", sostiene Kelly. Y advierte que es consciente de que esta afirmación escandalizará a algunas personas. Aunque en el fondo, no sea un planteo novedoso. De hecho, Mick Jagger o Saramago lo dijeron primero. «
Fuente: Tiempo Argentino.
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